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Por otro bicentenario

El jefe de Gabinete, Abal Medina, participó de una cena en la que se habló de los planes para el futuro inmediato.

—Señor presidente, ocurre algo con el sistema: no me reconoce y no me permite votar.

—Debe ser, señor diputado, porque últimamente usted anda votando raro.

Este chiste fue festejado aunque todos los comensales lo conocían. Involucró a Jorge Yoma y a Julián Domínguez y circuló como humorada sobre un desperfecto en el sistema de votación, pero con condimento político en la sobremesa. El primero, protagonista ausente; y el segundo, exultante, hace unas noches en un restorán de Puerto Madero donde los diputados K despidieron el año entre rumores, expectativas por los días que vienen y ensayos retóricos sobre los movimientos de un ex aliado: Hugo Moyano.

Antes de entrar en la pendiente de diciembre los legisladores fueron convocados por Domínguez y el jefe del bloque del FpV, Agustín Rossi, y para darle rango oficial, estuvo y habló último el jefe de Gabinete Juan Manuel Abal Medina.

Motivos para el festejo tenían casi todos los presentes. En particular Domínguez, que unas horas después renovaría al frente de la Cámara en medio de adulaciones de propios y extraños. En esos halagos hay que rastrear por qué legisladores de andar sinuoso permanecen orgánicamente en el dispositivo K.

Un sector del microcosmos PJ, con oídos y extensiones en despachos oficiales, susurra un destino ministerial en marzo para el canciller de Chacabuco, pero en Rodizio evitaron decirlo en voz alta. “Es que ahí estaba Abal Medina”, dijo, entre guiños, un asistente.

Se repartían en las mesas Carlos Kunkel, que patentó la frase del “golpe institucional” de la Justicia, José María Díaz Bancalari, el ex abogado moyanista Héctor Recalde, los neocamporistas Andrés Larroque, “Wado” De Pedro y Mayra Mendoza.

También María Teresa García, Mario Oporto y Gastón Harispe de Octubres, mezclados con el metalúrgico Carlos “Ruso” Gdansky, único dipusindical por las ausencias de Omar Plaini y Facundo Moyano, de oportunos faltazos porque un rato antes Hugo Moyano había convocado a una movilización contra el gobierno para el 19 de diciembre.

La elección de la fecha fue motivo de reproches al camionero porque, dijeron, apunta a generar el clima precrisis al hacer coincidir la marcha con el aniversario de los días que precipitaron la caída de Fernando de la Rúa en 2001.

“El 19 y el 20 de 2001 Moyano ordenó no movilizar y Víctor De Gennaro hizo lo mismo, pero ahora movilizan contra Cristina”, fue el argumento que cruzó las mesas, mechado con pronósticos autocomplacientes sobre la teórica masividad del acto del 9 de diciembre en Plaza de Mayo que convoca el gobierno bajo el título de “Día de la Democracia”.

Un eufemismo porque el desfile de dirigentes por Casa Rosada y los preparativos en el Congreso tienen como objetivo garantizar una movilización que le sirva a Cristina de Kirchner para, aun sin decirlo, contrarrestar con las marchas del 13S, 8N y 20N, aunque ésta tuvo una dimensión notablemente menor que las demás.

Se hablaba, entre expertos en actos y convocatorias que podría tratarse de una apuesta fuerte si, como dicen en gobierno, se convierte en un “mini” Bicentenario, en referencia a la masiva concurrencia a los festejos de 2010.

Uno de los diputados tiró que se esperan más de 300 mil personas, y luego estiró la cifra al medio millón de asistentes sólo en Capital.

En paralelo, la celebración se repetirá en otros 25 puntos del país, mecanismo que blanqueará tensiones con algunos gobernadores, como José Manuel de la Sota.

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