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Señales políticas para salir de las turbulencias

Se estima que habrá pocos cambios en el gabinete, algunos obligados y quizá haya sorpresas.

Por Gabriel Profiti (Noticias Argentinas).- El 14 de noviembre de 2007 Cristina Fernández de Kirchner dio a conocer la composición de su gabinete, con una traza continuista respecto al que había acompañado a su esposo, más algunas  sorpresas.

Otros cambios en la estructura de gobierno se dieron luego: se fueron enemistados Martín Lousteau (Economía), Graciela Ocaña  (Salud) y Alberto Fernández (jefe de Gabinete), mientras que Jorge Taiana (canciller) también tuvo un altercado con la presidenta, pero se mantuvo en el redil K. Y otros ministros cambiaron de función, como Aníbal Fernández y Nilda Garré.

En cuatro años de avatares, la presidenta también creó los ministerios de Industria, Agricultura, Ciencia y Tecnología y Seguridad para mostrar a esas áreas como prioritarias por diferentes motivos.

En la antesala del nombramiento de su nuevo equipo de colaboradores las señales son las mismas. Se estima que habrá pocos cambios, algunos obligados y quizá haya sorpresas, porque esa es una característica distintiva del kirchnerismo.

Algunos voceros dejaron entrever que los nombramientos se precipitarían por distintos motivos. Por un lado la jefa del Estado buscaría dar señales de certidumbre en medio de las inquietudes que ha despertado la economía. Y atado con ello, frenaría las  internas dentro del Gabinete, que en el caso de Amado Boudou y  Mercedes Marcó del Pont, afloraron con fuerza en las últimas  semanas por las medidas contra el dólar y de cara a la renovación  de autoridades con el Ministerio de Economía.

Tampoco se descarta la posibilidad de que se creen más ministerios. A las varias veces mencionada estructura de Energía o Transporte, que se analizó en su momento para dividirla de Planificación Federal, ahora se suma como alternativa que surja un ministerio de Comunicación Pública, el área que comanda como secretario el influyente Juan Manuel Abal Medina.

Importantes fuentes oficiales mencionaron en los últimos días la posibilidad de que Nilda Garré pase a la Jefatura de Gabinete, un puesto codiciado por Julio de Vido y Florencio Randazzo, aunque en ese caso mantendrá su influencia en el área de Seguridad, donde inició una tarea considerada titánica en el oficialismo.

Los cambios comenzaron en el servicio exterior y el que asoma afirmado luego de haber quedado en el centro de la escena durante el último año es el propio canciller Héctor Timerman. Las designaciones de Luis María Kreckler y Jorge Argüello en las embajadas de Brasil y Estados Unidos enviaron ese mensaje.

Timerman trabaja para quedarse y tiene planes para modernizar  la Cancillería, pero esos nombramientos también implican una  revisión en la política exterior argentina. Se trata de los dos  principales destinos del servicio exterior.

En ese contexto, un hombre de la política como Argüello recibió la instrucción presidencial de solucionar los problemas en la relación con Estados Unidos, mientras que Kreckler, con perfil económico, buscará revertir el déficit en el comercio con Brasil.

Control político

Ambas designaciones fueron realizadas en el mayor de los secretos. Y prácticamente no hubo consultas a los elegidos. Es que otra de las marcas de la casa es el brazo de hierro.

Lo vivió también Daniel Scioli al concurrir a la residencia de  Olivos para terminar de delinear su próximo gabinete en acuerdo  con Cristina.

Precisamente un exponente de ese estilo de rebenque y fusta es Guillermo Moreno, quien ahora también tendría injerencia en la  resolución de la crisis cambiaria junto a Ricardo Echegaray. Pero  ese proceder, que dio muchos resultados en la política, viene  fallando en la economía.

Moreno y Ricardo Jaime eran dos grandes incógnitas del gabinete de hace cuatro años y ahora también aparece el secretario de Comercio Interior entre los principales interrogantes de la etapa que se viene. Parece que le asignarán otra función.

Jaime, por su parte, está siendo juzgado como uno de los emblemas de la corrupción del kirchnerismo. Sus causas están en trámite pero nuevamente una sensación de impunidad recorrió la  justicia argentina en los últimos días.

Se dio con el sobreseimiento de todos los acusados en la causa Skanska, a pesar de que la propia empresa sueca había admitido que pagó comisiones indebidas para la construcción de dos gasoductos en el norte del país.

Las causas por corrupción están en manos de los jueces federales, muchos de ellos seriamente cuestionados. En verdad se trata de un círculo vicioso, que comienza con el nombramiento de esos jueces dentro del Consejo de la Magistratura.

Justamente en la semana que terminó quedaron seleccionados seis candidatos para cuatro juzgados vacantes desde hace varios años en ese cuerpo, que ahora deberán ser seleccionados por la presidenta.

Esa pre-selección se dio en el marco de un acuerdo político entre el kirchnerismo y el PRO que lo dejó muy expuesto a Mauricio Macri. El jefe porteño buscó a través de la astucia política salir del asedio judicial al que fue sometido en los últimos años, pero terminó convalidando a un candidato cuestionado.

Esa jugada formó parte de negociaciones entre Macri y la Casa  Rosada para avanzar en distintos temas. Pero esas aproximaciones  tuvieron límites y desconcertó a los macristas.

El gobierno porteño recibió fuertes críticas desde la primera  línea del kirchnerismo por el derrumbe de un edificio en la ciudad y la puja con los gremios docentes con epicentro en la  Legislatura. Además, Cristina apuró los tiempos para el traspaso  del subte, pero no en las condiciones que quiere la ciudad de Buenos Aires.

Al kirchnerismo le interesa que el PRO sea más complaciente en el Congreso y Macri quiere un compromiso de gobernabilidad. Con  esa idea espera que la Nación lo autorice a conseguir el  financiamiento que le negó en el primer mandato. Con esos recursos buscará mostrar gestión y posicionarse para 2015 como alternativa política. El propio objetivo implica un impedimento.

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