Política

Opinión y crónica del búnker de Monteverde

Que la identidad política no sea una mala palabra

La alianza del peronismo con Ciudad Futura hizo una gran elección, pero no alcanzó para ganar la gobernación de la ciudad. El discurso de los candidatos valoró el recorrido militante de la fuerza en tiempos de discursos públicos que rechazan ciertas identidades políticas

Foto: Franco Trovato Fuoco

Después de las Paso que lo definieron como el candidato a intendente del frente Juntos Avancemos en Rosario, quienes trabajaban en la campaña de Juan Monteverde sabían esto: necesitaban conseguir 40 mil votos.

Antes de llegar a la medianoche del 10 de septiembre, el día que la ciudad votó en una suerte de balotaje para definir quién gobernaría los próximos cuatro años, saben esto: les faltaron 16 mil votos. No es poco lo que lograron, pero no alcanza. Pablo Javkin fue reelecto como intendente en el frente que reunió los pedazos de lo que alguna vez fue el Frente Progresista y sumó al macrismo, a quienes hasta hace dos años habían señalado como los que nunca serían sus aliados.

Hacia las 21:45 de este domingo, el ingreso al búnker —en la esquina de Vera Mujica y Brown donde funcionaba uno de los tantos boliches que ya no existen en esta ciudad— donde Ciudad Futura y el peronismo esperaron los resultados era un hormiguero de históricos militantes pero también de muchos jóvenes y de fiscales de mesa que llegaban con carpetas bajo el brazo y las entregaban entre lágrimas. El volumen alto de la música con un cancionero piojoso contrastaba con el desánimo general que latía en el salón de eventos, arengaba algo que entre los asistentes parecía apagado. 

Minutos antes de las 22, la mayoría de los candidatos y candidatas que habían impulsado la lista Rosario Sin Miedo estaban arriba del escenario envueltos en un estallido de aplausos. Una línea de militantes locales pero también nacionales (Fernando “Chino” Navarro, de la conducción del Movimiento Evita; Juan Manuel Abal Medina, ex funcionario y ex legislador), aplaudieron y escucharon la palabra de los candidatos.

El primero fue el que disputó la interna a gobernador por esa lista, Eduardo Toniolli, y planteó lo que replicarían todos los oradores: “Este no es el final de nada, es el inicio”. 

Foto: Franco Trovato Fuoco

Juan Monteverde subió al escenario con una sonrisa y agradeció a las más de 226 mil personas que votaron su fuerza política. Los que lo conocen desde sus inicios en la militancia, dicen que este joven licenciado en comunicación social sostiene hace muchos años que quiere ser intendente. Este domingo repitió su deseo, aunque todavía faltan unos largos cuatro años, aseguró que el 10 de diciembre de 2027 llegará al Palacio de los Leones. Estos resultados y la falta de una figura  fuerte del PJ podrían ser su trampolín.

Algo de esa convicción, de esa certeza encendida que practican quienes vuelcan su vida a la militancia, se contagió rápidamente entre las mujeres, hombres, adolescentes e incluso niños que escuchaban sus palabras. El fundador de Giros aquel 4 de abril de 2005, cuando ni siquiera tenía 20 años, ya sabe que su camino siempre demandó mucha paciencia.

Ese mismo 2005, se consolidaba otro movimiento social, nacido del Movimiento de Trabajadores Desocupados Evita que desembocaría en el Movimiento Evita. Los caminos que tomaron uno y otro espacio fueron diferentes en lo electoral (el primero pondría siempre el foco en lo local mientras que el segundo se constituyó como fuerza nacional) pero en lo territorial hubo muchas coincidencias.

Sus respectivas militancias en barrios como Nuevo Alberdi, Tablada, Empalme Graneros, La Cerámica, Santa Lucía, entre otros los cruzaban en la práctica una y otra vez. Pero fue recién principios de la contienda electoral en 2023 que hicieron el anuncio de una alianza para disputar la gobernación de la ciudad. La misma que los llevó a ganar la interna de Juntos Avancemos, contra los sectores tradicionales del Partido Justicialista, el pasado 16 de julio.

Los 226 mil votos representan un avance enorme para una fuerza política que tuvo su fundación en una preocupación por la política de lo cercano y que decidió no integrarse a ninguna estructura tradicional. En 2010 consiguieron la aprobación de una ordenanza en el Concejo, “Ya basta”, que prohíbe la construcción de nuevos barrios privados en la ciudad. “Una medida defensiva que buscó parar el proceso de privatización que vivía Rosario”, dijo Monteverde a este medio en su momento. 

En 2013 Giros formalizó su salto a la política partidaria en alianza con el movimiento 26 de Junio. Frente para la Ciudad Futura sumó más de 4 mil afiliaciones. Sin embargo no lograron conseguir una banca en el Concejo. Por ese entonces en una entrevista a El Ciudadano Monteverde dijo: “Si la ciudad sigue apostando por un crecimiento centralizado, que esté todo en el centro, va a pasar lo que viene pasando que colapsan los servicios, que el transporte es ineficiente, no hay vivienda, el precio de la tierra es caro. Lo que hay que generar es nuevas centralidades, que no esté toda la cultura, la actividad económica, el ocio en dos o tres lugares sino que se empiece a distribuir geográficamente”. Ahora suena profético.

En el acto de este domingo expresó con euforia que militan para representar a los olvidados, a las mayorías populares de esta ciudad. Pidió entonces que proyectaran en las pantallas el mapa de Rosario según los votos. Los colores dejaron en evidencia la fragmentación a la que asiste la ciudad: en el centro ganó Javkin mientras que en todos los barrios ganó Monteverde. Son también, vale decir, lugares donde el candidato presidencial Javier Milei arrasó en las Paso nacionales el pasado 13 de agosto. Así de complejo se presenta el escenario político argentino. Este nuevo armado electoral tendrá que trabajar para retener esos votos mientras Viva la Libertad (la expresión local libertaria) sumó este domingo sus primeras dos bancas en el Concejo.

También dio un discurso Mariano Romero, el militante barrial del peronismo (del Movimiento Evita) que sorprendió cuando ganó la interna a concejales del PJ en julio y que si bien compartió campaña bajo el lema Rosario sin Miedo peleó su banca por separado de Caren Tepp, de Ciudad Futura. Fue una definición de ambos movimientos preservar ese caudal de votos para cada espacio a la par de montar una campaña común, una estrategia muy cuestionada por sus rivales oficialistas.

Al igual que el discurso anterior y el que siguió: Romero reivindicó la militancia política. En clubes, en centros comunitarios, en centros culturales. Este es el inicio, repitió. 

La concejala que renovará su banca, Tepp, hija de un militante radical, pareja de Monteverde y una de las fundadoras de Giros y de Ciudad Futura, abrió el escenario con un saludo a todo el arco político que los contiene. Primero les habló a sus nuevos compañeros de carrera política: “Muy buenas noches a la militancia peronista”. Después, saludó a los suyos: “Muy buenas noches a la militancia de la Ciudad Futura”. Por último dijo: “Muy buenas noches a la militancia del progresismo”.

En las últimas semanas de una campaña repleta de acusaciones contra las identidades políticas (“son kirchneristas”, “son peronistas”, repitieron sin parar candidatos y funcionarios oficiales) Tepp reivindicó una palabra y un modo de vida muy bastardeado en la discusión pública hoy, la militancia. Dijo que antes que candidatos, son militantes los 365 días del año.

Entre las últimas palabras de su discurso previo, Monteverde dijo que su fuerza “no va a estigmatizar ninguna ideología política, las ideas no son una mala palabra”. De hecho, nunca respondió a su rival “vos sos radical”, como si fuera un insulto, una expresión que sintetiza aquello que la mayoría debiera rechazar. 

En la contienda nacional se escuchan una y otra vez expresiones como “erradicar el kirchnerismo”, “eliminar el peronismo de una buena vez”. Acabar-suprimir-terminar-eliminar son verbos que utilizan muchos dirigentes para referirse a sus adversarios políticos, pero no cualquier adversario: el peronismo siempre es blanco de estas construcciones discursivas. Es una estrategia que, hasta ahora, militantes de la lista Rosario sin Miedo no replican.

Tepp participó en 2008 de la resistencia al desalojo de un tambo en Nuevo Alberdi, ella y otros militantes fueron a vivir ahí. El tambo La Resistencia primero era una unidad productiva familiar cuya existencia se puso en peligro por el avance de las urbanizaciones. Fue un bastión de batalla de Giros, consiguieron garantizar su permanencia y más tarde su desarrollo. En 2013, además, el espacio fundó una escuela de gestión social, Ética. Ese año fue su debut electoral. Perdieron. En 2015 empezaron a ganar y su primer eco nacional fue en 2017 cuando presentaron una lista al Congreso íntegramente femenina: todas las candidatas a diputadas nacionales eran mujeres.

Hay palabras claves que se dijeron en el escenario que quizás —ojalá— funden nuevas claves sobre cómo pensar ciertas posiciones. Al peronismo aliado con Ciudad Futura (hay que ver si el peronismo que responde a sectores como el de Omar Perotti participa también de este frente) le toca jugar como oposición: Tepp aclaró que es mucho más que eso, “es capacidad transformadora de gobierno”. Así han ido construyendo su carrera política: con marchas, acampes, reuniones con funcionarios, propuestas legislativas sin ser legisladores, con alianzas estratégicas en la práctica cotidiana hasta el último armado de frente electoral.

Ese mapa que mostraron en las pantallas refleja una realidad que algunos sectores políticos denuncian hace años: el centro versus los barrios. Hace 20 años Rosario, la ciudad que se abrió a la orilla del río Paraná y cuyas gestiones reinvidicaron que el paisaje fuera una suerte de patio abierto para toda la ciudadanía, empezó  también a gestar una división cada vez más profunda entre ese centro y todo lo que lo rodea. Una ciudad, ahora, cada vez más hostil para las grandes mayorías, justamente es en los barrios donde cae todos los días una violencia feroz.

Este escenario en barrio Pichincha este domingo 10 de septiembre mostró hombres y mujeres de distintas trayectorias, algunos con puños en alto y otros con dedos en ve. Este salón que esperaba el discurso de sus candidatos entre lágrimas y con una tristeza flotante, pasadas las 22.30 era un estallido de bombos, cánticos, música. Ya habían recibido la palabra de sus referentes, de tres nuevos líderes que, contra todo pronóstico, parece haber parido la sociedad rosarina, la misma que hace unas semanas dio tantos votos en blanco o “anti casta”.

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