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Pandemia

Por la cuarentena un grupo de usuarios de Salud Mental se quedó sin trabajo

Integran el dispositivo "El horno está para bollos" y preparaban viandas para 40 externados del Agudo Ávila. Por el aislamiento cerraron la cocina, pero el convenio gracias al cual funcionaban se había caído en diciembre. El proyecto es parte de la ley nacional para reducir camas en manicomios


Hace tres años, trabajadores del Centro Regional de Salud Mental Agudo Ávila veían que unas 60 personas externadas volvían cada mediodía a las puertas del hospital a buscar una vianda de comida. Hablaron con colegas de la dirección de Salud Mental y pensaron acercarles una propuesta: enseñarles a cocinar. Lanzaron una convocatoria y sumaron cerca de 20 hombres y mujeres que se capacitaron, compraron equipamiento y comenzaron a cocinar en el primer piso del Centro Cultural La Toma. Un año después, “El horno está para bollos” hacía catering para fiestas y eventos. Mientras iniciaban los trámites para conformarse como cooperativa, en agosto de 2019 sumaron una nueva apuesta: preparar platos para que 40 personas externadas del Agudo Ávila fueran a comer cada mediodía. Un convenio entre el Hospital y el área de Salud Mental financió el proyecto hasta diciembre. Este año, los y las usuarias continuaron cocinando, pero a mediados de marzo debieron suspender la tarea por la cuarentena y no saben si podrán continuar. Mientras, preparan pizzas y empandas para enviar a domicilio con una cooperativa de cadetes que también funciona en La Toma. La situación no sólo representa la pérdida de 20 puestos de trabajo, sino de un espacio de contención que forma parte de los dispositivos intermedios en el marco del Programa de Sustitución de Lógicas Manicomiales para reducir la cantidad de personas internadas e impedir nuevos ingresos. Entre 2012 y 2018, las camas de internación en la provincia bajaron a la mitad.

“Desde diciembre dejaron de pagarles a los usuarios que integraban el proyecto. Una de las problemáticas es la situación de vulnerabilidad que atraviesan, la pobreza, la falta de acceso al trabajo y la vivienda. Esta es una de las pocas experiencias donde los integrantes lograron desarrollar y sostener un emprendimiento. Para ellas y ellos representa la posibilidad de volver a establecer un vínculo laboral”, dijo uno de los acompañantes del dispositivo, creado a partir de la reglamentación de la ley de Salud Mental y Adicciones.

“El horno está para bollos” reúne a 20 usuarios y usuarias de entre 30 y 58 años. Habían pasado por el Agudo Ávila, la colonia de Oliveros y centros de salud barriales. El primer año trabajaron dentro del programa provincial Nueva Oportunidad y el siguiente pasaron a la órbita del Nexo Oportunidad. Gracias a subsidios del ministerio de Producción y de Desarrollo Social compraron hornos, utensilios y todo tipo de elementos de cocina para armar un servicio de catering profesional. Una vez capacitados, comenzaron los trámites para conformarse como cooperativa. La primera reunión estaba prevista para abril, pero la cuarentena obligó a posponerla.

En agosto de 2019 firmaron un convenio con la provincia y el Agudo Ávila para que las y los usuarios preparen 40 platos de comida para externados y externadas que iban a la puerta del Hospital a buscar una vianda. “Muchas veces no tenían dónde comerla. Entonces propusimos prepararlas nosotros. Además de ser un plato completo, les daba la posibilidad de sentarse en una mesa y compartir un almuerzo. Después se llevaban la vianda de la noche que podían ir a calentar a la Toma”, contó uno de los acompañantes. El menú incluía entrada, plato principal y postre en base a las indicaciones de un nutricionista del hospital, y era preparado por las y los usuarios divididos en turnos de 4 horas.

El convenio duró hasta diciembre del año pasado. Con inciertas promesas de continuidad, los usuarios y usuarias continuaron hasta mediados de marzo, cuando la cuarentena obligó a cerrar la cocina.

“La falta de trabajo y vivienda propia es una de las mayores dificultades de las y los usuarios. Muchas veces, las internaciones se prolongan porque no tienen un lugar donde dormir. Este proyecto fue una posibilidad para ellos, no sólo desde lo económico, sino desde la contención que les brindó como integrantes de un dispositivo de Salud Mental. Ahora sólo podemos acompañarlos telefónicamente”, contó uno de los acompañantes y agregó: “Los externados del Agudo Ávila ahora reciben las viandas que entrega la UNR pero sólo de lunes a viernes. Se quedan sin el plato de los fines de semana y feriados”.

“Esta situación les genera una incertidumbre en cuanto a volver a lo cotidiano y lo laboral. Queremos una respuesta para saber qué va a pasar cuando termine la cuarentena. Si vamos a poder seguir trabajando o si las viandas volverán a Catering Gourmet, un servicio que recibió quejas por el mal estado de la comida y cuyo titular tienen causas por violar la cuarentena”, concluyó el acompañante.

Solidarios

La semana pasada, desde la Comisión Gremial  y el Centro Cultural de La Toma informaron la incorporación del dispositivo “El horno está para bollos” como una organización más de las que integran el establecimiento.

“Teniendo en cuenta el lamentable error que desde las autoridades se ha cometido al dejar sin efecto el servicio de comedor y viandas que desde esa cooperativa de usuarios de salud mental se efectuaba, lxs trabajadorxs en lucha desde La Toma extendemos nuestra mano solidaria para que lxs compañerxs puedan producir y vender sus productos alimenticios desde el establecimiento en lucha”, señalaron en un comunicado, y agregaron:

“Solicitamos a todas las organizaciones populares, a la ciudadanía con sensibilidad social a difundir, propagandizar y colaborar con estos extraordinarios compañerxs que han encontrado en el puesto de trabajo su reinserción más efectiva a la vida social en circunstancias muy difíciles”.

En Rosario

Desde la secretaría de Salud Mental municipal señalaron que los dispositivos grupales vinculados a centros de salud y hospitales siguen funcionando durante la pandemia de manera virtual. El objetivo es sostener los vínculos generados en esos espacios entre usuarias, usuarios y acompañantes, de manera telefónica, en grupos de Whatsapp o mediante actividades compartidas en redes sociales.

“Hay un seguimiento telefónico o por redes sociales. Algunos ya tenían grupos de Whatsapp y otros los armaron por la pandemia. Continúan con actividades culturales que venían haciendo como de teatro, pintura y escritura a través de soportes virtuales donde intercambian consignas y resultados. Comparten de manera pública el trabajo y permite que permanezcan conectados”, dijo a El Ciudadano la titular del área, Paola Cocconi.

“Esto sólo es posible a partir del vínculo anterior que cada referente tiene con cada usuario. Para algunos es más fácil que para otros. Hay quienes no están familiarizados con las redes sociales pero hay a quienes los ayudó a animarse a participar”, agregó.

Cocconi aclaró que los dispositivos están vinculados a un equipo de salud por lo cual los espacios permanecen abiertos ante la necesidad de atenciones de urgencia.

“La interacción nos permite trabajar preventivamente en relación a estrategias de cuidado en la pandemia. La persona puede ubicar que se suspende algo externo que nos involucra a todos. Cuidamos como transmitir la situación actual para reforzar los cuidados sin asustar a los usuarios”, concluyó.

Derechos

Desde 2012 la provincia trabaja en el programa de sustitución para promover las externaciones y desarrollar estrategias de atención acordes a la ley de Salud Mental. Alcanza a las clínicas privadas y los monovalentes públicos. Ambos deben adherirse, cualquiera sea la forma jurídica, y adecuarse a favor de los usuarios y usuarias. Se evalúa a cada persona internada, el estado del establecimiento y el plan progresivo de egreso a dispositivos menos restrictivos de integración familiar y social. La prioridad es buscar alternativas que menos restrinjan la libertad de las personas y que habiliten lazos sociales, entendiendo que los padecimientos mentales o subjetivos no pueden ser considerados como un estado inmodificable. Según el paradigma, el Estado debe garantizar que toda persona con padecimientos de salud mental goce de los derechos fundamentales.

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