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Un país en el que las lecciones no se aprenden

Por: Liliana Nartallo

Corría el mes de marzo de 1855 y Juan Bautista Alberdi escribía en su libro Sistema económico y rentístico de la Confederación Argentina, conceptos claros que describían a una sociedad que no encontraba su rumbo.

Pasaron nada menos que 155 años y aquí estamos, parados en el medio del desorden, en un país que no aprendió a escuchar a sus grandes hombres y a poner en práctica sus consejos.

Estas personas que pensaban por ese entonces en una Argentina grande y exitosa, con los potenciales necesarios para crecer y vivir a través de su Constitución, en el resguardo y en Estado de Derecho, se asombrarían si vieran que en la actualidad todo sigue igual, o peor.

Expresaba entre sus conceptos Alberdi: “Los medios de protección que la Constitución nos proporciona son la libertad y los privilegios y recompensas conciliables con la libertad”. Por estos días tenemos una ciudadanía presa de la inseguridad y se podría decir que esta libertad de la que somos merecedores es ahora privilegio de un sector que avasalla de distintas formas: los delincuentes en la calle llevando a cabo sus fechorías libremente y los gobernantes detrás de los sillones oprimiendo al pueblo y pensando en el bien propio.

Pero las semejanzas entre aquella época y ésta se reflejan en los siguientes conceptos expresados por el autor del libro: “Los argentinos hemos sido ociosos por derecho y holgazanes legalmente. Se nos alentó a consumir sin producir”. En este aspecto se puede decir que lejos de haber cambiado, en este último tiempo la ociosidad se incrementó a través de los planes jefas y jefes, entre otras dádivas del gobierno de turno para captar la simpatía y el voto de los más débiles.

Este reconocido jurista y escritor, que entre sus obras figura un libro tan importante como es Bases y puntos de partida, para la organización política de la República Argentina, pensando en una serie de puntos que sirvieran para que una nación nueva encontrara el rumbo adecuado, analizaba la realidad del momento y a través de ello invitaba a un cambio de conducta para lograr importantes propósitos que sirvieran al conjunto de los ciudadanos. Sus palabras en la actualidad no se tienen en cuenta, algunos argentinos no aprenden más a unirse en pos del bien de todos.

Dice otro párrafo de su obra: “Nuestras ciudades capitales son escuelas de vagancia, de quienes se desparraman por el resto del territorio después de haberse educado entre las fiestas, la jarana y la disipación”. En esto hacía referencia a la poca responsabilidad de la juventud que se movilizaba a las grandes urbes para estudiar y accedía a un mundo diferente, trasladando luego esas costumbres a sus lugares de origen. Hoy la cultura de las fiestas y las jaranas se ha expandido a todos los rincones del país. En este último concepto que analizamos queda resumida una gran verdad que observó el pensador y escritor y que observamos todavía los argentinos. En este país no falta comida, pero sí faltan oportunidades y desde luego educación, y eso es muy grave. Y es conducente recurrir a las sabias palabras de Alberdi: “Nuestro pueblo no carece de alimentos sino de educación y por eso tenemos pauperismo mental”.

Corría el año 1885 cuando Alberdi escribió esta obra, pero parece escrita para el 2010. ¿O no?

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