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Una reflexión sobre el ego

Por Rodrigo Joaquín del Pino. Este sistema de pensamiento no interpreta un acontecimiento como una oportunidad para sanar no busca la paz ni puede ser realista al echar un vistazo más allá de las visiones de infelicidad que proyecta.

En el sistema de pensamiento del ego no hay una sensación de estabilidad y paz. El ego, o bien disfruta de alguna experiencia momentánea, o bien maldice su mala fortuna de no lograr un objetivo, pero nunca interpreta un acontecimiento como una oportunidad para sanar o perdonarse. En otras palabras, el ego no busca la paz ni puede ser realista al echar un vistazo más allá de las visiones de infelicidad que proyecta.

El ego no es accesible a la conciencia ordinaria o de vigilia. Podemos ver en nuestra sociedad a tantos adultos desarrollados económicamente pero muy afectados por el dolor que producen las relaciones. El nuevo mundo que ellos esperan no se manifiesta debido a que tratan de olvidar las experiencias que cargan de su pasado, distrayéndose con placeres superficiales, sin realmente soltar o perdonar esos pensamientos. Algunos no pueden sanar las heridas, porque están convencidos de que fueron infligidas por otros. Sin embargo, el alivio del dolor se da cuando ellos reconocen que sólo se atacan a sí mismos a través de los personajes de su historia.

Ves un mundo que te hace doler pero no te ves haciéndolo. Como el ego vive de la proyección, encontrarás lo escondido en ti, como la conducta que no toleras de otro. Un ejemplo son los viejos líderes autoritarios que atacaban la conducta sexual de la juventud y posteriormente eran encontrados in fraganti en los “deshonrosos” prostíbulos que señalaban.

Creamos el mundo que no queremos al no perdonar. Sostenemos la experiencia del dolor intacta en la mente (falta de perdón) y luego creemos en ella (conceptualización), la recordamos y la expandimos comentándola. Buscamos la oportunidad de encontrarnos con amigos para explayarnos en el intento de alivianar el peso de la creencia, pero lo único que logramos es quedar más apresados en ella. Cualquier experiencia pasada no liberada en el amor del perdón sirve para seguir fabricándonos situaciones aún más confusas. El ego mira y crea un mundo sufriente ya que no puede evitar el tamiz de su creencia en el desamor.

Las experiencias de placer como las de dolor son lo mismo para el ego, ya que su actitud es rechazar o desear, y esto significa sufrir, pero se muestra como si, y dice al público que está disfrutando. El ego está tan convencido de que vino a sufrir que cuando las cosas le van bien se asombra. Sus experiencias de placer son en verdad un cese del sufrimiento, anestesias del dolor, pero no la felicidad. En su sustrato de inexistencia y falta de esencia, el ego se fascina con los populares placeres momentáneos ya que son de su misma naturaleza insustancial. El ego no conoce la felicidad porque no la comprende, y cuando llega a hacerlo se desintegra a sí mismo.

El ego usa la creencia de existir únicamente como un cuerpo físico separado y transitorio para suministrarle incertidumbre y desconfianza a la mente. Si nos pensamos como cuerpos nada más y vemos a los demás de tal manera, asentaremos de forma inconsciente la falsa felicidad como objetivo, ya que procuraremos únicamente los alivios que el cuerpo continuamente demanda. Comida, sexo, refugio, posesiones y defensas tales como erudición y prestigio son alivios normales del cuerpo, que el ego promociona como “la felicidad” en este mundo. Éstos tienen una función óptima sólo cuando la persona los utiliza sin depender de ellos debido a que puede concebirse a sí misma como conciencia inmortal. La historia ya mostró cómo la sociedad que no está anclada en el amor eterno, la confianza y el espíritu se topa cada día con las mismas viejas lecciones hasta pasarlas.

El universo es perfecto en su amor y recíproco de manera inequívoca con lo que tienes en tu mente, de tal manera de enseñarte a elegir o a ser libre. Es un gran espejo que a través de todas tus experiencias te reflejará los miedos o prejuicios internos que debes liberar en el amor. El miedo es separación y el amor es unión. Cuando en la mañana eliges el amor, todo el mundo se impregna de él y te enamoras de todo; cuando eliges el miedo, te enfrentas con sinvergüenzas, ladrones y demás símbolos de la desconfianza.

En la mente se puede escuchar la voz del ego, denominado en sánscrito ahankara, y la voz dela Divinidad Interioro guía, paramatma. El ego siempre habla primero, presenta defensas, dudas y se identifica con la variedad de formas que percibe,la Divinidad Interiores firme en el conocimiento de la igualdad de todos y de todo, y vuelve inocente al mundo con su mirada. Si decidimos pensar junto conla Divinidadque mora en nosotros, entonces todo se aprecia como amor o como un pedido de amor. Si, por ejemplo, tu esposo o esposa te grita y tú estás alineado ala Divinidad, lo percibirás únicamente como un pedido de amor. Oirás que esa persona en verdad te dice: “Por favor, recuérdame nuevamente quién soy”. Si, por otro lado, no escuchas ese llamado de auxilio y caes en las redes del ego, tomarás la acción o actitud del otro como una agresión personal, descendiendo así a una discusión donde tendrás que buscar razones para defender tu inocencia.

Cierta vez, un viejito estaba sentado en el banco de una plaza, arropado en su manto; el viento intentó sacárselo, sopló y sopló pero el viejo se aferraba más a la prenda. El sol le pidió permiso para intentar quitárselo a su manera: la tibieza de sus rayos embargó el paisaje haciendo que rápidamente el viejito apartara su preciada vestidura. “Ya ves –le dijo el sol al viento–, la suavidad logra mucho más que la fuerza”.

Los pensamientos son la causa de lo que vemos en el mundo, y todo lo que ya tiene forma es sin duda un efecto. Pensamos que lo que vemos es la causa de lo que nos pasa, pero la causa está adentro. No podemos cambiar las cosas al nivel de la forma, por ejemplo, influenciando conductas, sin que suceda antes un cambio en nuestra manera de mirar lo que quiero cambiar. Intentar cambiar las cosas a ese nivel, no es infructuoso, pero requiere de mucho más tiempo: el tiempo que toma liberarnos del deseo y aprender a ver de otra manera.

Un secreto para liberar a la mente de las actitudes contradictorias del ego es el sonido: la música y los mantras. El sonido afecta el pensamiento y el pensamiento, como ya vimos, crea forma. Desde hace siglos enla Indiala gente recita mantras o sonidos de poder, para cortar durante la jornada con los procesos improductivos de pensamiento procedentes del ego. Estos mantras siempre evocan la identidad santa y dichosa que somos. Todos los miembros de la familia suelen practicarlo, ellos pronuncian silenciosamente estas sílabas sagradas o, cuando es apropiado, cantan en grupos. Estos mantras son parte de los procesos meditativos para el despertar de la conciencia, se pueden aprender y son de gran valor ya que ayudan a mantener la mente fija en el bienestar del momento presente.

Sivananda, un swami hindú, decía: un gramo de práctica vale más que toneladas de teoría. Permanecer amorosos y felices por siempre puede parecer difícil al comienzo pero muy fácil si practicamos diariamente trabajando con nuestros patrones mentales para dirigirlos hacia el bienestar, hacia la paz y el amor de Dios. Es aconsejable la práctica diaria de ejercicios que nos sitúen en la quietud de un instante de perfecta paz, hasta alcanzar la estabilidad armónica en la manera de sentir y pensar. El humano divino está despertando y dando luz a una era de amor. Y ya que el amor se practica amando, es decir, que tanto la meta como el sendero son idénticos, estamos seguros de que nada perderemos si lo intentamos.

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