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Viejas Locas tuvo su adiós en Rosario

La banda de Pity Álvarez se comenzó a despedir de los escenarios y el sábado pasó por Metropolitano en una noche con todos los ritos del rock.

Y llegó el día nomás en que Pity hizo delirar a una multitud en la despedida de Viejas Locas en Rosario. El sábado, en Metropolitano, Álvarez, líder de la formación nacida a fines de los 80, brindó su último recital en la ciudad en el marco de una gira que lo encuentra tocando por todo el país.

La música comenzó a sonar apenas pasadas las 23, dos horas más tarde de lo previsto, casi nada para quienes acostumbran a visitar los show de éste músico.

No obstante, la previa se disfrutó desde las primeras horas de la tarde en el Parque Scalabrini Ortiz ubicado frente al Salón Metropolitano. Allí, miles de fanáticos llegados de todas partes del país se reunieron para vivir la espera y ponerle color y calor a una fresca noche que incluyó todos los ritos del rock: música, pogo, banderas y mucha buena energía.

“Los espectadores no asisten al carnaval sino que lo viven”, supo escribir el filósofo ruso Mijaíl Mijáilovich Bajtín. La devoción que provoca Pity Álvarez en su gente, vale la aclaración, es mucho más que la proveniente de su música y sus líricas. Es también un ánimo transgresor y de crítica social que genera identificación, convoca y apasiona a multitudes que no dudan en “hacerle el aguante”, dicen, a costa de transitar cientos de kilómetros para ser parte de sus llamados.

Vienen en procesión y allí se encuentran. Muchos se acercan a este cronista para dar testimonios de los sacrificios que realizaron para estar ahí. “Viajamos a dedo”, dice un grupo de muchachos que desde hace dos días se movilizan desde Neuquén a Rosario.

Dejar una huella de toda esa quijotada parece ser, también, parte de la ceremonia que implica mucho más sacrificio que juntar la plata para la entrada. De Rosario, pero también de Buenos Aires, Santa Fe, Misiones y hasta de Uruguay llegaron sus seguidores.

En cuanto a lo estrictamente musical, la velada comenzó cerca de las 23 y se extendió hasta pasada la 1 de la madrugara de ayer. Una larga lista de canciones vendría por delante para repasar la rica historia musical de una banda que grabó cuatro discos que se transformaron en clásicos: Viejas Locas (1995), Hermanos de sangre (1997), Especial (1999) y Contra la pared (2011). Pero también hubo lugar para temas de Intoxicados, otra de las formaciones de Pity.

Sonaron las más populares: “Perra”, “Está saliendo el sol”, “Me gustas mucho” y “Fuego”. Pero también otras menos difundidas que igualmente dejaron contentos a puristas de la banda.

Con su explosiva personalidad y arrebato, el músico arengó al público a cantar y saltar. Entre temas, expresaba estrofas repetidas de la canción que había terminado de interpretar; y seguía adelante con una música que transitó diversos climas: desde los más enérgicos de la primera media hora, un momento más lento en los siguientes treinta minutos y un cierre bien arriba donde sonaron los clásicos que todos querían escuchar.

Pasada la medianoche, las luces se encendieron y los portones sobre la calle Intendente Lamas se abrieron pero nadie se movió de su lugar. Todos, implícitamente, sabían que quedaba más. Tras unos quince minutos de espera, los músicos volvieron al escenario. Y lo harían junto a Pablo Antonelli, más conocido como Pabliko, referente del hip hop local y líder de la banda Purple House.

Era el momento de los bises. “Vamos que es la despedida del Pity”, arengó el crédito local entre contundentes beat box. Llegaba “Necesito” y uno de los temas más potentes de la noche con un Pity indomable subido a los hombros de un asistente, cantando al borde del cerco de seguridad y amenazando con lanzarse al público.

“¿Se entiende lo que estoy diciendo?”, preguntó el músico en reiteradas ocasiones. Y en una cuenta regresiva acabó saltando sobre la multitud para el delirio del público y la preocupación de miembros de la seguridad que trataban de encontrarlo y regresarlo al escenario. Se acercaba el final: “¿Quieren Rock?”, preguntó abriendo paso a una de las canciones más potentes de Intoxicados con la que la noche comenzó a despedirse para siempre.

Unas veinte canciones fueron el resultado de un poderoso concierto que quedará en la memoria de muchos por ser la despedida de una banda que marcó un legado en el rock y que, como indicó su líder, “ya cumplió su ciclo”.

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