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Tecnología: trampas y laberintos

Por Carlos Solero / Especial para El Ciudadano.- Revestidas por un aura mágica, las TICs son por sobre todas las cosas un dispositivo de manipulación y encuadramiento de las subjetividades.


Las nuevas tecnologías, principalmente las comunicacionales aparecen en las sociedades contemporáneas como un recurso más del proceso mercantil de apropiación-producción-consumo y alienación.

Revestidas de un aura mágica que en apariencia todo lo permite, acortar distancias, vincularse multilateralmente hasta el infinito etc., son por sobre todas las cosas un dispositivo de manipulación y encuadramiento de las subjetividades. Se pretende hacer creer que se gana en autonomía por la pertenencia a las redes cuando lo que ocurre es que tras el universo virtual de los espejismos está el universo real de las sociedades desiguales, jerárquicas y opresivas.

Lo que se muestra como la posibilidad de elección libre tiene como trasfondo la orientación de gustos y valores en dirección a la sumisión y el consumo para sostenimiento del sistema capitalista, sistema de los objetos al decir del filósofo francés Jean Baudrillard.

No es posible ser neutrales frente a las tecnologías, éstas son el producto de las sociedades que las engendran.

El diccionario Webster define tecnología como: ciencia industrial o aplicada. Dicho de otro modo, en términos de John Zerzan: “Es el conjunto de división del trabajo/producción/industrialización y su impacto sobre nosotros y sobre la naturaleza. La tecnología es la suma de las mediaciones entre nosotros y el mundo natural, y la suma de las separaciones que median entre cada uno de nosotros y el otro; toda la explotación y toxicidad necesaria para producir y reproducir el escenario de hiperalienación en el que languidecemos. Es la textura y la forma de la dominación en cualquier contexto de jerarquía y comercialización”. Y como agrega el propio Zerzan, aquellos que aún sostienen que la tecnología es neutral simplemente una herramienta, probablemente no se han planteado todavía lo que está en juego.

Sostener que las tecnologías no son neutrales es una afirmación que implica tomar posición explícita frente a los sistemas económicos, políticos y sociales imperantes.

Sociedades desiguales como son las del capitalismo generan una ilusión de igualdad que solo puede ser virtual ya que el acceso a los recursos materiales y simbólicos es claramente desparejo en la media en que existen minorías propietarias de los medios de producción y una inmensa mayoría desposeída.

En la dialéctica entre tecnología e ideología se expresan las mismas tensiones que son evidentes en la integralidad del sistema. Estas contradicciones implican un claro predominio no solo en el flujo de mensajes, que es unilineal, sino y ante todo porque los métodos y ritmos productivos son impuestos por las tecno-burocracias al servicio del capital-mercancía, es decir al servicio de la persistencia de la explotación y la dominación.

Espejos y simulacros

Desarrollando la tesis planteada por Karl Marx en su obra fundamental El capital, en este sistema los bienes de uso se transforman en mercancías que mutan en fetiches, así todo el proceso productivo que genera alienación en los productores directos enajenados de fuerza de trabajo, reinan los bienes de uso y la forma dinero completa el proceso de simulacro.

En las sociedades mercantiles todo es mercancía y entonces también lo son los conocimientos, el arte y por qué no los entretenimientos. Hasta el tiempo de ocio está manipulado, no sólo por los tiempos muertos del ciclo productivo sino por la industria cultural que induce hacia el consumo de hábitos prefabricados.

El reemplazo de las comunicaciones interpersonales por el supuesto intercambio adaptado al formato de la informática y la telemática produce una atrofia y hasta la metamorfosis de las subjetividades, acota el universo simbólico encorsetándolo en clichés. Las sensibilidades quedan atrapadas en las telarañas maquínicas, y al parecer es suficiente con apretar una tecla para pasar a formar parte de grupos que nos aceptan a imagen y semejanza de cómo nos autodescribimos. Eso sí, siguiendo los stándares pautados y preestablecidos en los códigos virtuales.

Fabricar la propia imagen

Para ingresar en las comunidades virtuales hay que construirse un perfil, definir una identidad que en la mayoría de los casos poco o nada tiene con relación a la real. Como todo es ficticio en este juego al parecer “todo vale”. Lo cierto es que del otro lado de la pantalla en algún lugar está el centro de la trama y quienes manipulan los datos de millones de personas que creen estar dialogando libremente, expresando sus deseos, fantasías y expectativas.

Miserias del control global  

La ilusión de libertad en los intercambios virtuales es parte del gigantesco simulacro que el sistema capitalista contemporáneo tiene en su galería de espejos.

Hay en el presente una renovada obsesión por el control en la circulación de contenidos, esto lo han demostrado múltiples maniobras de las mega-corporaciones empresarias y organismos estatales y para estatales como el proyecto en Estados Unidos de Norteamérica de la ley Sopa y los diversos intentos de censura y persecución a internautas por parte del Estado español.

Perspectivas

Como afirma John Zerzan la cuestión de la neutralidad frente a las tecnologías del sistema requiere de un análisis profundo y la formulación de una crítica radical. Dice que: “Esta fe tan superficial en la especialización y en el progreso técnico suena cada vez más ridícula”. Herbert Marcuse (en El hombre unidimensional) entendió el problema en 1964, cuando sugirió que “el auténtico concepto de la razón técnica tal vez sea ideológico; no sólo la aplicación de la tecnología, la tecnología misma es dominación… control calculado y calculador, metódico, científico”. Hoy ya experimentamos ese control como una disminución constante de nuestro contacto con el mundo vivo, sumergidos en el vacío de la Era de la Información, acelerado gracias a la informática, envenenado por el imperialismo domesticador de la alta tecnología. La gente nunca fue tan infantil, ni dependía para todo de las máquinas; a medida que la Tierra se aproxima rápidamente a su extinción gracias a la tecnología, su reglamentación constante ahoga y estrecha nuestras almas. Ningún sentido de plenitud o libertad podrá renacer sin la desaparición de la división del trabajo en el corazón del progreso tecnológico. Este es el proyecto liberador en toda su magnitud.

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