Ciudad

El buceador del pasado

Por Santiago Baraldi.- A los 10 años ya tenía 500 discos. Hoy, a los 31, guarda una colección de música y objetos personales de cuanto artista y locutor pasó por Rosario, o casi. Cómo empezó una locura que se volvió un oficio.

Germán Becker jugaba con viejos discos que sus padres ya no escuchaban. A los seis años le regalaron su primer tocadiscos y ya tenía más de 500 “long play” en su poder. Hoy, con 31 años, cuenta con la mayor colección de música y objetos personales de los artistas locales de Rosario. Tiene piezas de quienes fueran glorias en décadas pasadas como Angelita de la Mata, Nobleza Cassini o Hugo Moyano Vargas, entre muchos otros. En la casa de su abuelo, cuenta con vitrinas y estantes repletos de historia de aquellos músicos, cantantes o locutores que alegraron generaciones en nuestra ciudad. “Me siento nieto de todos ellos, porque crecía junto a muchos que me legaron sus pertenencias y aprendí piano y canto con ellos, incluso los llevé a un estudio de grabación porque nunca lo habían hecho, sólo se conocían cintas grabadas en vivo en programas de radio”, relató Becker, quien semanas atrás fue nombrado “ciudadano distinguido” por el Concejo Municipal, por su labor en recopilar y difundir la música local desde hace 20 años.

—Si hoy tiene 31 años, quiere decir que a los 11 ya guardaba cosas…

—En mi casa siempre hubo música y músicos. Mi mamá era profesora de piano y mi papá tocaba la guitarra, tocaba folclore, mis abuelos cantaban música española. Había muchos discos, jugaba con ellos, mis padres no los usaban y a los seis años me regalan mi primer tocadiscos y era como un juguete para mí. Esos discos con los que jugaba los empecé a escuchar, eran ya discos viejos, pasados de moda. Pedía discos viejos a mis amigos, parientes, vecinos. A los 10 años tenía 500 discos.

—¿Coleccionar discos y escucharlos lo llevó a estudiar música?

—Si, a los seis comencé a estudiar piano y a los 11 me mudé de barrio y de profesora, Nobleza Cassini. Fui con mi mamá a verla en noviembre y me dijo: “Mirá, hace poco falleció mi esposo, vení a verme en marzo”. Así comencé con ella hasta que un familiar, cuando le dije que estudiaba con ella, me dijo que había sido una cantante muy famosa de la ciudad, una figura de la época de oro de la radio y de los bailes. Para mí, con 11 años, era la señora que enseñaba piano. Cuando le dije que quería alguna grabación para escuchar, me pasó unos casettes con grabaciones en vivo de la radio. Cantaba en la década del 60 unos temas movidos, tipo Los Cinco Latinos, rítmicos. Y me volví loco: le empecé a pedir más y me dio más material, hasta unos discos de acetato. Eran tiempos en los que no se grababa como ahora, eran cintas que los operadores les daban a los músicos. Incluso le insistí tanto que terminó encontrando discos de pasta y partituras de música que tocaba junto a su marido. Con ella comenzó la colección de artistas de Rosario y de la zona que tengo hoy.

—¿Y quiénes siguieron a Cassini?

—Ella me presenta a una amiga, Delia Rodríguez, La Chaqueñita, que fue una cantante de tango y folclore. Estrellas de la ciudad que cantaron en la década del 30, 40, 50 y 60, que han sido olvidadas y de las que no han quedado grabaciones. Figuras que estaban a la par de Estela Raval o Tita Merello, gente que no ha querido ir a Buenos Aires. Luego de entrevistar a Delia Rodríguez, me fue haciendo la cadena.

—¿Cuándo comenzó a difundir los materiales? ¿En qué estado estaban?

—En general las grabaciones estaban bien conservadas. En 2001 me convocó Lito Rivero, que fue un gran cantor y tenía un programa en la FM Tango, para hacer unos micros con el material que tenía. Lo hice durante cinco años. Así fue que me escuchó Beba Gallardo, de “Almacén La Candelaria”, y después estuve diez años haciendo micros sobre artistas de Rosario y la región.

—Debe ser importante el aporte de los oyentes, que tienen en sus casa alguna grabación o disco que están por tirar…

—Cuando la gente se entera de lo que hago, me llaman y me cuentan lo que tienen, voy lo busco y hago una selección. Hay cosas de mucho valor que terminan en los contenedores, y yo trato de que eso no ocurra. Para mí es muy importante el trabajo de rescatar, recuperar material.

—¿Cuál fue la cosa más fuerte que le ocurrió con alguna de estas glorias?

—Nobleza Cassini me llegó a decir que me mandó el marido, porque ella no había cantado nunca más, y me dijo que la había incentivado. Ella había estado 30 años cantando junto a su esposo, que la acompañaba en el piano. Cuando escuché sus grabaciones, traté de sacar en piano lo más parecido a lo que tocaba su esposo, para que ella cante. En 2003 llegamos a grabar un CD, una experiencia muy linda. Ella hoy tiene 88 años. O con Hugo Moyano Vargas, que hacía un micro para jubilados y pasaba temprano por la casa de mi abuelo: “Esto es para el nene”, le decía. Fue muy fuerte para mí, porque en vida fui heredando sus objetos mas queridos referidos a su carrera: partituras firmadas por Pedro Vargas; Mario Clavel, su carné de periodista, de locutor, un moño de los que usaba cuando cantaba, libretos, discos, grabaciones de él. Con Angelita de la Mata, una cantante de tangos, hacía 30 años que cantaba y nunca había grabado, y le produje el disco y grabamos su primer disco de grande. Un día me llama para tomar un café y me estaba esperando con un baúl y comienza a sacar un álbum de fotos, discos, sus partituras, afiches de actuaciones, premios, plaquetas… Cómo se abrieron mis ojos. En ese momento ella tenía 58 años y sabía que yo coleccionaba, le dije que quería sacar copia de algunas cosas y me dijo: “No, no, vos tenelo porque acá se van a perder”. Al mes ella falleció, y ahí me cayó la ficha que sabía que estaba enferma y buscó la manera de legarme sus partencias… Fue muy fuerte. Les he dado energía. Recuerdo al Negro Moyano Vargas, de obligarlo a grabar. “Vos estás loco”, me decía: “Yo ya no tengo más aire”. Y grabamos a dúo tres boleros, él nunca había grabado en estudio, sólo en la radio o de la tele, pero en estudio nunca en 60 años de carrera. Grabar con esa gente fue un orgullo, he sido un poco el nieto de todos ellos…

—¿Cómo se vincula con gente de la radio?

—Gladis Haydeé y Roberto Lara tenían un programa en LT8, “Vi luz y subí”, y una día la llevo a Nobleza Cassini a cantar en vivo, la acompañé en el piano e hicimos un programa especial muy emotivo. Lara me ayudó mucho a contactarme también con viejos locutores rosarinos que me aportaron materiales de radio. Tengo muchas cosas de Enrique Gallardo, Nilda Robles, Perla Marín, Ana María Moscalenco, Orfa Aldao, Domingo Marquéz, Adalberto Ferrari, Ququi Granollers… Mucha gente. Me han dado cintas donde he encontrado publicidades viejas como pastillas Meterete, y terminando la cinta había un fragmento del “Glostora Tango Club”. Unos chicos de Roldán que hacían folclore me pasaron una grabación y del otro lado estaba Mareco cuando estuvo con Clelia Valmer en 1978. Heriberto Galuppo, que estuvo en la Ocho y en LT2 me dio mucho material, pilas de acetatos con gingles, un micrófono tipo los que usaba Elvis, Manuel Molina de LT 3, también me dio mucho material que grababa para él.

—¿Qué cosas guarda de cada uno?

—Clasifico por artista, músico o locutor, tengo en cada caja las cosas que han pertenecido a ellos: fotos, carnés, recortes periodísticos, notas personales, afiches… Una de las cosas que más quiero, que no es de Rosario, es el micrófono de Radio El Mundo, radio por excelencia en el país y Latinoamérica, un edificio creado a semejanza a la BBC de Londres, por donde pasaron todas las orquestas de tango, Cacho Fontana, Antonio Carrizo, Juan Carlos Thorry, Niní Marshall, D’Arienzo, Troilo, Pugliese, Alfredo De Angelis, el “Glostora Tango Club”, “Los Pérez García”, ciclos que se transmitían desde ahí, y pasaban todas las figuras porteñas. De Rosario, por ejemplo, como objeto querido tengo el bombo que fuera de la Tres Marías del Paraná, el primer grupo folclórico femenino, que eran tres chicas de 15, 16 años que se formó en el 62 y triunfan en Cosquín, y el bombo tiene la firma de Jorge Cafrune, Los Trovadores del Norte, Eduardo Falú y Jaime Dávalos.

—¿En esas grabaciones canta también?

—Nobleza Cassini me enseñó a cantar, vocalizar, a pulir. No creía que podía pararme en un escenari,o y hoy canto tangos. Hice dos giras por Europa, canté en Francia, España, Italia, Grecia, Andorra y en Rosario hice muchas actuaciones, pero hoy en Rosario no hay dónde cantar tangos.

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