Ciudad

Todo cayó del cielo

Tablones que eran izados en un edificio lindero a un pasillo cayeron quebrándole la clavícula a una vecina y provocándole una fractura de cráneo a un repartidor.

Por: Guillermo Correa

El dolor que cayó del cielo. Un repartidor de comida para mascotas y la vecina que estaba recibiendo el encargo debieron ser hospitalizados por las heridas que les causaron dos tablones que se desprendieron mientras eran subidos a un edificio: cayeron, literalmente, sobre sus cabezas.

  El hecho ocurrió cerca de las 13.30 en la puerta de la propiedad horizontal de Laprida 848, un vistoso pasillo que sirve de entrada común a varios departamentos. Allí vive la escritora Andrea Ocampo, de 41 años, ex titular de la editorial Ciudad Gótica y actual columnista de Radio Universidad. Y estaba en su hogar cuando sonó el timbre: era Adrián Doménico, de unos 30 años, que cumplía con el reparto de comida para mascotas.

  La mala fortuna quiso que ambos estuvieran en la puerta de ingreso al pasillo de calle Laprida cuando se desprendieron dos pesados tablones de madera que eran izados por 19 pisos hacia la terraza del edificio lindero, donde un contratista debía realizar trabajos de impermeabilización, y se desprendieron de los soportes.

  Los tablones cayeron sobre ambos: a Andrea le provocaron una fractura de clavícula, y ayer era atendida en el Hospital Español, donde quedó internada. Pero Adrián recibió daños más serios: al menos uno de los listones le impactó en la cabeza provocándole una inmediata pérdida de conocimiento.

  Según confirmaron fuentes del Hospital de Emergencias Clemente Álvarez, donde fue trasladado de urgencia, el accidente le provocó una fractura de cráneo. Al cierre de esta edición permanecía en terapia intensiva: “El cuadro es grave, y tiene pronóstico reservado”, confirmaron a El Ciudadano en la guardia del Heca.

  El infortunado accidente volvió a poner sobre el tapete la cuestión de la seguridad en las obras en construcción e incluso en las que se realizan trabajos de mantenimiento o restauración, que se multiplican en la ciudad.

  Consultado por este diario el director de Obras Particulares de la Municipalidad, Eduardo González, admitió que es “imposible” para la repartición destinar un inspector a cada labor que se emprende, cosa que incluiría, por caso, un operativo por cada mudanza o por cada mueble que se sube a través de un malacate. Y apuntó a la responsabilidad de las empresas en cuanto a garantizar la seguridad, tanto de sus empleados como de terceros.

  Según relataron vecinos a este diario, al menos dos operarios de una empresa de impermeabilizaciones estaban trabajando en la terraza del edificio de calle Laprida. Para ello, habían pedido permiso a los moradores de la propiedad horizontal para subir por la medianera los tablones que necesitaban para su tarea.

  Y en eso estaban cuando ocurrió todo. Fuentes policiales confirmaron a este diario que dos horas después del hecho estaban declarando en la comisaría 1ª el administrador del edificio y un representante de la empresa de impermeabilización.

  Con todo, el titular de la Guardia Urbana Municipal, Mariano Savia, sostuvo que el hecho “claramente” configura “una violación a las medidas de seguridad” y apuntó que los elementos de trabajo debieron ser transportados en los ascensores internos y no el exterior con sogas.

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