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Una agenda feminista en la política exterior

Una política exterior feminista implica proyectar hacia el exterior el compromiso interno con los derechos de la mujer y la consecución de la igualdad de género.


Por Antonela Busconi / Especial para El Ciudadano

Una política exterior feminista implica proyectar hacia el exterior el compromiso interno con los derechos de la mujer y la consecución de la igualdad de género. Por tanto, para llevarla a cabo es menester mantener una coherencia entre el discurso y la práctica a nivel doméstico como internacional.

Para analizar una política exterior con perspectiva de género es necesario preguntarse cómo los mecanismos y jerarquías de género operan sobre la misma, desde la configuración de la agenda hasta su implementación, pasando por el proceso de toma de decisiones y los actores que los promueven e influencian.

Una política exterior sensible al género es el reflejo de las políticas nacionales a favor de los derechos de las mujeres y de la diversidad sexual. En este sentido, un Estado que desea proyectar una política exterior feminista manifiesta su esfuerzo por ampliar la propia identidad en el plano interno a una identidad internacional que lleve el reconocimiento del país como una potencia feminista en la política mundial.

Partiendo de la concepción de que existe una interdependencia entre lo político en los planos interno e internacional, Argentina cuenta con las herramientas para llevar a cabo una política exterior feminista. Las leyes contra la violencia de género, el matrimonio igualitario, la identidad de género, los programas destinados a empoderar a las mujeres en diversos ámbitos, entre otros, son algunas de las tantas políticas acordes a las convenciones de derechos humanos de las mujeres. En consecuencia, están dadas las condiciones para que Argentina proyecte dichos valores mediante su accionar externo.

Es importante recordar que la prioridad de una agenda feminista en la política exterior requiere de un Estado laico, es decir, aquel en el que no imperen principios religiosos ni morales que atenten contra los derechos y libertades fundamentales de sus ciudadanas y ciudadanos.

Una influencia incidental

Teniendo en cuenta el momento histórico que se vive en Argentina, es innegable la influencia que ha tenido el movimiento feminista y de mujeres en la consecución de políticas domésticas para la igualdad de género, lo cual ha hecho del país un referente regional en esta materia. Tanto el movimiento #NiUnaMenos como la Campaña por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito han traspasado las fronteras, logrando que sus demandas sean compartidas y exigidas por los movimientos feministas del resto de los países latinoamericanos, así como de todo el mundo. Se evidencia la proliferación de los pañuelos verdes, que constituye el símbolo de la lucha y reivindicación por el derecho a decidir (sin olvidar que el pañuelo fue y sigue siendo la insignia de lucha de las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo), y que ha sido adoptado por los movimientos feministas en varios estados de la región. La organización, entrelazamiento y apoyo entre los más diversos colectivos feministas da cuenta de la capacidad de transformación social del feminismo transnacional para la conquista de derechos fundamentales. Tal es así que la Corte Suprema de Brasil comenzó a debatir la ampliación del derecho al aborto, el cual sólo puede realizarse en casos de violación, malformación del feto o riesgo de vida para la madre.

La fuerza feminista

Las organizaciones feministas se han convertido en un actor de gran relevancia e influencia en la política doméstica argentina, hasta tal punto que la legalización del aborto llegó a tomar estado parlamentario en 2018, en un contexto nacional e internacional adverso caracterizado por tendencias conservadoras. La Campaña por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito, se inicia formalmente en el año 2005 y está conformada por grupos feministas y diversos movimientos de mujeres, contando con la adhesión de 305 grupos, organizaciones y personalidades vinculadas a organismos de derechos humanos, de ámbitos académicos y científicos. Tras trece años de actividades de coordinación de talleres, seminarios, debates y movilizaciones, y luego de haber presentado su proyecto de Interrupción Voluntaria del Embarazo por séptima vez consecutiva en la Cámara de Diputados, y si bien allí logró media sanción, la Cámara de Senadores terminó por rechazar el proyecto de ley.

El discurso y la práctica

Argentina es un actor internacional que tradicionalmente busca incrementar su base de prestigio internacional, aspecto profundizado bajo esta gestión. Una política exterior con esta mirada e iniciativa le podría permitir incrementar su poder, influencia y prestigio como potencia feminista. La despenalización y legalización del aborto puede ser un paso en este camino, puesto que un país no puede erigirse como aquel que promueve la igualdad de género tanto dentro como fuera de sus fronteras si no respeta los derechos básicos de las mujeres, en este caso, el derecho a decidir sobre su sexualidad y reproducción. Como sostiene el profesor (Juan Gabriel) Tokatlian, para esbozar e implementar una política exterior feminista creíble y efectiva, es indispensable mantener una coherencia entre el discurso y la práctica tanto hacia adentro como hacia afuera.

Licenciada y doctoranda en Relaciones Internacionales por la Universidad Nacional de Rosario. Integrante del Observatorio de Política Exterior Argentina Escuela de Relaciones Internacionales. Facultad de Ciencia Política y Relaciones Internacionales (UNR)

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