Política

Pionero en Latinoamérica

De Santa Fe al país: el LIF comenzó producción industrial de mifepristona para abortos seguros

El Laboratorio Industrial Farmacéutico de la provincia ya tiene listo el medicamento recomendado por la Organización Mundial de la Salud para garantizar una mejor atención médica de las interrupciones voluntarias del embarazo. Se trata de un hito a nivel regional en materia de soberanía sanitaria


Mariángeles Guerrero / Especial para El Ciudadano

La provincia de Santa Fe, a través del Laboratorio Industrial Farmacéutico (LIF), ya produce mifepristona a gran escala. Es el primer laboratorio público de América Latina en producir este medicamento, recomendado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) para mejorar la atención de los abortos voluntarios. Con la producción de misoprostol y de mifepristona, Santa Fe está en condiciones de proveer al país del paquete básico necesario para asegurar el acceso a los mejores estándares de atención. La directora del organismo, Élida Formente, valora que “cualquier persona que necesite hacer una interrupción del embarazo lo pueda hacer en las mejores condiciones”.

La OMS considera, desde 2005, a la mifepristona y al misoprostol como drogas esenciales para proveer servicios de salud de calidad. Sin embargo, Argentina transita sus primeros pasos en la fabricación de mifepristona. Luego de la legalización del aborto voluntario, la necesidad de contar con esta pastilla para el acceso a abortos seguros se convirtió en una demanda cada vez más resonante.

En 2021, el Ministerio de Salud de la Nación inició los procesos de compra y recepción de donaciones del tratamiento combinado de ambos medicamentos para distribuirlos en el sistema de salud público a través del programa Remediar. En marzo pasado, mediante la disposición 1470/2023, la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (ANMAT) autorizó por primera vez la comercialización de la mifepristona en el país. Además, permitió al laboratorio privado Domínguez comenzar con el proceso de producción y venta.

Raquel Tizziani es médica e integra la consejería en salud sexual del Hospital Alberdi. Además, es docente y responsable académica de la materia Sexología Clínica de la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad Nacional de Rosario. “La mifepristona viene a mejorar muchísimo la eficacia en relación al acompañamiento del aborto farmacológico en el sistema de salud público porque, a comparación del uso del misoprostol solo, que tiene una eficacia del 85%, la combinación de mifepristona con misoprostol aumenta la eficacia de la realización de un aborto completo en más del 98%”, asegura.

Al mismo tiempo, recuerda que antes de que el Estado nacional comience a proveer la mifepristona (a través de la importación del insumo o de la recepción de donaciones internacionales), sólo se contaba con el misoprostol para la atención de los abortos en los hospitales. “La única posibilidad que teníamos era utilizar misoprostol en varias dosis, lo que generaba un mayor tiempo de administración y mayores efectos adversos para las personas gestantes. Contar con la mifepristona nos permite utilizar menos dosis de misoprostol, tener menos tiempo de tratamiento y menos efectos adversos como dolores menstruales o diarrea”, compara.

La profesional de la salud agrega: “Esto también permite a las personas que están gestando organizarse con sus propios tiempos y horarios de trabajo, teniendo en cuenta que muchas de ellas están precarizadas y quizás tienen un solo día libre a la semana; entonces se puede programar prolijamente la administración y reducir el tiempo del tratamiento y de la recuperación. Al otro día, ya pueden ir a trabajar sin ningún inconveniente”. Sobre este punto, reflexiona: “Tengamos en cuenta que el aborto sigue siendo un tema tabú, por lo que muchas mujeres, al estar en condiciones de informalidad, ni siquiera tienen la posibilidad de pedirse días en el trabajo”.

Entrevistada por El Ciudadano en 2021, Tizziani ya había mencionado la necesidad de la aprobación urgente de la mifepristona para usarla en combinación con el misoprostol para abortos mediante método farmacológico.

Formente destaca “el empuje del movimiento de mujeres”, y también el hacer de las y los trabajadores del laboratorio”. Al respecto, explicita: “Fue un trabajo hecho totalmente de cero: desde generar la especificación que cumpla con los estándares internacionales hasta conseguir la materia prima. Fue una tarea muy dura e intensiva, de tres años, en cuanto a generar el know-how (saber hacer) y en cuanto a las gestiones del laboratorio. Porque no deja de ser un laboratorio público, lo que implica una complejidad extra en materia de contrataciones, por ejemplo”.

¿Cuánto falta para que la “mife” del LIF llegue a otras provincias? Lo pendiente ―indican desde el laboratorio― es presentar ante la ANMAT la documentación de desarrollo, escalado y estabilidad del producto para contar con la habilitación necesaria para la circulación federal.

Soberanía sanitaria

No es la primera vez que el laboratorio público de Santa Fe es noticia por su aporte a los derechos sexuales y reproductivos en Argentina. Hoy abastece de misoprostol a todo el país. La producción de mifepristona es un paso más en ese sentido, clave en términos de soberanía sanitaria. Es decir: de no depender de importaciones o de precios establecidos por empresas privadas de la industria farmacéutica.

Paola Gross es la directora provincial de Programas de Salud Sexual, Reproductiva y Diversidad. “Contar con esta medicación por parte de un laboratorio de nuestro país y no tener que importarla, hace a la soberanía sanitaria. Por lo complejo que son los procesos de compra internacionales de medicamentos e insumos, esto nos da la posibilidad de seguir garantizando la salud sexual sin depender de aspectos macroeconómicos que muchas veces impiden o demoran esos procedimientos. Hoy tenemos un laboratorio público que lo produce y es un orgullo que otra vez sea el LIF el que esté a la vanguardia de los productos que requerimos”, manifiesta.

Tizziani destaca: “Argentina tiene como particularidad la posibilidad de producir este medicamento dentro del propio país. Esto no lo hace Chile ni Uruguay, que lo importan desde laboratorios extranjeros”.

Al respecto, la médica analiza: “Lo que posibilita el LIF es contrarrestar la posibilidad de hacer un gran negocio con la interrupción del embarazo a nivel farmacológico y habilitar esta posibilidad de ejercer los derechos, desde un posicionamiento de política pública. Es un hito en América Latina y es fundamental. Forma parte de las luchas feministas, porque hay muchas compañeras que están trabajando en el Ministerio de Salud de la Nación y de la provincia para que esto suceda”. Y expresa: “Es fundamental tener soberanía en relación a la producción pública de medicamentos para que realmente sean un derecho y no un negocio de la industria farmacéutica, que es una de las más poderosas del mundo”.

Por su parte, Formente alude al actual contexto de cuestionamiento del valor de lo público y de amenaza de los derechos: “Esta noticia pone en valor dos cosas: los derechos conquistados a través de la lucha colectiva y fundamental del movimiento de mujeres y la puesta en valor de lo público, en el sentido de que nuestro laboratorio pueda producir un medicamento de calidad como cualquier laboratorio privado y tenga la eficiencia y la decisión política de avanzar en estas conquistas”. Y añade: “Esto muestra que lo público no es un gasto, sino algo a cuidar y a defender todos los días”.

Del laboratorio al consultorio

En 2013, Santa Fe comenzó a distribuir el misoprostol a los hospitales y centros de salud públicos situados en la provincia para la atención de los abortos no punibles. En ese momento, la pastilla se compraba a laboratorios privados. Fue en 2018 que comenzó el proceso para producir misoprostol desde el Estado; en 2021 se logró la aprobación de la ANMAT de esa droga. Cinco años después, y con una ley que amplía el marco de acceso a la salud ante embarazos no deseados, la provincia vuelve a ser pionera por la elaboración de mifepristona.

La directora del LIF explica que, para producir un medicamento, hay que cumplir con tres estándares básicos de calidad: “Primero, que el producto tenga una composición fija, determinada. Segundo, que tengas una producción estable y que sea reproducible: que, producción tras producción, obtengas el mismo resultado. Y en tercero, que tenga una acción terapéutica comprobable”. Y destaca: “Conseguir todo esto en un producto que no existía fue muy complejo”.

Al no haber un producto inscripto que pudiera utilizarse de referencia por ser un producto nuevo, no había farmacopea para generar las especificaciones (los parámetros técnicos y médicos) del medicamento. “En 2020 comenzamos este camino de la mano de compañeras muy valiosas como Valeria Isla, directora nacional de Salud Sexual y Reproductiva, Mariana Romero, directora ejecutiva del Centro de Estudios de Estado y Sociedad (CEDES) y con la organización Concept Foundation para construir la especificación”, dice Formente.

La directora del laboratorio valora: “Vivimos en una sociedad que aún tiene sus prejuicios, más allá de que existe una ley. Por eso, explicar en el laboratorio la importancia de este medicamento es una tarea paralela que también tuvimos que hacer”.

En los próximos meses, la mifepristona estará disponible en cada centro de salud y hospital de Santa Fe, mientras se sigue tramitando el permiso para llevarlo a todo el país. Para Gross, contar con la mifepristona en los consultorios significa “la garantía de brindar una atención de calidad de acuerdo a las recomendaciones internacionales. Al tener la medicación recomendada, estamos en mejores condiciones de acompañar desde el Estado y eso da mayor tranquilidad a las personas que requieren la práctica”.

La funcionaria argumenta: “La sanción de la Ley 27.610 vino a impactar en el fortalecimiento de la política pública que tiene que ver no sólo con el aborto, sino en el espectro más amplio de los derechos sexuales, reproductivos y no reproductivos”.

Una conquista feminista

Tras la sanción de la ley 27.610, el movimiento feminista comenzó a interpelar con más fuerza al Estado para que implemente la posibilidad de ingresar mifepristona al país, tal como lo hacía Chile (que cuenta con la despenalización en casos de violación, peligro para la vida de la persona gestante o embarazos en los que el feto tenga una patología incompatible con la vida fuera del útero) o Uruguay, desde que legalizó el aborto en 2012.

Tras conocer la novedad, Silvia Ferrero, de la organización MultiPalabras de la ciudad de Santa Fe, e integrante de la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito, expresa: “Aplaudimos que, así como Santa Fe fue pionera con el misoprostol, hoy lo sea con la mifepristona. Esperamos que esta sea una política de Estado que continúe”.

La militante recordó la lucha por la legalización de la interrupción voluntaria del embarazo, aclarando que al mismo tiempo se peleó por los medicamentos necesarios para realizar la práctica. Con un laboratorio público en la provincia, la interpelación al Estado pasó por requerir la producción de los fármacos como política sanitaria. “Tuvimos muchas reuniones con el LIF, tanto por la producción de misoprostol como de mifepristona. Creo que fuimos cuidadoras de lo que hoy es este derecho”, relata.

Mabel Busaniche, también integrante de MultiPalabras y de la Campaña, resalta la militancia de la capital provincial. “La ciudad de Santa Fe en ese sentido siempre fue desconocida. Pero el laboratorio está aquí y estos avances fueron hechos por gente de esta ciudad con voluntad política, que se jugó mucho por el misoprostol y por la mifepristona. Y hablamos de un territorio hostil, porque es una ciudad conservadora, pero quienes lo hacen están absolutamente convencidas y convencidos. Y lo hacen pensando en las mujeres”.

Busaniche liga el proceso de lucha feminista a esta conquista que permitirá acceder en Argentina a una atención de mejor calidad en materia de derecho al aborto. “Hay una vieja anécdota y es que en 2017 desde la Campaña en Santa Fe irrumpimos en una capacitación en la que había 400 o 500 efectores dependientes del Ministerio de Salud provincial. Estábamos preocupadas por la situación de las mujeres respecto al acceso al aborto en los hospitales de la ciudad y fuimos con un documento que contenía los testimonios de todas esas situaciones. Cuando nos escucharon, se hizo un silencio absoluto. A partir de ahí hubo cierto cambio en algunos efectores, que vieron que había gente del movimiento que era capaz de infiltrarse en un lugar, porque no estábamos invitadas, y contar todas esas cosas. A partir de esa situación, el doctor Jorge Stettler (ex titular del LIF) se puso como meta trabajar en el misoprostol desde el laboratorio, porque tenía en mente lo que nosotras habíamos dicho en aquel acto”.

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