Ciudad

Muerte obrera

Se cumplen 100 años de la Semana Trágica en Rosario

El 7 de enero de 1919, cientos de policías, crumiros y, hasta el empresario Vasena, se apostaron frente a un barrio obrero y dispararon más de dos mil tiros contra sus casas. Conocé lo que pasó en este informe de Paulo Menotti


El lunes 13 de enero de 1919, la policía rodeó el local de la Federación Obrera Ferrocarrilera (FOF) de Rosario, ubicado en Güemes 2043, lo tomó por asalto y aprendió a varios de sus ocupantes. Los bomberos, que formaban parte del asalto policial hallaron evidentes pruebas del delito para justificar el accionar, un telegrama desde Buenos Aires que daba cuenta que en el cementerio de La Chacarita la policía había asesinado a cientos de obreros, niños, mujeres y hombres.  Las autoridades locales dirigidas por el jefe político Jorge Lagos tenían sus motivos de preocupación y por eso prefirieron utilizar la violencia para avasallar los derechos de los trabajadores de la sección Tracción del Ferrocarril Central Argentino de Rosario. En Capital Federal se estaba desarrollando una agitación de enorme dimensión que hacía parecer que se asomaba una revolución aunque todo terminó en una masacre a trabajadores.

A cien años de haberse desarrollado, este lunes se recuerda a ese proceso de revuelta social con el nombre de Semana trágica y se trató de un conflicto iniciado por un reclamo de mejor salario y condiciones de trabajo de metalúrgicos a los dueños de Talleres Vasena.

La huelga tuvo inicio el 2 de diciembre de 1918 y durante ese mes hubo escaramuzas de huelguistas contra rompehuelgas, policías y empresarios en los que contaron varios muertos. La de una niña que recibió un balazo de un policía, la de un anarquista que fue asesinado a sangre fría por la espalda por fuerzas policiales y la del “cabo Chávez”, fueron los detonantes de la posterior masacre.

El 7 de enero de 1919, cientos de policías, crumiros y, hasta el empresario Vasena se apostaron frente a un barrio obrero y dispararon más de dos mil tiros contra sus casas. “Hay que ver cómo están las paredes, puertas, vidrieras y el interior de las casas. Unos obreros nos dijeron que para librar a sus hijos de las balas, los hicieron esconderse en el piso debajo de las camas”, relató el diario socialista La Vanguardia. La masacre continuó porque, incluso, cuando los trabajadores fueron a enterrar a sus muertos, las fuerzas de seguridad los esperaron en el cementerio de La Chacarita y abrieron fuego contra la multitud. Lo que se produjo durante esa semana trágica fue una persecución a las familias de los trabajadores, en particular a los judíos y por eso se habla del primer pogromo en Sudamérica.

El presidente Hipólito Yrigoyen perdió el control de la situación y el general Luis Dellepiane dirigió la operación como si fuera una guerra con un enemigo interno, los trabajadores porteños. Ejército, Marina y Policía recibieron la colaboración de los “niños bien” de la aristocracia y la clase media porteña quienes se dieron la tarea de meterse en los barrios obreros a disparar con sus armas de fuego.

Mientras las cifras oficiales hablan de decenas de muertos, las organizaciones obreras denunciaron entre 300 y 700 muertos, mientras que la Embajada norteamericana informó a Washington más de mil ultimados.

Auto negro, letras de oro

En enero de 1919 Rosario todavía estaba conmovida por la huelga policial del último diciembre. Al mismo tiempo seguían los conflictos del trabajo en cristalería Papini, con metalúrgicos, panaderos y, la más preocupante huelga de municipales. Incluso, la situación en el interior provincial era crítica por la cantidad de paros en el sector rural.

El departamento Constitución era el más afectado porque los trabajadores habían logrado imponer condiciones de trabajo a fuerza de movilización. Por todo esto, las autoridades de la provincia encabezadas por Rodolfo Lehmann no dudaron en acordonar la ciudad para evitar formas de agitación.

El local de la FOF fue uno de los primeros en ser clausurados por la policía, y a éste continuaron el local de municipales, además de otros centros culturales anarquistas. Los primeros fueron los que más preocuparon a las autoridades porque, aunque varios ferroviarios fueron apresados, igualmente se produjeron enfrentamientos armados con las fuerzas policiales, además de registrarse ataques a trenes. En cambio, el apresamiento de dirigentes anarquistas alcanzó para desactivar ese foco de rebeldía porque los libertarios no lograron coordinar ningún tipo de acción.

Otro condimento que generó un clima de efervescencia revolucionaria visto como un escenario peligroso, fueron las noticias. La prensa informaba que más de 300 armas habían sido rescatadas de la sección empeños del Banco Municipal de Rosario. Sin embargo, lo que más tensionó a la clase media y alta fue la información, que terminó siendo un mito, de que circulaba por las calles de la ciudad un auto negro con letras “oro” de la FOF que según las noticias de la prensa convocaba a la revolución.

La ciudad está en orden

Algunos diarios locales buscaron, además de focalizar en algunos sindicatos al peligro maximalista que emulaba a la revolución que se estaba desarrollando en Rusia, transmitir sensación de orden interno. Durante la segunda semana de enero de 1919, como en otros conflictos obreros, se comentaba en las columnas de los diarios que la ciudad volvía a su estado habitual, a la normalidad, al recobrar el tránsito los tranvías y demás transportes. Sin embargo, ese mismo día se generaba otra huelga que complicaba la situación en las calles. Otra noticia que trató de generar un clima de tranquilidad fue la de que habían formado un Comité Patriótico “para defender la libertad de trabajo y la Constitución”.

Esta nueva agrupación formada por elementos de la clase alta y media rosarina, además de policías y militares, tuvo su primera reunión en la plaza 25 de Mayo y no era otra cosa que un grupo de choque, el embrión de la Liga Patriótica Argentina en Rosario (LPA). Mientras en Buenos Aires, los de “La Liga” avanzaban a tiros sobre los barrios obreros y perseguían “rusos”, como llamaban peyorativamente a los judíos, en Rosario realizaron una marcha por calle Córdoba.

Algunos de los más jóvenes de este grupo, sin embargo, se separaron y fueron al Mercado central que estaba en San Martín y San Luis a atacar a los negocios y tiendas de judíos. El pogromo, sin embargo, no se produjo en Rosario. La redada de dirigentes sindicales socialistas y anarquistas tuvo su efecto. Por el momento, los gremios fueron abandonando sus medidas de fuerza y el intendente Tobías Arribillaga por fin pudo informar que la situación estaba controlada y convocaba a los municipales a retomar sus puestos de trabajo. Eso sí, la prioridad la tenían los rompehuelgas que habían prestado servicio durante los días de huelga.

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