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Masacre de Villa Moreno

Triple crimen: sobreviviente señaló al Quemado

Moki, el joven que estaba con las tres víctimas la madrugada de la matanza, apuntó a Sergio Rodríguez como quien empuñó la ametralladora para asesinar a su primo y sus amigos. También lo acusó el Negro Villalba, supuesto blanco del ataque.


El único sobreviviente de la matanza de Villa Moreno, M.S., un joven conocido como Moki, declaró ayer por la tarde durante la segunda jornada del juicio por el triple crimen. Fueron momentos tensos, ya que hubo innumerables cuestionamientos de la defensa de Sergio “Quemado” Rodríguez, el principal acusado, quien fue señalado por el muchacho como quien empuñó la ametralladora para matar a sus amigos. También declaró la madre de Claudio “Mono” Suárez, una de las víctimas. Lita Gómez recordó con dolor el momento en que le avisaron que su hijo estaba tirado en la canchita de Presidente Quintana y Dorrego.

“Me dijo que tenía frío y me pidió que lo ayudara”, dijo la mujer, quien señaló que murió en sus brazos. Y ubicó en el lugar a Ezequiel Villalba, alias Negro y a quien según la investigación buscaban matar los atacantes. Al final de la jornada, el defensor del Quemado, Carlos Varela, recibió una advertencia del tribunal a instancias de la fiscal Nora Marull, con quien protagonizaron repetidos cruces.

El testimonio de Moki fue el primero. Antes, el defensor Varela, pidió que el Quemado no estuviera durante el testimonio, a lo que el tribunal se opuso. El joven contó que festejaba el nuevo año con su familia y luego fue a encontrarse con Mono, Jere y Patóm en la canchita. Relató que en un momento llegaron cuatro personas, momento en que la fiscal Marull le preguntó si podía reconocerlas en la sala. Contestó que sí, a lo que la defensa del Quemado se opuso, lo que originó un debate. Varela le dijo al juez: “No permita abandonar la legalidad permitiendo el reconocimiento”. Añadió que le conviene a la justicia que se revoque, porque el juez tiene que velar por reglas de procedimiento y que el reconocimiento era nulo porque se habían difundido fotos del Quemado en los medios tras su detención. El juez permitió la medida al sostener que no se trataba de un reconocimiento, sino que era un señalamiento en el marco de una testimonial. Ubicados frente a frente, Moki apuntó al Quemado, quien vestía remera rosa, como autor de la masacre.

Varela cuestionó el relato de Moki y habló de contradicciones con su testimonio en la instrucción, en referencia a fotos que le habían mostrado y sobre si había tomado o no alcohol aquella madrugada, y hasta acusó a la fiscal Marull de tener “conductas que rozan lo delictivo”. Al cuestionar dichos del sobreviviente de la masacre sobre el arma con que se consumó el hecho, Varela pidió que Moki tomara el arma y mostrara la manera en que el homicida la empuñaba. “No puedo agarrar el arma con la que mataron a mi primo y mis amigos”, respondió. La fiscal retrucó pidiendo que la acción la realizara el Quemado; la defensa se opuso y finalmente un policía realizó la acción.

El Negro Villalba

En sintonía con Lita Gómez, una vecina dijo haber visto a Ezequiel “Negro” Villalba disparando, en compañía de “Danonino y Chucky”, y señaló haber recibido amenazas de parte del Negro tras el triple crimen. A la vez, le atribuyó haber dicho a Villalba que los atacantes eran los mismos que habían baleado a Facundo Osuna, episodio ocurrido dos días antes, que desencadenó la saga fatal. Es que horas antes del triple crimen allegados a Osuna balearon al hijo del Quemado, Maximiliano, lo que se presume fue el desencadenante de la agresión que terminó con las muertes de Mono, Jere y Patóm.

A su turno, Villalba dijo que aquella madrugada estaba en su casa tomando sidra con su hermana y su padre y escuchó “como 50, 60 tiros”. Añadió que fue corriendo a la canchita y vio que cuatro hombres se subían a la Renault Kangoo blanca. Dijo que allí no los reconoció pero que al pasar de nuevo por el lugar donde él estaba los vio a todos: parado en medio de la sala, el Negro apuntó ayer a los cuatro imputados: Quemado, Daniel “Teletubi” Delgado, Brian “Pescadito” Sprío y Mauricio “Maurico” Palavecino. “Nunca me olvidé sus caras”, graficó.

“Pensé: tanta impunidad. Son responsables de tantas muertes en Rosario. Le habían tirado a Facu (Osuna) así, siempre era igual: llegaban en auto y tiraban. Días después el Jeta (adolescente imputado en el fuero de Menores por el caso), que era muy bocón, admitió que se habían equivocado”, describió. Villalba negó haber estado armado aquella madrugada y admitió conocer a Chucky y Danonino, pero dijo que no los vio allí.

Reconoció que tiene prisión domiciliaria por una condena a 6 años y medio por un robo calificado, y dijo que pese a que lo habían acusado por el ataque contra el Quemadito, horas antes de la masacre, había sido sobreseído. Estaba previsto un careo entre la vecina que denunció a Villalba por amenazarla y éste, quien dijo no conocerla, pero se suspendió.

Al término de la jornada fue el turno del entonces jefe de Policía de Rosario, Néstor Arismendi, quien dio detalles de su llegada al Heca la madrugada del triple crimen. Afirmó que concurrió allí y no a la escena del homicidio por orden de un superior, y señaló que nunca supo la identidad de las cuatro personas que estaban en las camillas.

El cuarto era el hijo del Quemado, quien había sido baleado poco antes. “Me dijeron que era un herido de otro hecho. Pensé que había sufrido un accidente de tránsito, porque no se lo veía muy malherido. Estaba solo, sin ningún familiar”, dijo.

El pastor Trasante, padre de una víctima, pidió “una justa justicia”

En la audiencia matutina de la segunda jornada del juicio oral por el triple crimen de Villa Moreno resaltó el impecable manejo del debate que mostró el juez Gustavo Salvador para controlar los efervescentes cruces entre las partes. Las dos primeras horas de audiencia fueron dedicadas a la incorporación de prueba que solicitó la Fiscalía lo que generó innumerables idas, vueltas, objeciones y debates sobre las mismas. Al final de la disputa legal se incorporaron por lectura las indagatorias de los acusados brindadas durante la instrucción y una testimonial que brindó Mauricio “Maurico” Palavecino antes de quedar imputado la causa. Se ordenó una inspección ocular cuya fecha se fijará al final del debate y se tomó en cuenta un episodio que se produjo con Sergio “Quemado” Rodríguez, quien se negó a participar en una rueda de personas a la que fue compelido.

El tribunal rechazó una pericial acústica sobre la voz de los acusados.

Estas cuestiones probatorias demoraron las testimoniales previstas, por lo que sólo se tomaron tres durante la mañana, entre ellas la de Eduardo Trasante, padre de Jeremías.

Con enorme templanza, y abrazado a la fe, el pastor detalló el derrotero que debió vivir a causa de la muerte de su hijo. Relató la última noche con su hijo, la cena de fin de año y cómo se enteró del trágico suceso. El hombre afirmó que su hija le golpeó fuertemente la puerta para avisarles y corrió con su esposa hacia la cancha de fútbol y observó a su hijo herido junto a Adrián “Patóm” Rodríguez: “Estaba tirado frente a un banco de material, su cuerpo temblaba, sus ojos estaban desorbitados, escuchamos gritos y a unos 40 metros estaban los familiares de Claudio (Suárez, conocido como Mono)”. Trasante refirió que fueron horas de profundo dolor, desconcierto y confusión: “Un vecino me ayudó a cargar a mi hijo a la chata de la Policía. Me lo sentaron encima, iba orando, abrazado, pidiendo por la vida de Jeremías”.

Luego detalló la situación que se vivió en el hospital, donde las familias eran llamadas una por una para comunicarles la muerte de sus seres queridos. Los Trasante fueron los últimos: “Vamos al encuentro y el médico nos hace saber que Jeremías había ingresado muerto al hospital; él murió en mis brazos”. Con sumo respeto se escuchó el testimonio desgarrador del hombre que, a pesar del esfuerzo, no pudo evitar derramar algunas lágrimas. “La experiencia de perder a un hijo en forma violenta hace mucho más profundo el dolor”, describió, aunque sostuvo que mayor dolor les generó a él y al resto de las familias el encasillamiento de las víctimas como barrabravas o soldaditos. Ello los movilizó junto con la organización en la que militaba su hijo, el Movimiento 26 de Junio, a limpiar el nombre de los chicos.

Respecto de los autores, dijo que apenas ocurrido el hecho en el barrio empezaron a surgir apodos que no conocía, lo que fue incrementándose y tomando forma. También habló de su experiencia como pastor con otros dos acusados en el caso: Jeta, entonces menor, y Damiancito (Brian Romero) hoy condenado a través de un juicio abreviado por este caso: detalló un intento del Quemado de contactarlo, lo que terminó con un mensaje enviado a través de un integrante del equipo pastoral de Trasante. Rodríguez le expresó su oposición a las marchas que realizaban y lo tildó de “agitador fino”, refirió.

El hombre concluyó que llegar a esta instancia es algo que buscaron por 34 meses, en los que perdió a su esposa por el dolor y a otro de sus hijos, Jairo, también en un hecho de sangre. Trasante pidió “una justa justicia” y sostuvo que con la muerte de su hijo sembró sus mejores semillas.

También declararon Pedro Salinas, referente del Movimiento 26 de Junio, quien describió a las víctimas, el trabajo social que realizaban y cómo fueron recopilando información sobre el hecho. La mañana concluyó con la declaración de una mujer que resultó herida cuando se encontraba sentada por calle Dorrego junto a un grupo de amigos. Sostuvo que no denunció el hecho porque no vio a quienes tiraban.

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