El Hincha

Básquet

Toda movida es política. ¿Por qué jugamos cómo jugamos?


Newell's llegó desde la B a la elite y tuvo buenas labores.

A la apuesta política, al gran logro de la clasificación directa a la Liga Federal, hay que también darle una vuelta de tuerca para que el certamen local gane en interés durante el año, que no se concentre en el entusiasmo del inicio y en la ebullición del final.

Toda movida es política. Está clarísimo que el torneo de 26 equipos fue y es un medio para obtener plazas directas a la Liga Federal, una cantidad necesaria para justificar ante la mirada externa del país esas ocho plazas para la tercera categoría nacional. Sin dudas es el mayor de los diferentes logros que Marcelo Turcato y su grupo de trabajo pueden exponer con total justicia en los últimos tiempos y desde ya hace varias temporadas el visto bueno a la llegada de clubes rosarinos a la Liga ha sido una seña distintiva de esas gestiones. ¿Está bien o mal? Está bien, pero el problema es descuidar la competencia interna por mirar hacia arriba.

Son las formas, no los medios. Pero claro, para llegar a esa cifra se “invitó” a equipos que de otra manera debían “descender” de Primera A a Primera B, que se vieron en una encrucijada y casi en su totalidad decidieron dar el salto a Superliga. Entre ellos algunos apostaron fuerte en lo económico para estar a la altura, otros medianamente y muchos aguantaron como podían la pelea contra 10 de los elencos más picantes del condado. Es verdad que hubo alguna que otra sorpresa, también es cierto que alguno de los equipos de A se acomodó a la categoría, pero es innegable que muchos perdieron la gran mayoría de los partidos y por cifras abultadas. Hay una realidad, aunque haya presupuesto tampoco hay jugadores.

Entonces, desde abril a septiembre-octubre el certamen se hace difícil de mirar, mucho más duro se vuelve pagar la entrada y hay muchas canchas vacías, más el siempre triste descontento y apatía de los protagonistas, que miran ansiosos la etapa de clasificación y de playoffs para volver a ser. Ni hablar si la mayoría que logra el objetivo de ascender a la Liga Federal después dice que no le interesa o que no puede jugar por razones económicas. Las dudas vuelven a surgir.

La apuesta inmediata de la Rosarina es seguir con los 26 en la elite local, pero es probable que se anuncien algunos cambios tendientes a hacerlo más interesante y competitivo. Jugar una primera etapa de clasificación que genere un corte y reordenamiento a mitad de año es una de las chances, y de esa manera también contar con un ordenamiento en el caso que se vuelvan a dividir los torneos en Superliga, A, B y C o incluso D, ya con la reserva añadida a las competencias.

Esto es sólo una ilusión, pero volver a tener una definición a mitad de año sería muy interesante. Organizar los libros de pases para que los equipos no terminen debilitados sería otro golazo.

Llevar claridad reglamentaria a los torneos, sin puntos abiertos a decidir también es fundamental. Y si los clubes van a quejarse por jugar en algunos estadios a fin de año, deberían plantearlo al inicio. Aquí siempre puede existir una determinación de la Rosarina, pero los clubes pecan de la omisión de realizar los planteos y luego se quejan por atrás. Dar su opinión y pedir cambios a tiempo también es ayudar a mejorar la competencia.

Las próximas horas serán claves en la comunicación de cómo se jugará y como siempre, el análisis de lo que pasó debe ser vital para decidir lo que vendrá.

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