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Tras abuso de su nena, amenazas

La madre de una menor de 8 años que estuvo un día internada tras un denunciado caso de violación, dijo que el vecino de 18 años que agredió a su niña, le advirtió que “si no retira la denuncia judicial” va a matarla junto con sus cinco hijos.


tribunales-dentroUna madre de 34 años que tiene cinco hijos menores a su cargo –uno de ellos discapacitado– denunció a fines de enero un hecho aberrante. Que su nena de ocho había sido abusada dentro de su casa de zona sudoeste por un vecino de 18, que esa misma noche fue detenido, en tanto los médicos constataron que la niña, que pasó un día internada, tenía lesiones de introito vaginal. Pero la pesadilla para la familia de María F. recién comenzaba. Según relató la mujer a El Ciudadano, la reacción del imputado (que recuperó la libertad a la mañana siguiente) y la de sus familiares (que viven todos en la misma cuadra) fueron reiteradas amenazas de muerte para que “retiren” la denuncia judicial. Entre ellas la presencia cotidiana del imputado frente a su casa ostentando un arma de fuego y el ingreso a su vivienda de zona oeste en dos oportunidades con amedrentamiento a los niños, destrozos y heridas de arma blanca a una mascota. La mujer dijo que se encuentra en “estado desesperante” por falta de respuestas de la Justicia, ya que no tiene otro lugar para vivir y no puede salir a trabajar porque sus hijos conviven con el pánico.

La denuncia de abuso sexual de la menor fue radicada en la seccional 13ª la madrugada del 31 de enero pasado y más tarde contó con la intervención de la comisaría de la mujer que brindó asistencia a la nena, que permaneció un día internada en el hospital de niños Víctor J. Vilela. En tanto, la causa judicial ingresó al juzgado de Instrucción de la 12ª Nominación, a cargo de Mónica Lamperti, quien también recibió las posteriores denuncias de amenazas.

“La jueza no me atendió nunca. Yo quiero que me garantice la integridad física de mi hija y la seguridad de mi familia. Porque nos ignoró desde un primer momento, cuando denunciamos el abuso, y después, cuando volví por las constantes amenazas de muerte. No hicieron nada. Para ellos somos un simple número de expediente. Pero yo necesito que me brinden seguridad”, sostuvo la mujer.

“En el juzgado me dijeron que habían librado una orden de restricción de acercamiento, pero después me enteré que era mentira. Volví a Tribunales con la psicóloga que atiende a mi nena en el Vilela y tampoco nos atendió la jueza. Días después, cuando el que abusó de mi hija se metió por segunda vez en mi casa y amenazó a mi nena volví a Tribunales con la psicóloga del Centro de Salud de mi barrio y nos hicieron esperar más de seis horas, desde las dos de la tarde hasta las ocho y media de la noche. A esa hora nos dijeron que si queríamos seguridad vayamos a la Jefatura de Policía a radicar la denuncia porque ellos no nos podían poner custodia. Ya no sé qué hacer, estoy desesperada, me siguen amenazando que si no retiro la denuncia me van a poner a mí y a mi hija de cabeza y a prender fuego la casa”, dijo entre sollozos.

A fines de marzo se realizó un allanamiento en la vivienda del joven en la búsqueda de un arma, por la denuncia de amenazas coactivas. Pero no se halló nada.

La vida de María nunca fue fácil. Pero hace tres años, con mucho esfuerzo y la ayuda de su familia, logró cumplir el sueño de tener una vivienda propia con la compra de una casita humilde, de material, en un terreno fiscal ubicado en una de las zonas carenciadas de barrio Bella Vista.

Según aseguró, su relación con la familia del imputado, identificado como Marcelo, de 18 años, era excelente hasta antes de la noche del 30 de enero. Ese día María había dejado a sus hijos con la abuela, de 74 años, para ir al centro con la mamá del muchacho imputado, que habría “aprovechado” para visitar a sus hijos. Una vez en el patio delantero de la casa, según contó María, Marcelo le pidió a su hijo de 12 años una pincita de cejas que la nena de 8 fue a buscar al dormitorio.

Luego, el muchacho dijo que quería ir al baño y cuando ingresó redujo a la niña con un revólver, que primero le apoyó en la cien y luego dentro de la boca, mientras le introducía sus dedos en la vagina y le decía que si hablaba iba a matarla. Siempre según el relato de María, los gritos desesperados de su hija hicieron que intervinieran sus hermanos y abuela, y luego María que llegó junto a la madre del imputado. El joven quedó retenido en el domicilio hasta que un patrullero lo trasladó a la seccional 13ª.

María recuerda que esa madrugada, mientras esperaba en la guardia de la comisaría, uno de los hermanos del imputado la amenazó a los gritos delante de tres uniformados, que intervinieron diciéndole que ese no era ni el momento ni el lugar.

Lo que siguió después, hasta estos días, fue una pesadilla, ya que el joven que vivía a cinco cuadras de la casa de María se volvió a instalar en el domicilio de su madre, frente a su casa, desde donde realiza constantes amenazas a fin de que retiren la denuncia, dijo la mujer.

“Estoy presa en mi casa. Tuve que dejar mi trabajo en una parrilla, y de limpiar casas a domicilio, porque las amenazas son constantes y mis hijos no quieren quedarse solos ni un minuto”, explicó y mencionó que el joven en cuestión consume estupefacientes, roba a bordo de una moto y tiene “una bronca importante” en el barrio por sobrepasarse con otra nena de 12 años, cuya familia no quiere hacer la denuncia en la Justicia.

“Lo que él quiere es que mi hija tenga miedo, pero ya lo tiene, tiene terror, no duerme de noche, llora todo el tiempo, se despierta que tiene el arma en la boca, sueña que la apuñala, y lo que yo me estoy dando cuenta es que él la está intimidando para que mi hija se retracte de la declaración que hizo”, expresó María.

“Nosotros no tenemos apoyo de nadie. En la fiscalía me dijeron que lo mejor es que nos vayamos de mi domicilio a un refugio, que si seguían así las cosas nos mudemos. Pero no es justo que yo deje mi casa y todo lo que tengo y que él esté tranquilo en su casa y nosotros tengamos que estar escapando”, remarcó la mujer.

“Esta persona está como si nada enfrente burlándose de nosotros, mostrándonos un arma, amenazándonos. Y yo no puedo salir con mis hijos ni para ir al quiosco. Por qué me tengo que ir, es mi casa, me costó un montón. La compramos a duras penas, me lo regaló mi hermano y mi mamá, que tiene 74 años y vive con nosotros. Si yo me voy de ahí voy a perder todo lo que tengo, ya me dijeron que me van a prender fuego la casa. Además está en un terreno fiscal y si se mete cualquiera me quedo en la calle”, resumió.

María atribuye la falta de respuestas a su condición de “pobre” y está convencida que si su situación fuera otra las consecuencias no serían las mismas. Lo explica mientras relata como en cada institución le brindan información sobre los derechos del niño, que conoce de memoria. “Pero mis hijos no tienen derechos. Mi nena tiene 8 años, fue abusada y no duerme de noche. Lo hace de día y sólo si estoy cerca. No es normal que después de lo que pasó lo vea, se aterre y no quiera salir”, dice mientras llora sin comprender por qué, si eligió afrontar su tragedia en el marco de la ley, no recibe ningún tipo de respuestas.

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