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Tiempos que sacuden la política

Por: David Narciso

La intendenta Mónica Fein sorprendió a propios y extraños que daban por descontado que reservaría para otro radical la silla que dejó vacía Sebastián Chale en la Secretaría de la Producción. Optó por una muestra de autoridad: designó a Eleonora Scagliotti, que sin ser afiliada partidaria es un cuadro técnico que acompaña las gestiones socialistas desde 1995, cuando ingresó al Palacio Municipal como parte del grupo de estudiantes y profesionales recién recibidos de la Facultad de Ciencias Exactas de la UNR convocados por el entonces secretario de Hacienda Ángel Sciara.

La intendenta y el senador Miguel Lifschitz explicaron la decisión al resto de los radicales rosarinos comprometidos con el Frente Progresista. Analizaron con ellos el desafío que implicaba la renuncia. Y los tranquilizaron: no será al frente de la Secretaría de la Producción pero están garantizados los espacios para el radicalismo en el gobierno de la ciudad.

Chale y María Eugenia Schmuck conforman un grupo de ex militantes de Franja Morada que empezaron a jugar en la política de la ciudad. La movida luce demasiado precoz, pero será el tiempo el que dirá si jugaron a ganador o perdedor. Un par de cosas son llamativas: primero que procedieron como para alimentar el mito de los radicales que renuncian y se van de los puestos de responsabilidad y poder; segundo que ataron definitivamente su suerte a la de Jorge Boasso, que va a camino a cumplir 20 años como concejal con la soledad como única compañía política y ansias de ofrecer al PRO los 120 mil votos que sacó en 2011.

Desconcierto radical

Lo que no deja de llamar la atención es el posicionamiento de Mario Barletta, quien autorizó la renuncia de Chale y Schmuck para que dejaran el gobierno y el Frente Progresista de la ciudad y consolidaran su alianza con Jorge Boasso.

Esa decisión dejó perplejos a radicales de todos los colores. Desconcertó a los Celestes, adversarios en la interna radical; y provocó estupor en su propio grupo político, entre ellos el intendente santafesino, José Corral, que a las pocas horas levantó el teléfono y habló con el despacho principal de Buenos Aires 711.

Es difícil justificar que el presidente de la UCR nacional haya jugado a romper en lugar de ubicarse por encima del conflicto, aún cuando se acepte que el socialismo no administra con equilibrio los vínculos internos del FPCyS en la ciudad, como sostienen otros grupos políticos y socios minoritarios. Como referente de peso de la UCR provincial y aspirante a ser el conductor de la misma, Barletta tendrá que ensanchar su espalda para soportar el incesante juego de presiones internas. Más si sólo se trata de envenenados mensajitos de twitter. Su actitud, además, legitima a Jorge Boasso, que además de no creer en el Frente Progresista hace públicos sus coqueteos con el PRO.

Dique de contención

Un asado celebrado el miércoles a la noche, del que participaron el gobernador, los ministros de Gobierno y Seguridad y todos los diputados y senadores del Frente Progresista conjuró las especulaciones sobre los alcances del altercado socialista-radical en Rosario. Fue justamente la bendición de Barletta a la renuncia de Chale la que hizo pensar a no pocos que la grieta podía llegar hasta la Legislatura.

La reunión culinaria fue una señal de unidad a una semana del día fijado por el Senado para tratar el proyecto de actualización impositiva (jueves 12 de julio). El destinatario de la señal es el justicialismo, en el sentido de mostrarle que finalmente fueron selladas las grietas en el oficialismo.

La semana corta que se inicia mañana estará plagada de negociaciones y operaciones políticas. La premisa del Ejecutivo y de los senadores del oficialismo y la oposición es que los acuerdos que se alcancen, si se alcanzan, tengan correlato en la Cámara de Diputados. Buscan así alcanzar una mayoría circunstancial que sume votos de diputados justicialistas a los 15 del Frente Progresista. Hasta el viernes último esos números estaban próximos pero no garantizados.

La semana pasada se adelantó en este panorama que estaban muy avanzadas las conversaciones para incluir en el proceso de discusión una autorización para gestionar endeudamiento externo para grandes obras, tercer objetivo en importancia que se puso la gestión Bonfatti para el primer semestre de gestión después de la autorización para emitir letras y la reforma tributaria.

Discursos y posicionamientos

El desembarco del intendente José Luis Freyre la semana pasada en la Legislatura marca el debut del presidente del partido en el complejo menester de unificar posiciones en un Partido Justicialista que tiene dos bloques en el Senado y nueve en Diputados.

Como todo discurso, Freyre apuntó a justificar un posicionamiento político, en este caso el de la conducción del partido. De ahí queda claro que el PJ eligió fustigar y responsabilizar al ex gobernador Hermes Binner, que “derrochó” tanto que ahora es necesario aumentar impuestos.

El discurso de Freyre cumple con los requisitos de la oposición: construye legisladores justicialistas responsables y dispuestos, si es necesario, a cometer el sacrilegio de aumentar impuestos en pos del interés superior de no desfinanciar al gobierno.

El costado flaco del discurso es el que pretende plantear la dicotomía entre un venal aumento de impuestos y la opción progresista, justa y virtuosa de una reforma impositiva. El problema de esta línea argumentativa es que no resiste el archivo. El justicialismo –tanto el heredero del reutemismo-obeidismo como el kirchnerista– unió fuerzas en 2008 y 2009 para bloquear en esas dos oportunidades reformas tributarias de fondo.

En ese entonces en el PJ primó la decisión de no darle más dinero a un gobierno al que había que ganarle las elecciones para regresar al poder, y los vínculos de sectores partidarios con corporaciones económicas que veían amenazados sus privilegios impositivos.

A diferencia de aquel momento, en 2012 es el estrangulamiento del sector público el que exige aumentar impuestos.

Más allá de lo discursivo, si esta semana el justicialismo decide dar media sanción al proyecto querrá imponer condiciones. Es esperable que no ceda ni un peso más de lo imprescindible; que busque asegurar recursos para sus gobiernos locales y los departamentos con senadores del PJ; y que pretenda encorsetar los ingresos dando un destino específico a lo que produzca la reforma.

Por lo demás, Freyre como el resto de los jefes comunales radicales, peronistas, socialistas y del PDP tienen en claro la necesidad de ir por parte de los miles de millones que el Estado provincial todavía resigna a favor del sector privado, a diferencia del resto de las provincias, en especial aquellas de estructura económica y características geográficas parecidas. El déficit de las cuentas públicas campea por todas las administraciones, sólo que algunas tienen más herramientas a las que recurrir, como ya se explicó en esta columna semanas atrás. De eso se habla cuando el gobierno nacional reforma la carta orgánica del Banco Central, toma dineros del Banco Nación y recurre a financiamiento del Fondo de Sustentabilidad de Ansés, entre otras cajas.

De aprobarse la reforma impositiva, proveerá al gobierno provincial 1.000 millones de pesos al año, la misma cifra que Cristina le dio casi como un desprecio a provincia de Buenos Aires para ayudarla a pagar sueldos y aguinaldos.

En Santa Fe, donde una fuerza gobierna y la otra controla la Legislatura, será la política la que sellará la suerte de la reforma impositiva.

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