El domingo 22 de septiembre de 1957 nació una dinastía nefasta cuando el médico François Duvalier, con su programa de reforma social y nacionalismo negro, fue elegido presidente de Haití.
La empobrecida nación caribeña había estado agitada desde la renuncia forzosa del dictador Paul Eugène Magloire. En diez meses hubo seis presidentes provisionales y las bandas dominaban las calles.
Nacido el 14 de abril de 1907 en la capital haitiana, Puerto Príncipe, de una familia humilde de agricultores negros originarios de la Martinica, Duvalier era un antiguo ministro de Sanidad y Trabajo que había encabezado la oposición a Magloire, pero “Papá Doc”, como lo llamaban los haitianos, resultó ser el déspota más represivo y de gobierno más duradero de la historia de Haití.
Pese a su origen humilde, Duvalier empezó a estudiar medicina, lo que le valió su apodo, y realizó sus prácticas en el campo.
Debido a sus labores médicas en la lucha contra el tifus, el paludismo y otras enfermedades tropicales con la gente más pobre alcanzó una gran consideración y notoriedad entre el pueblo haitiano. En 1939 se casó con Simone Ovide y en 1946 llegó a ser director general del Servicio Sanitario Nacional. En 1949 pasó a ser ministro de Sanidad y de Trabajo.
Tras oponerse al golpe de Estado de Paul Magloire en 1950, se vio obligado a esconderse y a pasar a la clandestinidad hasta que se proclamó una amnistía en 1956.
Haití, la primera república negra del mundo, no había tenido mucha suerte desde que se separó de Francia –tras una cruenta guerra de independencia– en 1804.
Con poca tierra cultivable y marcada por un siglo de esclavitud, Haití fue gobernada por una serie de elites que vivían con gran lujo –ayudadas por las inversiones estadounidenses–, mientras la mayoría de la población sufría una terrible pobreza.
En ese marco, se alternaron dictaduras con breves épocas de democracia y una ocupación militar de Estados Unidos, que duró desde 1915 hasta 1934.
En 1957 se promulgó una nueva constitución y Duvalier, apoyado por el Ejército, triunfó en las elecciones presidenciales para un período de seis años.
Su campaña electoral fue populista y basada en una estrategia pro negritud, en la que apeló a la mayoría afrohaitiana y que se oponía a la élite mulata que estaba en el poder. Además, Duvalier renovó la tradición del vudú y luego lo usó para consolidar su poder, afirmando que él mismo era un hougan –sacerdote del vudú–. Duvalier imitó de modo deliberado la imagen del Barón Samedi, dios de la muerte y los cementerios en el panteón vudú, en su intento por resultar aún más convincente. Usaba frecuentemente anteojos de sol y hablaba con un fuerte tono nasal.
Al llegar al poder, Papá Doc prometió derrocar a la antigua clase dirigente –compuesta en su mayoría por mulatos– y doblegar al Ejército pero, después de evitar un golpe de Estado en 1958, estableció una fuerza de seguridad, los Tontons Macoutes, cuyo reino de terror no tenía precedente.
Como Duvalier, los Tontons Macoutes explotaron la religión vudú, y convencieron a muchos haitianos de que los Macoutes eran invulnerables y sobrenaturales.
Vestidos de campesinos y con anteojos de sol, los Tontons Macoutes torturaron y asesinaron a voluntad.
Cuando los rivales de Duvalier habían muerto o se hallaban en el exilio, él y sus partidarios corruptos acapararon la riqueza del país.
En 1964, cuando Haití se encontraba en un aislamiento diplomático grave, Papá Doc se declaró presidente vitalicio y gobernó hasta su muerte, el miércoles 21 de abril 1971.
Se calcula que fueron más de 30.000 las personas asesinadas durante su régimen de terror.
Papá Doc fue glorificado por sus seguidores casi como un dios y a su muerte, según su voluntad, y la Constitución que él mismo había diseñado, le sucedió su hijo, Jean Claude Duvalier, “Baby Doc”, que pasó a ser presidente vitalicio cuando sólo contaba con 19 años de edad. A la muerte de François Duvalier, Haití era el país más pobre de América, ocupaba el primer puesto en analfabetismo y la salud pública estaba en un estado desastroso.
Al ser derrocado su hijo Baby Doc, 15 años más tarde, en 1986, el cuerpo de François Duvalier fue desenterrado y apaleado ritualmente.
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