El problema de la reincorporación de Paraguay al Mercosur y a la Unasur tras las elecciones del domingo y, sobre todo, tras la asunción de Horacio Cartes en agosto, quedará empequeñecido pronto debido a la magnitud de nuevas dificultades que se ciernen sobre la relación entre este país y esos bloques.
Se trata del propio perfil del presidente electo, quien ha debido hacer frente durante la campaña a severas acusaciones sobre presuntas maniobras con divisas, lavado de dinero, contrabando y hasta narcotráfico, nunca comprobadas pero que han sido parte del debate. La actitud de los gobiernos de la región será, se descuenta, de desconfianza, sobre todo la de Brasil, país especialmente tocado por esas denuncias.
Cartes logró que el Partido Colorado volviera al poder que ha controlado ininterrumpidamente desde 1947, con el breve interregno luguista-liberal de 2008-2013. Se trata de un empresario que, con una “inversión” que aquí estiman en 50 millones de dólares, consiguió que el partido reformara su estatuto para que se habilitara a competir por cargos electivos a afiliados de sólo un año de antigüedad.
Según esa versión oficial, se trata de un acaudalado empresario con múltiples intereses (la tabacalera Tabesa, las bebidas Pulp, el banco Amambay, el club de fútbol Libertad, ganadería, transporte, comercio…) que se afilió al partido recién en 2009. Nacido el 5 de julio de 1956, está separado, tiene tres hijos y siempre está acompañado por su fiel hermana Sara.
¿Pero cuál es “La otra cara de HC”? Ése es el título del libro que hoy levanta polémica en Paraguay, escrito por el periodista César “Chiqui” Ávalos, quien recibió a Ámbito Financiero en un hotel de Asunción.
“Su familia era del sector acomodado en la época de (Alfredo) Stroessner y su padre, que tenía acceso al círculo áulico, ya era representante de Beechcraft (la empresa aeronáutica fabricante de los aviones Cessna). Cartes fue de joven a estudiar allí y luego regresó a Paraguay”, resume el periodista.
Ubicado ya en el entorno stroessnerista, “se sumó a la casa de cambios Humaitá, protegida por el poder”, añade. De 1985 data una seria acusación de haberse aprovechado de una medida oficial de fomento a la actividad agrícola, que permitía la importación de maquinaria e insumos al tipo de cambio oficial de 240 guaraníes, cuando el paralelo era casi el doble. Así, se crearon muchas empresas fantasma para simular importaciones, lo que les permitía acceder a esos dólares baratos para, simplemente, hacer enormes ganancias en el paralelo.
El caso obligó a Cartes a mantenerse prófugo durante cuatro años en la ciudad de Pedro Juan Caballero, en la frontera con Brasil. Allí, dice Chiqui Ávalos, “encontró la protección de Fahd Jamil, alias «El Turco», alias «El padrino», un libanés naturalizado brasileño que estuvo prófugo de la Justicia brasileña durante diez años, hasta que logró que le levantaran la orden de prisión, y ha sido uno de los hombres más buscados por la DEA” estadounidense. “En su zona no se roba ni una gallina sin que él lo sepa”, afirma el investigador.
Tras la caída de Stroessner en 1989, “Cartes volvió a Asunción, trató de negociar, pero terminó siete meses preso. Fue condenado, pero recién en 2008 la Corte Suprema resolvió eximirlo de culpas”, explica el periodista.
De su contacto con Jamil surgió la sospecha persistente que liga a Cartes con el narcotráfico. Aún se recuerda la incautación en 2000 de un avión de matrícula brasileña en su estancia Nueva Esperanza, jurisdicción de Capitán Bado (Amambay), que debió aterrizar de emergencia con 20 toneladas de cocaína, además de marihuana. Cartes se defendió alegando que la nave se encontraba algunos metros fuera de su propiedad.
El nombre del ahora presidente electo aparece también en las comunicaciones del Departamento de Estado norteamericano divulgadas por WikiLeaks. Un cable diplomático del 5 de enero de 2000 lo pone en la mira de la Drug Enforcement Administration (DEA) y de la Oficina de Alcohol, Tabaco y Armas de Fuego (ATF) en el marco de la operación “Corazón de Piedra”, investigación sobre narcotráfico y lavado de dinero en la Triple Frontera entre Paraguay, Argentina y Brasil.
Otro capítulo grueso de las sospechas sobre Cartes se escribió en Brasil. El informe de una Comisión Parlamentaria de Investigación de la Cámara de Diputados es la base de la demanda que la tabacalera brasileña Souza Cruz le ha iniciado por contrabando el año pasado, que ya ha sido girada por la Cancillería paraguaya a la Corte Suprema local. La denuncia atribuye a Tabesa el “41,9 por ciento del mercado total del contrabando brasileño y el 7,9 del mercado de cigarrillos en Brasil”.
El alto nivel de imposición de los cigarrillos hace que el contrabando genere ganancias fabulosas. “Cada paraguayo debería fumar 50.000 cigarrillos por año para poder consumir todo lo que produce Tabesa”, bromea Chiqui Ávalos. El modus operandi de los contrabandistas es conocido. Llenan con atados de cigarrillos enormes bolsas plásticas que son arrojadas al río en la frontera binacional. Del otro lado son recogidas y enviadas a las “ferias de Paraguay”, toleradas en las principales ciudades de Brasil por connivencia administrativa y policial.
“Muchos en Paraguay resienten lo que llaman «militarización de la frontera», pero lo que pasa es que Brasil debe hacer lo que el otro país no hace. En esa zona hay muchos puntos de interés estratégico para mi país, como el contrabando y como la represa Itaipú, de la que depende buena parte de la electricidad de la industria de San Pablo y que es vulnerable a atentados”, dijo a Marcelo Rech, especialista en relaciones internacionales y defensa del “think tank” InfoRel, de Brasilia. También en la Argentina, investigaciones han señalado a Tabesa como responsable del 60 por ciento del contrabando de cigarrillos a nuestro país.
Para muchos aquí Cartes deberá sobreactuar su vocación integradora y hacer fuertes concesiones para que los presidentes del Mercosur dejen de lado sus dudas.
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