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Los tiempos que vienen

Por Luis Novaresio, especial para El Ciudadano.

Antonio Bonfatti quiere anunciar su gabinete en no más de una semana. Por eso, ha instruido a su ministro de Gobierno y coordinador del Gabinete para que apure los acuerdos con los partidos aliados que permitan cerrar los nombramientos. Los que acceden a la intimidad del primer mandatario electo dicen que se está tratando de buscar una línea de gobierno antes que un elenco de funcionarios. Sin embargo, quienes integran el Frente Progresista quieren saber con precisión qué despachos se les va a asignar a cada uno de los partidos. De esto depende el futuro de la alianza. Sabida la continuidad de Chiqui González, Ángel Sciara, Miguel Ángel Cappiello y Antonio Ciancio, el resto de los espacios ministeriales es un botín de deseos muy fuerte.

Rubén Galassi, quizá la sorpresa por haber sido ubicado en el próximo ministerio político, empezó a poner a prueba por estos días su capacidad de negociación. Este militante del viejo PSP que conoció a Hermes Binner en 1982, cuando frecuentaba el local partidario de 24 de Septiembre y Convención, pleno barrio Tablada, cree que ya tiene “abrochados” los elencos gobernantes que permitirán hacer subsistir el acuerdo provincial de partidos que le dio la victoria a Bonfatti. Por eso le molesta que duden de su capacidad política y lo refieran como un mero técnico en materia de comunicación. Ya se anima con definiciones que considera de alto vuelo programático. En privado, muy en privado y con los suyos, suele asegurar que “el Frente está consolidado; Antonio no es Hermes y tomó nota de que son otros tiempos”. Esto implica, en los hechos, ser más abiertos a soportar funcionarios que no vengan del partido de la rosa.

Fuera de la discusión endogámica es interesante ver con quién conversa Galassi del universo de los que no son propios, pensando que su cargo va a ser vital en una cohabitación con un Congreso dominado por la oposición. Con los peronistas, no hay interlocutor único. “Es que ellos tampoco van a tener un bloque uniforme ni en el Congreso”, confiesan cerca del ministro designado. Si se repasan los referentes, con María Eugenia Bielsa no hay casi relación. De hecho, es difícil encontrar algún encuentro fuera de lo protocolar entre los dos. Respeto demasiado frío. Más lo segundo que lo primero, para ser sinceros.

La arquitecta rosarina tampoco muestra empatía con la nueva gestión en general y con el ministro político en especial. Galassi fue puesto en la implacable mira de la edila del FPV cuando dejó trascender que quería auditar las cuentas de publicidad oficial del gobierno provincial manejadas hasta hoy por quien será ministro de Gobierno de la gestión Bonfatti ¿Y si ella es la presidenta de la Cámara? “No va a haber inconveniente porque ella y nosotros somos respetuosos de la institucionalidad (sic)”, aclaran desde el socialismo con educación que bordea lo gélido. “La presidencia le corresponde a ellos. No hay que participar de una idea de imponer a alguien de otro partido”, instruyó el designado titular de la cartera política a los suyos como ostensible gesto de paz.

Con Luis Rubeo, en cambio, el diálogo es fluido y de mucha confianza al punto de contar con él en una eventual reforma constitucional. “El 2012 es un buen año, dijo Luisito”, recuerda un asesor de Galassi que puntea nombres y voluntades para alcanzar las dos terceras partes de las cámaras, vitales en semejante proceso. Si hay dos obsesiones en sus carpetas de proyectos de gestión, una es modificar la Carta Magna santafesina; la otra, poner al aire la radio y el canal de televisión estatal. Para esta última idea busca un director, ya que Claudio Demarchi dijo que de Rosario no se mueve. Una mujer aparece en el horizonte de lo posible.

Mirando hacia los aliados, el camino más espinoso fue (¿fue?) con la Unión Cívica Radical. A Jorge Boasso se lo ignora y a Griselda Tessio se le ha perdonado aquella intentona de condicionar desde la Legislatura al gobierno de Bonfatti. Si Mario Barletta es el futuro presidente de los boina blanca, cualquier participación suya en el gabinete de Bonfatti es imposible. “¿A quién se le ocurre que el jefe máximo de la UCR pueda ser apenas un ministro?”, resume con lógica el mismo asesor de Galassi. Al menos, el intendente de Santa Fe se sienta a la mesa de las negociaciones con los socialistas Zabalza y Di Pollina. Y ahí, sí, aparecen los dos sectores del partido que aún perciben los movimientos telúricos de la interna entre Binner y Giustiniani.

“Hermes y Rubén no se hablan. Pero que esto ocurra es una anécdota del pasado que no le importa a nadie”, explican desde el búnker del gobernador electo. A Binner lo espera el sillón de presidente partidario que Giustiniani ocupará hasta junio del año que viene. El senador lo sabe y ya ha depuesto todo anhelo por permanecer allí. Prefirió trocar ese sitial por lugares para sus dirigentes como Pedro Pavicich o Sergio Liberatti, quienes ya tienen asegurado trabajo para los próximos cuatro años de gestión.

Frente Amplio versus Frente Cívico

“Por suerte para todos, Hermes va a tener mucho que hacer en los próximos dos años de limbo político”. El que habla es un hombre que prácticamente fundó lo que es hoy el socialismo santafesino. De su experiencia se desprende la preocupación por saber cuál será la tarea del hoy gobernador en estos dos años de carencia de cargo. “Un limbo político que no es el paraíso del poder ni el infierno del retiro efectivo”, explica el hombre. Bonfatti sabe que su antecesor va a estar mucho tiempo en Buenos Aires ampliando el espacio que les permitió llegar segundos el 23 de octubre pasado, en las presidenciales. Y antes que preocuparle esa mudanza de su hasta ahora jefe, en realidad, lo alivia. Es particularmente interesante ver cómo el electo primer mandatario de Santa Fe insiste en mostrar, en lo discursivo, diferencias con su antecesor. Y la lejanía física entre ambos va a ayudar. No debe verse aquí un gesto de traición. Quien hoy espera asumir el 10 de diciembre le agradece a su antecesor de manera expresa y sincera. Sólo que sus asesores le han dicho que el excesivo dogmatismo a la hora de gobernar hasta ahora la provincia no es aplicable en los próximos cuatro años, y hay que sobreactuar la diferencia.

Algunos temen que el Frente Amplio licúe a la agrupación Cívica y Progresista de nuestro territorio. Los “bonfattistas” dicen que esto es imposible, salvo que el radicalismo a nivel nacional sea tomado por intransigentes que no toleren acuerdos locales y competencias a nivel nacional. En ese caso, Binner exhibe orgulloso el escrutinio definitivo que le permitió ser la segunda fuerza nacional con comodidad y con una ganancia que no se pierde: haberse hecho conocido para el gran público nacional.

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