Ciudad

El tango rosarino, de luto

Se nos piantó Angelito, el que llevaba las alas en los pies

Ángel Golato, un mítico milonguero rosarino, falleció esta mañana a los 77 años. Bailarines, músicos, historiadores y poetas lo recuerdan como al loco de los caballos que sólo quería bailar Pugliese.

Las bailarinas Florencia Albano (izquierda) y Ana Laura Piccolo (derecha) junto a Angelito.

“Era un ángel único en su especie, que llevaba las alas en los pies”. La frase es uno de los tantos mensajes de despedida que la comunidad tanguera comenta en redes sociales debajo de las fotos de “Angelito”, un mítico milonguero rosarino que falleció esta mañana, a los 77 años. Sus restos son velados en Perú 636, de zona oeste.

No sólo bailarines. Músicos, cantores, historiadores y poetas de la ciudad expresaron su tristeza por la muerte del milonguero Ángel Golato, que sólo quería bailar la orquesta de Pugliese y solía girar siempre para el lado derecho, según recuerda Florencia Albano, una de sus bailarinas preferidas.

“Angelito era Pugliese, Yunta de oro, y el molinete para el lado derecho. Me acuerdo hace más de diez años cuando me fui a vivir con mis amigas, me regaló una cuchara y dos tenedores de plata, y un mantel”, recordó Florencia.

“Estirpe milonguera que ya no queda”, escribió en Facebook el historiador y coleccionista Gerardo Quilici, quien hace 45 años que conduce el programa radial “A todo tango” y que integra los míticos asados en la casa de su hijo Carlos Quilici, bandoneonista y compositor, a los que nunca faltaba Angelito.

“Que suene Pugliese más que nunca en las milongas rosarinas. Se nos piantó Angelito… Cuantas noches de asado, vino y tango con la barra!… Y milongas, pa’ que hablar…”, escribió Carlitos. Y recordó a El Ciudadano el tango que le dedicó en 2014, “No tan Angelito”, que le hizo escuchar en una milonga en su homenaje donde tocó con su orquesta. Y recordó que era un artesano de las cosas gauchescas, que tenía caballos y cuchillos de plata.

Otro historiador y difusor del tango rosarino, Lautaro Kaller, lo definió como “el último personaje de un tiempo que ya se fue y que de algún modo queremos aprehender, aunque de todos modos se va… Con tópicos, pensamientos, formas y modos de otra época, de un mundo que soñamos, añoramos, queremos conocer. Angelito era un poquito todo eso. Además un amigo. Forma parte de nuestras enseñanzas, de nuestra concepción del tango”.

Quienes conocieron a Angelito no podrían olvidar su carácter. Lautaro lo recordó: “Es difícil señalarlo, este loco era tan diverso, tan disperso. Dentro de ese mundo tanguero, de esa filosofía de la derrota de la que nos enamoramos todos también era perdedor. Siempre masticando el dolor del triunfo del cumpa, del par, como el de Orlando Paiva, y todas esas cuestiones que no se pudieron resolver nunca. Y ese empecinamiento de no querer abandonar ese mundo que se había ido, y del cual renegaba. Era rarísimo lo de Angelito. Esa actitud hostil con todo. Con lo nuevo por no ser viejo y con lo viejo por no ser nuevo. Se terminó muriendo en esa argamasa”.

Andrés Pierucci, poeta de Arroyo Seco, escribió: “La otra pista lo espera con ansia”.

Eduardo Vila, bailarín y cantor profesional además de milonguero y maestro, que acaba de cumplir 80 años, habló con El Ciudadano y lo recordó: “Lamento mucho desde mi punto de vista de milonguero de tantos años que se pierda un valor auténtico representante del tango popular, del baile, de la milonga. Y que es una lástima que se vayan perdiendo los valores del tiempo de antes, aunque felizmente hay una nueva generación que lo está rehabilitando al tango. Es lamentable que se pierda pero es la ley de la vida, unos se van para que otros vengan. Lamento mucho la pérdida de Angelito”.

 

“No tan Angelito” – Tango de Carlos Quilici  (al amigo milonguero Angelito Golato)

La noche ya despide a la milonga,

bien emplichao vos recién llegás,

-¿Qué tango están pasando?, te da bronca,

instrumentao del fuerte reclamás.

 

Entonces suena “el hombre” y ya te anima,

Pugliese te seduce una vez mas,

cheronca te aprontás con una mina

que teje filigranas de arrabal.

 

Est.

Frenás, cruzás, mandás la zurda atrás,

lucís, brillás con porte de bacán,

batís que están bailando como cuises ortigaos,

se tiran de maestros y son crotos bien junaos.

 

Puteás, chillás, -¡Son muertos pa’ bailar!

dejá, vení, tomate un vino mas,

la cheno ya se arruga como un fueye dormilón,

ya pasa el trole rumbo a tu rincón.

 

I bis

No son tan Angelito, y es tu nombre

prosapia de cuchillo y de bagual,

chapeás en los salones de renombre

y en antros de suburbio en el barrial.

 

Un giro, y otro mas, y ya la pista

se abre para verte milonguear,

aún en una gamba sos artista

con barro que trajiste a la ciudad.

 

Est.

Agosto de 2014