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Vecinos derriban búnker tras el crimen de un joven

La víctima murió en un ajuste de cuentas narco. En la zona dicen que al lugar lo protege la Policía.


El homicidio de un joven de 19 años en la puerta de un búnker de venta de drogas ubicado en barrio Emaús, durante un claro ajuste de cuentas, generó una masiva protesta de vecinos, que fueron hasta el lugar y en poco más de 24 horas derribaron el lugar, que decían estaba protegido por la Policía. Los habitantes de la zona indicaron que el fallecido era un “soldadito” que supo vender estupefacientes en el lugar destruido, pero que en el último tiempo “se había abierto”, aunque no se había alejado de “ese rebusque”. Hace poco más de un año, a pocos metros, fue asesinado el sobrino del joven ultimado el jueves, en otro hecho relacionado con broncas entre gente que pulula al margen de la ley.

El homicidio de Pedro Altamirano, de 19 años, fue “la famosa crónica de una muerte anunciada”, refirieron ayer algunos de los habitantes de barrio Emaús. La víctima fue atacada cerca de las 15 del jueves en Tarragona y Juan B. Justo, a centímetros de un búnker de venta de drogas que había sido allanado y desbaratado hace tres meses, pero que en menos de 48 horas volvió a “estar activo”.

A esa hora, Pedro, quien era conocido en el barrio por el sobrenombre de Monito, estaba charlando con unos amigos en la esquina de Tarragona y Juan B. Justo, esquivando la lluvia que se abatía por la zona.

En un momento, desafiando charcos y barro, apareció un auto negro con vidrios polarizados. El paisaje era habitual, ya que en la zona es común ver vehículos de todo tipo, marca, año y color buscando drogas en el búnker del barrio. Pero el auto no estacionó, su conductor bajó la velocidad y, luego de bajar uno de los cristales polarizados, una ráfaga de tiros sacudió a Pedro y a todo el barrio.

El Monito Altamirano recibió heridas de bala en la pierna derecha, brazo y tórax; y fue trasladado en un auto particular hasta el Hospital Eva Perón, de Granadero Baigorria, donde murió alrededor de las 19 de anteayer. Quienes estaban con él resultaron ilesos y con el correr de los minutos fueron interrogados por vecinos, que antes de saber de la muerte de Pedro ya se habían decidido a “cortar por lo sano con el tema”.

En pocos minutos y sin que nadie lo impidiera, vecinos del barrio se acercaron con objetos contundentes que encontraron a mano y, en forma desorganizada y violenta, empezaron a derrumbar el lugar donde hasta hace poco tiempo el Monito vendía drogas, ya que para todos los presentes su crimen tenía la marca de un ajuste de cuentas narco.

“Al Monito lo mataron por equivocación; las balas eran para otro. Si bien en su momento laburaba para el Tuerto, hacía un tiempo que estaban separados” indicaron ayer testigos del derrumbe, en relación con Pedro, el muchacho asesinado y sobre quien tiene a su cargo la venta de drogas en la zona. (Ver recuadro).

En el lugar del ataque, entre gallinas y zanjas con barro, se divisa una casa prefabricada casi demolida en su totalidad. Restos de paredes que ya no son, caños que pierden agua y, sobre todo, escombros, eran la postal de la bronca que estuvo contenida durante mucho tiempo y que entre el jueves por la tarde y la mañana de ayer, implosionó.

Como muestra de desigualdad, se podía ver parte de la pared de una de las habitaciones que contrastaba con el resto del lugar: azulejos negros, con detalles en gris, acompañaban lo que hasta pocas horas antes había sido “un altar de San La Muerte”, indicó alguien que se identificó como “ex empleado” del lugar.

El muchacho, mientras pateaba las piedras que alfombran lo que fue el búnker, levantaba tarros plásticos, bolsas y banditas elásticas con las que –según dijo– se preparaba la droga para su distribución.

“Acá tenías merca de diez hasta cien pesos. Venían autos último modelo, del que bajaban muchachos con bucitos GAP o llegaban pibitos reventados sin las zapatillas, que venden cosas choreadas para comprar. Había droga para todo el mundo”, relató un joven envalentonado tras el derrumbe del sitio.

“El Tuerto movía mucha plata por día y se movía sin problemas porque adornada a la Policía”, remarcó el muchacho, quien además sostuvo que el búnker que allanaron hace dos meses en inmediaciones de La República y Cullen también estaba a cargo del apodado Tuerto. “A ese lugar lo reventaron un día y a las pocas horas montaron otro cerquita; hacen lo que quieren”, agregó otro muchacho. En esa esquina estaba la primera cocina de cocaína desbaratada en Rosario, en febrero de 2008.

El homicidio de Altamirano es investigado por la Brigada de Homicidios y la seccional 17ª.

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