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Cuento del tío

Una jubilada fue víctima de la variante del toco mocho y le quitaron 26 mil dólares

Un joven y una muchacha le sustrajeron que la mujer estaba ahorrando. Un timador se hizo pasar por discapacitado y la engañó.


Una jubilada de 77 años fue víctima de un nuevo caso de estafa conocida como toco mocho, una modalidad muy particular del viejo cuento del tío. La señora caminaba por la calle, cuando vio a un joven, con aparentes trastornos mentales, llorando en forma desconsolada. El muchacho le dijo a la víctima que había encontrado un fajo de dólares que planeaba llevar a su casa, pero que no sabía cómo hacerlo, porque estaba perdido. La anciana cayó en el embauco e invitó al joven a su casa, para que se calmara y juntos encontrar una solución al problema. Sin embargo, mientras la mujer intentaba consolar al aparente discapacitado, éste aprovechó un descuido de su víctima y huyó del lugar, llevándose un maletín repleto de dinero.

En el toco mocho intervienen varios actores y factores. Primero y principal, el desprevenido: la persona que de golpe se encuentra con una situación inesperada y reacciona sin dudar de lo que le está ocurriendo. Segundo, aparece el descuidista, que armado del toco mocho (un fajo de papeles con un billete arriba y otro abajo que dan apariencia de que se está frente a una fortuna) construye una situación idílica y le arma un panorama mágico a la víctima. Y, por último, el villano, el que pone en jaque la situación, el que amenaza con que todo se esfume; el que hace que el desprevenido se tire a los brazos del descuidista y caiga, generalmente, víctima de su propia codicia. En la modalidad clásica, el descuidista le pregunta al desprevenido si se le cayó un fajo de billetes, éste dice que no; aparece el villano y propone repartir el dinero. En algún momento de la actuación le proponen al desprevenido que se quede con el dinero (que sólo son papeles) y les entregue la plata que lleva encima. Así se consuma la estafa.

En este caso, el error de Delia no parece haber sido la sed de dinero, sino su solidaridad; pero el toco mocho no dejó de ser el modus operandi. Según la información que brindaron investigadores a El Ciudadano, la mujer, de 77 años, caminaba por Montevideo, entre Ayacucho y Colón, cuando se cruzó con un muchacho llorando. Ella pensó que el joven tenía un trastorno mental y, tal vez por su espíritu de abuela, se propuso ayudarlo. Le preguntó qué era lo que lo tenía tan angustiado y él le respondió que había encontrado un fajo de dólares en un colectivo, que se había bajado del coche y que ya no sabía cómo volver a su casa.

Mientras Delia y el muchacho charlaban apareció el tercer actor. Fue una mujer, quien dijo conocer del barrio al supuesto discapacitado y se ofreció a llevarlo a su casa. Pero, ante la situación, el joven comenzó a gritar y decirle a Delia que temía que la recién llegada le robara los dólares: “¿Vos tenés de esos papelitos? ¿Sí? Entonces quiero que me lo tengas vos. No ella”. Por ello la señora de 77 años le ofreció al chico del dinero ir hasta su casa, donde podrían guardar su botín y resolver el problema.

Delia y el chico de los dólares caminaron media cuadra. Llegaron hasta el edificio de Colón entre Pellegrini y Montevideo donde vive la señora; entraron y se acomodaron.

Aquí hay detalles que los pesquisas no pudieron determinar, pero, mientras estaban en el departamento de calle Colón, el muchacho le dijo a Delia que tenía hambre; ella salió un momento hasta un quiosco vecino y cuando volvió no lo encontró más. El muchacho se había llevado un maletín con 26 mil dólares, propiedad de la mujer, quien confesó que los ahorraba para comprar un departamento. Al ser consultados por El Ciudadano los investigadores no pudieron precisar si Delia le mostró al muchacho dónde guardaba la plata; si juntos dejaron el fajo que traía el muchacho en el lugar o si simplemente revisó todo y lo encontró. Pero lo que quedó claro es que Delia fue víctima del toco mocho.

El caso es investigado por la Fiscalía de Flagrancia y Turno, con la colaboración de uniformados de la comisaría 1ª de barrio Martin.

Un caso calcado más de una década atrás

En 2003 una anciana denunció haber sido estafada en condiciones parecidas a las del caso que tuvo por víctima a Delia anteayer: dos mujeres, una de ellas disfrazada de maestra jardinera y otra que simulaba tener problemas mentales y estar extraviada, le sustrajeron la cartera con 3 mil dólares, luego de embrollarla con un bagaje de mentiras que terminaron con la mujer entregándoles la cartera por voluntad propia.

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