Ciudad

Una nariz de payaso como emblema de algo muy serio

Todos dicen llamarse Matías González y pintan las caras de los candidatos en los carteles. Aquí cuentan por qué.

Laura Hintze.-Desde principios de este año puede notarse la intervención anónima y constante sobre las campañas electorales: una nariz de payaso pintada con aerosol sobre la cara de los candidatos políticos de este 2011. Más de una persona las habrá notado, y también que no se trata sólo de una aislada nariz pintada, sino de una verdadera campaña. En efecto, “La otra campaña”, la de los payasos rosarinos, es, más que una intervención, “un posicionamiento político crítico”, como ellos mismos definen. “Si hacemos esto es porque cuestionamos un estado de cosas, no estamos conformes y proponemos acción: además de pintar narices, actuar, pensar en el otro, en la sociedad”, explicó Matías González a El Ciudadano, aclarando, además, que existe algo detrás de estas pintadas: la crítica a la delegación del poder por parte del pueblo al Estado.

Matías González puede ser uno, o sólo un nombre que representa a muchos. Matías González es la “cara visible” de todos los que son él, o, mejor dicho, de “los payasos de Rosario”, los que forman parte de esa otra campaña que consiste en intervenir los carteles de las candidatos políticos, generando algún tipo de cuestionamiento sobre lo que se ve todos los días y resulta tan común. Así, al hablar de Matías, alguien puede estar refiriéndose a una persona, a las que se acercaron a hacer la nota, o a las decenas que se movilizan en la ciudad, y también a las cientos (o más) que se sienten identificadas con su mensaje. Los realizadores de la otra campaña, que se llaman todos “Matías” como a modo de preservar el anonimato, contaron cómo nace esta iniciativa, qué significa pintar narices de payasos sobre las caras de los candidatos y cómo reaccionó la ciudad frente a su intervención.

“Uno va caminando por la calle, ve esos carteles y piensa, despectivamente: «¡Uy! Estos son unos payasos». Nuestra idea surge de eso, del fastidio que causa tanta mentira, a veces hasta nos dan ganas de matarlos. Pero eso no lo podemos hacer, así que pintamos narices de payasos. Y de paso nos divertimos”, explicó Matías González. Reunidos alrededor de unas cuantas docenas de facturas, Matías (que no deja de ser cinco o más personas) contó que sus fines son múltiples, “principalmente revertir la falta de cuestionamiento, y consideración sobre el otro”.

En este sentido, hacer narices no es más que otra forma de complementar su vida cotidiana y su trabajo en diferentes espacios. “No es que no tengamos nada que proponer”, aclara Matías. Y afirma que los que pintan las narices rojas participan todos los días en espacios barriales, universitarios, obreros, de difusión política. Y que construyen “con” y no “para” el pueblo”.

Estas pintadas suelen estar organizadas masivamente y participan decenas de personas que conforman este grupo; aunque también las narices nacen de la espontaneidad. “Del estábamos tomando algo y arrancamos, de justo tener el aerosol en la mochila y nadie que te vea”, dice, claro está, Matías.

Desde que comenzó la movida, cada vez son más los que se suman a “los payasos”, mostrando su disconformidad con las campañas, con los candidatos, o hasta con el mismo sistema representativo. De esta manera, a la pintada de narices rojas se le sumaron otras cuantas campañas. Desconociendo quiénes lo hacen, pero con mucha alegría, los Matías González cuentan: “Vemos narices amarillas y negras, bigotes, parches piratas. Hay alguien que está tapando los ojos de blanco, los corta con una trincheta, y esos no somos nosotros. La idea no es que queden sólo payasos, sino la intervención por sí misma. Si la gente se diferencia de nosotros y hace más que narices rojas es porque en algo no nos acompañan, pero sí están de acuerdo en la intervención. Y así inventamos y creamos colectivamente. ¡Y está de primera que pase eso!”.

Si bien desde un principio los payasos tenían su blog (payasosderosario.blogspot.com) sólo para subir las imágenes que les mandaban de las diferentes intervenciones, decidieron contar allí las razones por las cuales ellos se ríen, creen payasos a los candidatos y se manifiestan contra las campañas. “Una vez nos llegó una invitación para participar de una performance en el Centro de Expresiones Contemporáneas. Habían visto las narices y les pareció bien invitarnos. Y bueno, claro, no habían entendido nada. Nos dimos cuenta que si sólo hacíamos narices podían generarse esas cosas”, contaron los chicos.

A partir de ese momento, desde la página web comenzó a gestarse un espacio de intercambio. Descartando aquellos comentarios que consideran “prejuiciosos” o que no aportan al debate, los participantes de la otra campaña han contestado a las apreciaciones recibidas, muchas por anónimos, muchas otras por caras conocidas en la ciudad. Pueden verse allí los nombres del arquitecto Gustavo Fernetti o del precandidato a concejal Osvaldo Miatello, quien, por ejemplo, admitió: “Estoy sorprendido, ya que creía que la campaña de pintadas de afiches era algo sin ningún tipo de fundamentos. Veo que no es así, por el contrario, lo fundamentan y bien”. Y finalmente cuestionó: “Por otra parte, quiero decir que no estoy de acuerdo con lo que se expresa en el blog”.

A través de estas discusiones, la otra campaña de Rosario trata de hacer entender que no quieren mostrarse en contra de los políticos corruptos, sino que van más allá de eso. “Nosotros no señalamos que ése sea el problema de la democracia representativa. Porque lo que vimos en la gran mayoría de mensajes que recibimos se nos leía desde ahí, y ese no es nuestro eje. El problema es la democracia delegativa. No queremos delegar más, sino hacernos cargo. Los hechos muestran que la democracia no es más que un nombre, está sólo en la cabeza de la gente pensar que todos participamos. La democracia es un reparto de poder, pero entre los más poderosos”.

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