Policiales

Intimidación a jueza

Ataques mafiosos: una saga que no se detiene

Una nueva integrante del tribunal que condenó a la banda Los Monos se sumó a la lista de nombres relacionados con balaceras a domicilios: Marisol Usandizaga. En total, 25 plomos impactaron sobre dos viviendas vinculadas con su familia


El ataque a balazos en Zeballos al 2500. Foto: Juan José García.

Manfrín, Vienna, Lotito, Quevertoque. Todos apellidos vinculados con la investigación y posterior condena de la banda Los Monos. Esos nombres volvieron a cobrar notoriedad en las últimas semanas en lo que ya asoma como una saga de domicilios acribillados. En las últimas horas se sumó Usandizaga, de nombre Marisol, integrante junto con Manfrín del tribunal que sentenció al núcleo duro del clan Cantero: motociclistas balearon en Zeballos al 2500 el frente de una vivienda que hace más de 40 años perteneció a la familia de la funcionaria judicial, hija del ex intendente y ex presidente de Rosario Central Horacio Usandizaga. Por si quedaran dudas, ya entrada la madrugada fue atacado en forma similar el frente de un edificio, y las balas atravesaron incluso la puerta de un estudio jurídico que perteneció al dirigente político. La nueva intimidación volvió a agitar reuniones de integrantes del Poder Judicial preocupados por su seguridad, mientras que el ministro del área, Maximiliano Pullaro, afirmó: “La organización de los Cantero siempre aparece en la mayoría de las hipótesis de este tipo de casos”. De todas maneras, la Justicia aún no ha determinado quién ordenó las balaceras; tampoco quién las ejecutó. Pese a las obvias sospechas sobre Los Monos, hay otras hipótesis en danza, como por ejemplo alguna banda rival que pretenda quedarse con su negocio al achacarle las agresiones, en connivencia con algún uniformado. Una réplica de lo que puso en evidencia el juicio al clan Cantero, que operaba en sociedad con policías.

El ataque a balazos en Zeballos al 2500, en la noche este jueves poco después de las 22, fue en los minutos siguientes caldo de cultivo para especulaciones. En la casa de dos pisos que recibió 8 plomos calibre 9 milímetros, que al parecer partieron de una moto Honda Tornado roja, vive el padre de Ricardo Brachetta, un perito balístico que a la vez es propietario de una armería. Esa propiedad perteneció, hasta 1985, a Horacio Usandizaga. Y enfrente vive Ricardo Carloni, vicepresidente de Rosario Central que suena como candidato presidencial del oficialismo en los comicios de renovación de autoridades previsto en el club para dentro de dos meses. En diálogo con la prensa, Brachetta relató cómo vivió los instantes posteriores a la lluvia de balas en su domicilio, en cuya planta alta, además, voceros policiales dijeron vive un abogado penalista.

“Personalmente no tengo ningún problema –confió el perito–. Nos juntamos con Ricardo Carloni; él pensaba que podría ser parte de las internas de las elecciones próximas en Rosario Central. Estábamos en la duda. Dos cosas me llamaron la atención. No teníamos ninguna noticia, recién habíamos llegado. Y el primer policía que llega me pregunta: «¿Acá no vivía la jueza Marisol Usandizaga?». Yo respondí: «Hace más de 40 años que esta casa no es de Usandizaga». El detonante fue que cuando todavía no estaban terminando las actuaciones y a la 1 de la mañana la Policía salió corriendo por otra balacera a unas pocas cuadras. Y esta mañana me enteré que ahí aparentemente tendría el estudio Marisol Usandizaga”.

Esa segunda balacera parece erradicar todo atisbo de duda en cuanto al blanco de intimidación de los tiratiros. Marisol se llama el edificio de Dorrego al 1615, en cuya planta baja funciona un estudio de abogacía que alrededor de la 1 se transformó en un colador: recibió 17 disparos de un arma 9 milímetros luego de atravesar la puerta de entrada. Ese estudio exhibe una U en un cartel y perteneció al Vasco Usandizaga. La mecánica se repite: balaceras en las sombras, en general desde motos con dos ocupantes que hasta ahora nunca fueron capturados por la Policía, ni tampoco los registros de cámaras de seguridad parecen aportar datos de relevancia para la identificación.

La investigación de ambos ataques quedó en manos del fiscal de Flagrancia en turno Iván Enríquez. Aunque –aclararon desde el Ministerio Público de la Acusación–, “se entrecruza información con otras investigaciones llevadas adelante por hechos similares” por la Unidad de Delitos Complejos que integran Natalia Benvenuto, David Carizza y Valeria Pedrana. Es decir, los ataques contra los ex domicilios del juez Ismael Manfrín y viviendas vinculadas con Juan Carlos Vienna, el juez instructor de la megacausa Monos.

“La organización de los Cantero siempre aparece en la mayoría de las hipótesis de este tipo de casos”, dijo Maximiliano Pullaro a la prensa, y añadió: “Con este tipo de ataque se intenta dar un mensaje”. Sin embargo, el funcionario prefirió la prudencia a las afirmaciones: “En una investigación no se descarta nada hasta que no haya condenas a los responsables. No descartamos nada, pero como uno no descarta nada, analiza todas las hipótesis”.

Una ola que no se detiene

Los ataques contra las viviendas de familiares del juez Vienna, y en antiguas residencias de su par Ismael Manfrín, comenzaron luego de que dos integrantes de la condenada banda de Los Monos, Ariel “Guille” Cantero y Ema Chamorro, fueran trasladados a cárceles federales fuera de Rosario.

El 20 de junio desconocidos balearon poco antes de las los frentes de tres viviendas, ubicadas en Laprida al 3600, entre 24 de Septiembre y bulevar Seguí, en una de las cuales vive el padre de Vienna. Los tiradores se movilizaban en un Ford Focus color blanco. Los mismos portavoces aseguraron que en la escena fueron incautadas vainas servidas calibre 9 milímetros.

Vienna fue quien llevó adelante el grueso de la instrucción del homicidio de Martín “Fantasma” Paz, ocurrido en septiembre de 2012, la cual viró en la pesquisa por asociación ilícita para los integrantes de la banda de Los Monos. Este expediente llegó a juicio oral y en abril pasado el tribunal presidido por el juez Ismael Manfrín, e integrado por sus pares Usandizaga y María Isabel Más Varela, condenó a la mayoría del núcleo duro del clan Cantero a altas penas.

Un día antes del ataque sobre la casa del padre de Vienna se había producido un episodio similar. Motociclistas gatillaron poco después de las 20 del 19 de junio al menos diez veces: cuatro de los proyectiles impactaron sobre la casa de un comerciante, ubicada en una de las ochavas de Buenos Aires al 3900. El ataque llamó la atención porque el otro domicilio donde las fuentes indicaron que uno de los proyectiles hizo blanco pertenece a la ex esposa del juez Vienna. Una sexta bala impactó en un vehículo, que según fuentes policiales es propiedad del fiscal Marcelo Vienna, hermano del juez.

Tres semanas antes, dos ex viviendas del juez Ismael Manfrín, quien dictó sentencia en la causa que en su momento instruyó Vienna y que además integró el tribunal que absolvió a los acusados de matar en 2013 a Claudio “Pájaro” Cantero, fueron tiroteadas por motociclistas con una mecánica similar, por lo que la conexión se hizo ineludible.

En un solo caso los tiradores usaron un calibre distinto. En los ataques del 29 de mayo, a las viviendas de Italia al 2100 y Montevideo al 1100 que habían pertenecido a Manfrín, se hallaron vainas calibre 9 milímetros, en el primer caso, y 40, en el restante.

En el mismo marco fueron atacadas a tiros semanas atrás viviendas vinculadas con dos renombrados ex integrantes de la Brigada Operativa de la División Judiciales, que encabezó la pesquisa contra los Monos en el fuero provincial allá por 2013: el subcomisario Luis Quevertoque y el sargento Ariel Lotito. En este contexto, luego de que se conociera que la muerte del Pájaro Cantero –líder de Los Monos asesinado en mayo de 2013– quedaba impune al confirmar las absoluciones la Cámara Penal, una caja con un pollo y dos bananas fue depositada en la puerta de ingreso a Tribunales. Uno de los acusados por ese crimen es Luis “Pollo” Bassi y otro es Facundo “Macaco” Muñoz, por lo que todas las lecturas del hecho lo calificaron como una nueva intimidación.

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