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Sociedad

“Para entender al niño real debo entender al niño que fui”

La psicóloga y terapeuta Laura Gutman presentó en Rosario el libro La Biografía Humana, “un armado de 30 años”.


Laura Gutman es terapeuta y formadora de profesionales, especializada en las relaciones entre adultos y niños. Durante 30 años de trabajo ha organizado una metodología terapéutica innovadora para que cada individuo pueda abordar su propia realidad emocional tomando en cuenta el niño que ha sido, y también para que pueda tomar distancia entre su ser interior y aquello que recibió del relato materno. Gutman es autora de títulos como La maternidad y el encuentro con la propia sombra, El poder del discurso materno y La revolución de las madres, entre otros.

En su paso por Rosario para presentar su último libro La Biografía Humana, editado por Planeta, la autora dialogó con El Ciudadano explicando su metodología: “La biografía es un sistema que fui armando durante muchos años, que como toda indagación personal, sirve para que nos comprendamos más, para comprender lo que nos pasa, y para qué nos pasa. Siempre queremos cambiar, buscamos soluciones y en verdad la única manera de desarmar un nudo que hemos armado nosotros, es entendiendo cómo lo hemos armado. En nuestra vida siempre que tenemos un obstáculo, ya sea laboral, vincular, relacional, por lo general solemos mirar la última escena de la película, discutimos y preguntamos qué es lo que hay que hacer, bueno, la Biografía Humana intenta como mínimo mirar la película completa, que aunque también es un recorte, propone comenzar por la propia infancia, y un poquito también por la infancia de nuestros padres para saber en qué escenario hemos nacido, qué cosas nos han pasado, qué hicimos con lo que nos pasó, y después cómo podemos entender nuestra realidad con una mirada más amplia, porque si no estamos siempre mirando por el ojo de la cerradura”.

—En el libro usted toma el relato de sus pacientes, y los trabaja a la manera de una investigación de detectives.

—Lo hacemos así porque una cosa son los recuerdos que nosotros tenemos, que están organizados en base a la interpretación que mamá nos contó. Por ejemplo cuando nos dice: “Vos eras un llorón” o “Vos eras buenísimo”, en realidad nos expresa la interpretación que la madre hacía del estado del niño pero no la verdad de cómo era ese chico. Seguramente si yo era llorona era porque había necesidades que mamá no podía comprender, calmar o solucionar. Por eso como los recuerdos responden a una organización de la psique que se realiza a través de las palabras que “nombran”, una cosa es la organización que tenemos y muy diferente es lo que debemos ir a buscar como detectives, que es lo que pasó en realidad. Aquello que me pasó como niño está desorganizado porque nadie lo nombró, eso sería “vos estas necesitando más protección, más presencia, más atención y como no la tenés, estas llorando”. Lo que debemos mirar es la distancia entre la organización de los recuerdos y la verdad.

—¿Para poder iniciar esa labor de detective se requiere la coordinación de un terapeuta entrenado?

—Yo me dedico a entrenar profesionales en este sistema. En todas las épocas y las religiones han existido sistemas, el más conocido en Argentina es el psicoanálisis (al que yo realizo críticas); éste es un sistema posible, directo, sin interpretaciones, lo más limpio, mirando desde el alma infantil del niño del consultante.

—Usted bucea en el relato materno. ¿Qué sucede con la figura del padre?

—Podría ser paterno pero en la mayoría de nuestras historias, esto es casuística, el discurso materno prima por mucho, en principio si hay una mamá, ella es el pívot de las relaciones familiares dentro del hogar, en otro caso es la abuela, si hubo una pelea entre mamá y la abuela y el relato quedó mas en la trinchera de la abuela. En algún caso puede ser paterno, cuando mamá esté muy asociada al discurso de papá. Pero cada caso debe ser mirado en cada biografía humana.

—Cualquier persona puede acceder al libro y ser testigo de los casos relatados.

—Como todos mis libros están escritos de una manera coloquial, cualquier persona lo entiende, no son técnicos y van al corazón. Los acercamientos son de manera emocional, también para los profesionales de la salud y del mundo “psi”, porque si no lo leen con prejuicios, ayuda porque estamos tan intoxicados, atados a teorías, por eso este libro propone mirar la práctica cotidiana para que nos ayude a entender lo que nos pasa a nosotros y a nuestro prójimo, porque cuando tenemos una dificultad también la llenamos con interpretaciones, que son siempre subjetivas.

—Para desatar los nudos que atamos o aquellos que nos llegan…

—Podemos decir que algunos nos llegan atados por nuestra mamá, esa es la mala noticia. Todos nacemos en un cierto escenario, el que sea, con una mamá intelectual con su libido en el trabajo, o mamá básica y bruta, o una mamá quejosa porque papá tiene otra mujer; en fin, en cualquier escenario en que estemos, nosotros tenemos que hacer algo, porque ningún niño se puede ir de ese escenario que le tocó, porque todos nosotros hemos hecho algo para sobrevivir. Podemos citar que todos los niños lo que necesitamos es un máximo de amparo, de amor, de comprensión de nuestra mamá. Pero claro que es ella quien nos pone el personaje: “Vos te podes arreglar solo, sos el más responsable de la casa y tu hermano es el que hace lío”, y nosotros hemos tratado de responder a ese personaje para tener el amor de mamá, y vamos a salir al mundo con ese disfraz que es el que me puso mamá, y un montón de otras cosas que me pasaban las mandé a las sombras porque no encajaban con ese rol de responsable. Entonces después voy a ser joven y adulto que siempre tratará de mantener ese personaje. Esta situación sirve para entender porque armamos esos nudos, porqué nos relacionamos de una determinada manera con nuestros vínculos. Entonces mirar esto es mirar una totalidad, lo que pude hacer hasta acá y lo que puedo hacer en adelante si yo comprendo todo mi escenario.

—De acuerdo a su metodología, si los padres queremos mejorar el vínculo que tenemos con nuestros hijos, debemos remontarnos a nuestra infancia, mirarnos con ojos de niños.

—Siempre, porque no voy a comprender al niño real si no comprendo al niño que fui. Toda mamá tiene buenas intenciones, pero a veces tenemos un límite que es la falta de intimidad emocional que tengo conmigo mismo y con mi hijo.

—¿Qué lectura hace del caso Magaly, la chica de 12 años que se fue de su casa y después se supo que estuvo con un muchacho de 24 años?

—Nosotros por las noticias no sabemos la biografía de esa nena y sobre todo de su madre, pero sí estamos seguros de que los padres observamos a nuestros hijos, tratamos de saber sobre sus relaciones y las exposiciones en redes sociales. Lo que tenemos que mirar y no miramos, en realidad todos compartimos la falta de intimidad emocional con nuestros hijos, y por eso no los comprendemos, podemos afirmar que si nosotros no tenemos intimidad emocional con nuestros hijos es porque nos quema el contacto con nuestra propia emocionalidad, de cuando nosotros fuimos niños.

—¿Cuando habla de intimidad emocional está hablando de una profunda conexión?

—La conexión necesaria para comprender profundamente lo que le pasa al otro, y eso lo puedo hacer si yo entré en contacto con lo que me pasó a mí. Si yo tengo una interpretación de lo que me pasó a través del discurso de mi madre, yo ahora voy a usar las mismas interpretaciones para decir lo le pasa a mi hijo, así yo lo controlo. Y eso es muy diferente a entrar en contacto con lo que me pasó a mí, porque si entro ahora voy a sentir dolor, pero claro que soy grande y cuento con otros recursos. No hay forma de entrar en contacto emocional con el niño si yo primero no reviso realmente lo que me pasó a mí en mi territorio emocional cuando fui niño.

Dolto trazó el camino

Laura Gutman escribió muchos libros como psicoterapeuta familiar, entre ellos “La revolución de las madres” y “El discurso materno”. Ella reconoce que en su formación se vio influenciada por la psicoanalista y pediatra Françoise Dolto ( Francia, 1908-1988). “Yo la descubrí en mi adolescencia y cuando me exilié en Francia la fui a buscar. En ese momento, Dolto era muy combatida por los psicoanalistas, diferencia que hoy no es tan importante. Ella me parecía extraordinaria como psicoanalista de niños y lo que le endilgaban era que banalizada el psicoanálisis. La conocí a los 20 años y me marcó un surco. Françoise hablaba mucho sobre los niños y el derecho a la verdad, y decía una frase maravillosa: los seres humanos tenemos la misma capacidad de comprensión desde el día de nuestro nacimiento hasta el de nuestra muerte. Yo veía como ella le hablaba a los niños, primero hablaba con las madres, y sobre eso que ellas le relataban, Françoise se dirigía al niño y le explicaba con palabras sencillas, y fui testigo de cómo esos niños reaccionaban de una manera extraordinaria. En ese tiempo decidí que iba a tratar de trabajar para que las madres en un futuro seamos capaces de hablar con nuestros hijos sin mediación de una profesional. Trabajando con Françoise Dolto yo sentí que ella era una flecha que me marcaba hacia donde ir. Por eso cuando volví a Argentina, armé mi escuela, en los noventa, seguí trabajando con mamás de niños pequeños y puérperas, al tiempo que empecé a darme cuenta que aquello que los niños manifestaban, en realidad era una manifestación de la sombra de la madre. Así fue que comencé a preguntar a las madres sobre situaciones propias de sus infancias y los niños dejaban de manifestar, y así llegamos a este recorrido de la Biografía Humana.

 

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