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El caminante de Molise

A Giovanni Germano le gusta caminar. ¡Es hermoso caminar!, exclama. Quienquiera que se lo cruce y no lo conozca puede deducir esa vocación peatonal a partir de su contextura física, en la que sobresalen dos características típicas de quienes gustan invertir energías en andar a pie por la vida: es flaco y fibroso.


A Giovanni Germano le gusta caminar. ¡Es hermoso caminar!, exclama. Quienquiera que se lo cruce y no lo conozca puede deducir esa vocación peatonal a partir de su contextura física, en la que sobresalen dos características típicas de quienes gustan invertir energías en andar a pie por la vida: es flaco y fibroso. Además, unió esta pasión con un acontecimiento central en su vida: el desarraigo que arrastra desde que muchos años atrás dejó Duronia –un pueblo de la Región de Molise que a mediados del siglo XX tenía 2.500 habitantes y hoy a duras penas cuenta 400– para estudiar y montar su estudio de arquitectura en Roma. Entonces, Giovanni encontró la llave para transformar lo personal en un hecho social, y el resultado de esa aventura es Cammina, Molise!, un acontecimiento que reedita cada agosto y que consiste en cuatro días de recorrida a pie por caminos, senderos, bosques, montañas, lagos, ríos, pueblos y ciudades de Campobasso e Isernia, las dos provincias que componen la región. Y no lo hacen sólo por el gusto de caminar, sino como una forma de promover esa región del centro-sur de la península itálica, una de las más pobres y que más gente expulsó desde la época de las grandes guerras y más allá de la finalización de éstas. Durante el trayecto, los peregrinos disfrutan, conocen y le sacan el jugo a todo lo que uno puede esperar de una travesía así.

Al final de cada jornada, en las aldeas los esperan con comidas típicas y música para alimentarse y bailar en la plaza o en la calle.

“Molise es una pequeña región de sólo 300 mil habitantes. Es tan pequeña que es como un barrio de Roma. Está compuesta por muchos pequeños pueblos, de los cuales por vía de la emigración se ha ido muchísima gente en los decenios pasados y muchos, muchos de ellos están aquí en Argentina”, ilustra Giovanni, mientras camina sobre el asfalto de bulevar Oroño un domingo a la mañana de fines de abril, con sombrero y el típico bastón de caminante, acompañado por una delegación de tanos que, entre otras cosas, viajó para participar del Cammina en Rosario. La versión argentina tuvo su primer capítulo el año pasado en Mar del Plata, recreada en 2016 de la mano de la Asociación Familia Molisana de Rosario con apoyo del Consulado italiano.

Según Giovanni, la razón de que haya tantos molisanos fuera de su tierra es la misma que la de millones de europeos: “Había necesidad de encontrar trabajo, la agricultura fue abandonada totalmente en Italia, por lo tanto, la gente con necesidad de trabajar encontró esa forma de resolverlo a través de la emigración”.

Desde entonces buena parte de los 136 pueblos de la región ven su población desangrarse sin pausa: “Fueron abandonados, después de muchos años están casi muriendo, por lo tanto el Cammina, Molise! ha nacido para tratar de revivirlos. Durante cuatro días, desde hace 22 años, nos dedicamos a esto, llevando muchísima gente a caminar que vienen de todas partes de Italia y del exterior y esto significa una reanimación, una revitalización de estos pequeños pueblos”.

Importantes comunidades de molisanos en el exterior, además de Argentina, se radicaron en Canadá, Australia, Estados Unidos, Bélgica, Alemania. Cuando se le pregunta si personalmente tiene familiares que emigraron del país, Giovanni Germano reacciona con simpatía, como quien ha preguntado la mayor de las obviedades: “Todos! Todos! En el caso de mi esposa, todas las hermanas y los hermanos del padre están en Mar del Plata, mis tíos y primos de parte de mi madre viven en Estados Unidos, todas las familias han estado tocadas por la emigración, ha sido una tragedia, han tenido suerte de encontrar trabajo, pero en aquella época ver gente partir todos los días era un drama”.

María Lanese, una molisana de nacimiento que creció de niña en Rosario y canta en castellano como en el dialecto de sus antepasados, es gráfica en ese sentido. “Molisanos siguieron llegando a Argentina hasta bien avanzada la década del 60”, lo que a su entender estaría mostrando que en la carrera de la recuperación económica de postguerra esta región italiana fue la gran rezagada.

Molise siempre fue una región de tradición campesina, de agricultores y pastores.

Giovanni dice que ahora hay poca agricultura y poco pastoreo, pero han quedado algunos dedicados a industrias caseras, artesanales que hacen quesos que son famosos en toda Italia, y luego se encuentra la trufa, que es un hongo. En Agnone se hacen campanas y en Intilia vinos, todos productos ligados a la región, todos de calidad pero en volúmenes pequeños que no alcanzan para satisfacer las necesidades de trabajo.

“Entonces –relata Giovanni–, la única fuente de sostenimiento hasta hoy ha sido el empleo público, en el municipio, la provincia, la región, en las escuelas o en los bancos, pero como estamos en crisis, desde hace algunos años no hay más dinero, y entonces también han entrado en crisis este tipo de trabajos, es un problema serio. La propuesta de un turismo mitigado, para poca gente, que pueda reanimar a estos pueblos y crear algunas fuentes de trabajo en las artesanías, las industrias caseras, la agricultura orgánica, pequeñas cosas que puedan atraer quizás a los jóvenes”.

Giovanni sostiene que, en esos lugares donde habita muy poca gente, de improviso llega una multitud de 300 caminantes y es “un acontecimiento bellísimo”. El arquitecto, que además de su estudio en Roma tiene otro pequeño en su pueblo natal, ve en esta movida una forma de generar turismo, porque luego de Cammina, Molise! la gente vuelve por cuenta propia.

Es una forma de generar “alguna actividad” que a través de la ONG Terra encargada de la organización, de a poco fue logrando el reconocimiento y ayuda de instituciones políticas o de emprendedores. “Se podría recrear trabajo y por lo tanto volver a poblar estos pequeños pueblos”, se esperanza.

Hay una realidad. Lo que promueve Terra es una Italia muy diferente a la que el mercado turístico vende en cada rincón del planeta, atado a los monumentos históricos y demás vestigios de la civilización romana.

“No proponemos un turismo histórico, arqueológico o ambiental, pero tenemos todo, aun en nuestro pequeño Molise, porque cada pueblo tiene su iglesia madre, su propio sitio arqueológico. En pintura o arquitectura, Italia es rica aun en los lugares más pequeños”.

Cammina, Molise! es para convivir, donde se hace música, se baila, se come y se camina lentamente, de tal modo que la gente se sienta bien. Giovanni Germano, el precursor, el emigrado que se distanció de su tierra no tanto en kilómetros sino en el sentirla, y por eso siempre está de regreso, quiere reanimar el suelo yermo con nuevas generaciones, con juventud: “En 22 años, ya hemos atravesado todos los pueblos, yo soy uno de los pocos afortunados que he atravesado los 136 pueblos molisanos a pie, los he conocido caminando, con algunos ya estoy en la segunda vuelta”.

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