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“Nunca debe subordinarse la política al espectáculo”

Fernando Chino Navarro, legislador de Buenos Aires, analiza la relación del kirchnerismo con los medios.

Más allá de su labor como legislador de la provincia de Buenos Aires e integrante de la conducción nacional del Movimiento Evita, Fernando Chino Navarro se hizo conocido en el país por sus persistentes incursiones en los medios nacionales, donde nunca vaciló en polemizar y defender las políticas más incómodas del gobierno, como por ejemplo la famosa resolución 125.

Pese a definirse como “ultrakirchnerista fundamentalista”, cree que el Movimiento Evita que integra tiene como características fundamentales “la discusión y la crítica”, aún hacia adentro, aunque sin hacerle el juego a “los intereses de los grupos económicos”. Al mismo tiempo, el hombre que tiene su propio programa en la señal de cable Canal 26 reniega de todo conflicto con La Cámpora, la organización del kirchnerismo que parece haberse llevado el favoritismo de Cristina.

Tras una charla homenaje a Néstor Kirchner, donde fue el orador principal, Navarro charló con El Ciudadano sobre las internas del kirchnerismo y la relación entre los medios y la política.

—¿Cómo logró transformarse en una de las espadas mediáticas del kirchnerismo, desde su banca de legislador de la provincia de Buenos Aires?

—De chico, cuando jugaba al básquet y al fútbol, los partidos que más me gustaban eran los que tenían mucho público, y de visitante. Y en los medios me pasó igual. Siempre me gustó ir a los programas más difíciles con los temas más difíciles. Las producciones saben que me llaman y voy, cualquiera sea el tema, cualquiera sea la persona con quien tenga que debatir.

—¿Hasta dónde llega la sociedad entre los medios y la política?

—El ser parte de un espectáculo como el de Marcelo Tinelli puede servir en la política, como le sirvió en su momento a De Narváez, y a otros dirigentes –sin hacer un juicio de valor del programa de Tinelli– pero eso no determina la trayectoria política, en la medida que no tenga respaldo en las acciones que vayan en consonancia con los intereses de las mayorías.

Yo me acuerdo que en 2009 había un debate en el seno del kirchnerismo sobre si Néstor Kirchner debía ir o no al programa de Tinelli. Estábamos los que pensábamos que tenía que ir porque eso le iba a aportar votos, y otros que sabiendo que aportaba votos decían que no había que ir porque la política no podía subordinarse al mundo del espectáculo. Después de las elecciones, habiendo perdido, creo que fue correcta la decisión de no ir, porque si la política resigna la centralidad que tiene en la discusión de ideas, aunque sea simbólicamente, pasa a ser una cuestión más vinculada a la farándula o al marketing que a un instrumento que modifica la realidad.

—Como hombre del distrito, ¿cómo ve el conflicto de parte del kirchnerismo con Daniel Scioli?

—Es verdad que hay tensión entre una construcción más afín a la esencia de lo que expresaba Néstor y hoy expresa Cristina, y políticas de alianza con sectores de dentro del peronismo o fuera del peronismo que tienen origen diverso y trayectorias diferentes, que por ahí no coinciden. Pero la obligación en esta etapa, como en cualquier etapa del movimiento nacional, es construir mayorías, priorizando las contradicciones principales en detrimento de las contradicciones secundarias. Nosotros creemos que Scioli es un compañero de ruta de este proyecto, con matices y con diferencias. Pero en los momentos difíciles de este proceso no claudicó. En el debate de la 125 el acompañó a rajatabla las políticas de Cristina contra la mesa de enlace, contra la Sociedad Rural. Acompaño todo el proceso electoral de 2009 como candidato testimonial. Siguió acompañando al día siguiente, cuando muchos que hoy vuelven a ser híper kirchneristas ya hablaban de post kirchnerismo, por derecha y por izquierda.

—¿El Movimiento Evita es incondicional del kirchnerismo?

—Nosotros creemos que sin espíritu crítico la política no avanza. Siendo kirchneristas fundamentalistas, creemos que se requiere la discusión y la crítica, y siempre de cara a la sociedad. También hay que tratar de que ese afán de cuestionar y criticar no nos ponga a disposición de grupos económicos que enfrentan al modelo nacional y popular. Porque a veces uno en el entusiasmo se puede pasar de rosca. Somos un instrumento que ha crecido más allá de nuestra voluntad en los sectores más humildes de la sociedad. En las barriadas, donde el crecimiento ha llegado pero no tanto como para poder hablar de un barrio justo. Y creemos que la discusión, la pelea y la lucha, debe ser cotidiana y permanente.

—Al kirchnerismo se le critica ese perfil.

—Los intelectuales orgánicos de los grupos económicos, (Marcos) Aguinis, (Mariano) Grondona, (Santiago) Kovadloff, y muchos otros, quieren estigmatizar esos términos porque lo que no quieren es debatir. Quieren imponer la verdad única de los 90, donde la ideología se había muerto, donde el muro de Berlín se había caído, donde el capitalismo estaba imperando en forma definitiva y el mercado resolvía los problemas. Ahora el capitalismo está agonizando, no agotado en el sentido que le dábamos en los 70, pero sí cansado, para decirlo de alguna manera. Nuestra obligación en ese esquena es debatir.

—Algunos dirigentes locales salieron a distinguirse de La Cámpora, porque dicen que construye desde arriba hacia abajo, en lugar de hacerlo desde las bases.

—No comparto. El peronismo históricamente construyó de arriba hacia abajo. Si hay una crítica que se hace el peronismo es esa. Perón construyó desde el balcón, y gracias a Dios que Perón construyó desde el balcón. Y Evita, y Néstor y Cristina. Y nosotros también quisiéramos construir desde el balcón. Lo que pasa es que el reclamo que nosotros le hacíamos a Néstor y después le hicimos a Cristina, de construir un instrumento político, queríamos que se realizar a través nuestro. No somos nosotros, es La Cámpora, bienvenido sea. El Evita empieza en la calle, peleando, pero La Cámpora también.

La irrupción de La Cámpora tiene una dinámica y una velocidad que ha sorprendido a los actores políticos y generó una discusión también fuera del movimiento nacional y popular, estigmatizándola como los Montoneros del siglo XXI, lo que es un real disparate e implica no discutir las cuestiones de fondo.

Nosotros nos consideramos hermanos de La Cámpora. Tenemos una política definida de construir en el marco de la unidad, y lo vamos a hacer con todas las organizaciones.

 

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