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“Venimos a la ciudad de Rosario a aplaudir y aprender”

Por Laura Hintze.- Jaime Parada Hoyl es el primer concejal chileno abiertamente gay. Fue declarado “visitante distinguido” el viernes.


Jaime Parada Hoyl está sentado frente al río Paraná. Dice que le encanta. “No esperaba encontrarme con una ciudad tan linda”, cuenta, con una tonada chilena que suena casi como una canción. Jaime tiene 35 años, es chileno, homosexual, concejal de la comuna Providencia. Llegó a Rosario en el marco del “Encuentro regional LGBT”, que se celebra este fin de semana en la ciudad. Parada Hoyl es el primer político abiertamente homosexual elegido en Chile y fue declarado “visitante distinguido” el viernes pasado por el Concejo Municipal.

Jaime Parada Hoyt es concejal de la tercera comuna más rica de Chile. “Era una localidad muy conservadora, gobernada durante 16 años por un alcalde que era adepto a la dictadura de Pinochet. Pero cambiamos. Lo reemplazó una mujer de centroizquierda (Josefa Errázuriz Guilisasti) y entró el primer político abiertamente homosexual a un cargo público”, cuenta con orgullo.  Además, es vocero del Movimiento de Integración y Liberación Homosexual, cargo a partir del cual se hizo conocido y que le permitió llegar a la banca que hoy ocupa.

El político chileno habla de Rosario y no hace hincapié únicamente en el río Paraná. Dice que la ciudad es muy linda por su “conciencia progresista” y su “voluntad de legislar y escuchar”. “Inauguramos un encuentro LGBT (por Lesbianas, Gays, Bisexual, Transexual) en el Concejo Municipal y ese es un acto simbólico muy importante de la clase política. Creo que toda la experiencia del país es muy importante para Chile. Tenemos que aprender de Argentina y Rosario para no incurrir en errores. Venimos a aplaudir y aprender”.

— ¿Por qué es importante que la comunidad homosexual tenga representantes políticos?

—No creemos que las cosas tengan que pelearse desde afuera. Somos de aquella gruesa parte de la comunidad que cree que hay que cambiar el sistema desde adentro y por eso es importante tener cargos de representación popular. Voy a decir más: yo nunca esperé ganar la elección que gané. Suponíamos que era una comuna muy de derecha, de un padrón electoral viejo. Y uno es homosexual y de izquierda. Yo esperaba utilizar la tribuna discursiva que da el ambiente electoral para instalar el discurso de la diversidad en una comuna con estas características. Y resulta que gané. Creemos que el espacio de las elecciones es un espacio muy rico para instalar discursos y cuando te encuentras con una sorpresa como mi elección, los discursos se materializan y se empiezan a hacer cosas.

—¿Qué han hecho ya?

—He visto que en Rosario hay una disposición a entender la diversidad y legislar en torno a ella. La cultura de Chile es más conservadora. Y es muy difícil hacer políticas públicas hacia la diversidad sexual, especialmente desde los cuerpos ejecutivos y legislativos nacionales. Desde el ámbito local sí se puede hacer mucho y lo hemos hecho. Llevo ocho meses de gestión y logramos, por ejemplo, cambiar el concepto de familia que operaba a nivel de los servicios públicos de Providencia. Para acceder a los servicios deportivos las familias tenían que ser mamá, papá e hijos. Cambiamos el reglamento y pudimos inscribir a la primera pareja gay en un plan familiar deportivo de Providencia. También instalamos un curso de derechos humanos que se dicta en paralelo a las horas de Religión de los liceos públicos de Providencia. Así los alumnos pueden elegir. Creemos que hay que avanzar hacia la difusión de un sistema de valores distinto al que opera, que proviene de la religión y el patriarcado. Hay que formar a personas en un sistema de valores convencional, como ser el de la convención de los derechos humanos.

— ¿Qué está pasando en América Latina, en Chile, para que estas políticas sean viables, elegidas por el pueblo?

— Es multifactorial. No creo que todo haya cambiado, sino que los cambios son graduales. Hay un ambiente internacional muy propicio. Los países grandes, como Francia (que este año aprobó el matrimonio igualitario) siempre son referentes y lo que pasa allí tiene un efecto multiplicador. Además, las organizaciones de la diversidad sexual de Chile están cosechando lo que sembraron. A punta de esfuerzo, insultos, de trabajo parlamentario, de salir a la calle, lograron instalar el discurso de que la discriminación es mala y la idea de que los derechos humanos también les pertenecen a la mujer, a los homosexuales, a los niños. Que los derechos tienen que ver hasta con vivir en un ambiente libre de contaminación. Los cambios se han generado multifactorialmente.

—  ¿Te imaginaste alguna vez que ibas a llegar a ser concejal?

—  Hace dos años que soy militante. En 2011 fui a mi primera marcha gay y hoy día soy concejal. Me crié en una familia católica y conservadora, y hace un tiempo fui izquierdizándome y homosexualizándome, en el sentido de que me hice más militante y comencé a tener figuración pública. En octubre de 2012 ya era concejal. Fue una vorágine. Eso me hace tener muchas esperanzas del país en que estamos viviendo. Mucha gente decía que no íbamos a ganar, y hoy día me topo en la calle con señoras de 80 años que me felicitan y me dicen «valiente». Hemos sido capaces de cambiar mentalidades. Eso es parte de la batalla cultural que estamos ganando.

— ¿Y como persona cómo lo llevás?

— Pucha. Mi vida ha sido una vorágine. No es tan fácil, eh. Yo tengo otras cosas bien importantes, tres jefes. Yo soy militante de un movimiento homosexual importante, soy concejal de una comuna que está atenta a ver qué va a pasar y además trabajo con un candidato a la presidencia (Marco Enríquez-Ominami). Tengo mucha exposición pública, mucha crítica y mucha alabanza. Es difícil llevarlo, pero no es nada que un encuentro semanal con el psicoanalista no ayude a llevar.

— ¿Las políticas de izquierda y las políticas por la diversidad sexual van de la mano?

— Ese es un paradigma que se ha roto. Yo soy de izquierda, pero en Chile se ha avanzado más en diversidad sexual en los cuatro años de gobierno de Sebastián Piñeira, que es de centroderecha, que en los 20 años de la centro izquierda. Eso nos duele porque creíamos que el domicilio político de la diversidad sexual estaba en la izquierda y no ha sido así. Pero también nos  alegra porque hemos sido capaces de irrumpir en la agenda de derecha. Hay una contradicción grande, pero creo que hemos sido exitosos en acceder al mundo de una derecha que era ultraconservadora

— ¿Cómo es ser un político que representa a las minorías pero también tiene que representar a las mayorías?

— Todos los políticos tienen su vocación marcada. La mía, sin duda, es por la inclusión. No sólo de los homosexuales, también de los pueblos originarios, los discapacitados. Es mi vocación. Pero también es interesante aprender sobre temas en los que nunca se ha incurrido. Ser concejal es puro aprendizaje.

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