Ciudad

Rosario bajo conmoción por trágica explosión en edificio

Por Alejandro España.- Hasta anoche había 12 muertos, más de 62 heridos y 15 desaparecidos, según información oficial tras una detonación que se produjo por un escape de gas en un edificio de Salta al 2100, donde colapsó una de las tres torres del complejo.


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Se oyó una fuerte explosión y una densa columna de humo nubló la mañana. A las 9.40 no quedó lugar en el centro de Rosario donde no se oyera la detonación. Sin embargo, era impensado suponer en ese momento que se estaba produciendo un siniestro de características únicas en la historia de la ciudad. Doce muertos, 62 heridos y 15 desaparecidos se contaban hasta anoche, al cierre de esta edición, producto de la explosión originada por un escape de gas en el edificio de Salta 2141, una de cuyas torres se derrumbó por completo. “Se derritió”, describieron los testigos.

Como sucede en toda tragedia, la confusión, el caos, el temor y la incertidumbre ganaron rápidamente el escenario. Durante varios minutos resultó imposible mensurar el daño e imaginar qué se escondía detrás de esa fuerte detonación. La magnitud de la catástrofe empezó a percibirse con más claridad poco después de las 10 de la mañana. Desde Buenos Aires, el canal de cable TN mostraba imágenes de la humareda y hablaba de la “explosión de la caldera de un edificio”, y los móviles de las radios rosarinas comenzaban a transmitir desde “el lugar de los hechos”.

Cuál fue la causa exacta de la explosión se dilucidará con el transcurso de los días. Por lo pronto, la Justicia allanó en la tarde de ayer las oficinas de la empresa Litoral Gas para reunir documentación que permita esclarecer si, como se dijo, existían reclamos de vecinos que alertaban sobre “un fuerte olor a gas” en el edificio de Salta al 2100 y si se habían producido reparaciones por pérdidas. El caso, caratulado como estrago culposo, quedó en manos del Juzgado Correccional Nº 7, a cargo de Juan Curto, quien se hizo presente en el lugar durante la tarde.

Los testimonios recogidos ayer en el lugar eran coincidentes: la explosión se produjo en momentos en que un operario trabajaba para reparar el regulador del suministro de gas en la planta baja del edificio. Según trascendió, el hombre perdió el control de la situación y, asustado, salió corriendo a la calle; detrás de él lo hizo Pedro, el portero del edificio. Enseguida, la explosión, el humo y la muerte. Anoche, el juez ordenó la detención del gasista. Fue tal la magnitud del estallido que se derrumbó uno de los tres bloques –el del medio– del edificio de nueve pisos, donde había 18 de los 61 departamentos que conformaban el complejo habitacional. “Se derritió”, coincidieron los testimonios. Y las imágenes impactan y remiten, sin escalas, a la voladura de la Amia en 1994.

La onda expansiva causó daños de consideración en las construcciones de la zona. “Mi cocina terminó en el balcón”, contó una vecina de calle Salta. Con esa frase describió de una pincelada el estado de situación. A los bomberos les llevó varias horas controlar el fuego. En rigor lo lograron cuando Litoral Gas logró cortar el flujo de gas para lo cual debió romper vereda y obturar directamente en las esquinas de Oroño y Balcarce, ya que la explosión destruyó la red del edificio.

Para cuando llegó la intendenta Mónica Fein la situación era desesperante. Estoica, soportó la descarga de ira de un grupo de vecinos que quería saber dónde estaban amigos y familiares que vivían en la construcción siniestrada. Eran momentos de mucha tensión y pocas certezas. No es que las cosas mejoraron después, pero el correr de las horas permitió ver con más nitidez el cuadro de situación y medir el alcance de la tragedia y, por lo tanto, actuar en consecuencia.

Ya para las primeras horas de la tarde, cuando se confirmaban las primeras muertes, nadie tenía dudas de que la ciudad estaba frente a uno de los hechos más trágico del que tenga registro. Las autoridades provinciales, con el gobernador Antonio Bonfatti a la cabeza, se pusieron a disposición del municipio. También resultó todo un gesto el desembarco del ministro de Defensa Agustín Rossi y del secretario de Seguridad Sergio Berni, quienes ofrecieron recursos humanos y equipamiento para las tareas de rescate.

El bulevar Oroño se convirtió en una gigantesca tienda de campaña que albergó a médicos y enfermeros que practicaron las primeras curaciones a los heridos. En tanto que en el estacionamiento del supermercado La Gallega se montó una especie de base de operaciones desde donde se coordinaron las acciones de rescate, que contaron con apoyo de bomberos de diversas localidades vecinas.

Con la llegada de la noche se prolongó la angustia de familiares y amigos de los heridos y de aquellos que permanecían desaparecidos. También la impotencia de quienes en un cerrar y abrir de ojos se quedaron en la calle, con su vivienda reducida a escombros o en serio peligro de derrumbe. Se perdieron vidas y los daños materiales son cuantiosos.

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