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Panorama Político

Política en medio del barro

El gobierno nacional mostró en la última semana un cambio de actitud con respecto a las inundaciones en el Litoral y en particular con Santa Fe, pasando de una pasividad pasmosa que puso los pelos de punta de instituciones intermedias, comunas y el gobierno provincial, a una febril agenda de reuniones, promesas y visitas.


El gobierno nacional mostró en la última semana un cambio de actitud con respecto a las inundaciones en el Litoral y en particular con Santa Fe, pasando de una pasividad pasmosa que puso los pelos de punta de instituciones intermedias, comunas y el gobierno provincial, a una febril agenda de reuniones, promesas y visitas.

En ese sentido, los cuestionamientos públicos que el ministro de la Producción Luis Contigiani primero y el propio gobernador después (ambos refirieron que había que dejar de teorizar sobre el cambio climático y empezar a bajar soluciones) generaron ruido y despabilaron a los funcionarios nacionales.

Probablemente también contribuyeron al cambio de actitud los referentes locales de Cambiemos, poniendo en tema a los funcionarios de Buenos Aires, anoticiándolos de que la provincia no tiene un número de evacuados importante en relación a sus vecinas, pero que el daño sobre las tierras productivas y la economía de pequeñas y medianas localidades bordea lo catastrófico, según la descripción del propio presidente ayer en Rafaela.

Merece un párrafo aparte el tema de la cantidad de evacuados de este lado del Paraná. El número contrasta con las fotos satelitales que muestran casi toda la superficie provincial bajo agua.

Por una vez no es casualidad. Es la foto que técnicos y políticos santafesinos imaginaron hace más de una década cuando se preguntaron qué es prioritario defender ante una situación de catástrofe hídrica de las características de la actual. La respuesta a esa pregunta es que aún con las áreas rurales bajo agua, los contratiempos que enfrentan habitantes de pueblos y ciudades están, salvo excepciones, a años luz de los daños personales y materiales de otros tiempos.

Es el resultado de un Estado que definió objetivos y además los llevó a cabo. Inversión y obras sostenidas en el tiempo. Eso se hizo bien.

Agua y política

El ex vicegobernador Jorge Henn (UCR) lo atribuyó a que Santa Fe aprendió de sus experiencias pasadas. Debe coincidir con él su correligionario, aunque adversario interno, José Corral. El intendente de Santa Fe es el primero de la historia que dispone de tiempo para sobrevuelos en helicóptero y sesiones de foto con el presidente y otros ministros nacionales en lugar de tener que estar sacando gente del agua, esquivando puteadas o dinamitando la Circunvalación para secar la ciudad.

Con la tranquilidad de tener cuidada la retaguardia, José Corral dedica esfuerzos a instalarse para pelear la gobernación en 2019.

Esa “campaña fría” consiste en el acompañamiento mutuo con el gobierno nacional, lo que le da la posibilidad de hacerse conocer fuera de los muros de su ciudad.

La condición de Corral para comprometer su entusiasta apoyo a las decisiones de la Casa Rosada en nombre de la UCR, es que se le haga un lugar en cada actividad referida a Santa Fe que hagan el presidente o funcionarios nacionales.

No importan las circunstancias ni el tema, siempre en algún rincón de la foto aparece Corral. Una táctica de posicionamiento personal acertada, que en esta etapa le permite capitalizar el envión inaugural de Cambiemos en Santa Fe.

La situación es incómoda para el gobernador Miguel Lifschitz, a quien le plantan el intendente en cada encuentro con funcionarios nacionales como si fuera una maceta de adorno. El punto que pasó la raya fue cuando en Paraná, Macri subió al helicóptero a Corral y ni siquiera invitó a Lifschitz.

Desde aquellas primeras reuniones en Casa Rosada cuando Lifschitz entraba al despacho del jefe de Gabinete y Corral lo recibía junto con Peña, la incomodidad se volvió una circunstancia con la que el socialista aceptó convivir. Por ahora.

Gobernador e intendente y el mundo de la política en General saben cómo sigue la historia: en 2017 el grupo que comandan Corral y Mario Barletta competirán electoralmente como Cambiemos y no como Frente Progresista, plantando la disputa por la Gobernación dos años antes. Ni uno ni otro conoce en qué momento se formalizará esa ruptura, pero sí conocen cuáles serán los patos de ese divorcio: Lifschitz despedirá a los ministros de Obras Públicas y Ciencia y Tecnología (ambos del grupo UCR Universidad que lidera Corral) y Corral a los secretarios de Salud y Producción (socialistas).

Corral propio y extraño

El protagonismo que la primera línea de la Casa Rosada le ofrece a Corral incomoda, además del gobernador, dentro de Cambiemos.

Es notable el esfuerzo de cada funcionario nacional que aterriza en Santa Fe para envolver en un mismo abrazo discursivo a Corral y a dirigentes del PRO para que nadie se sienta relegado.

Fue el caso de la vicepresidenta Gabriela Michetti, cuando puso especial énfasis en mencionar al diputado provincial Federico Angelini como otra polea que enlaza gobierno nacional y territorio.

Miguel del Sel avisó desde Panamá que no descarta volver a pelear la Gobernación, síntoma de ese malestar de sectores del PRO que se niegan a “regalarle” la acumulación política de estos años a Corral y su grupo.

Con respecto al resto del radicalismo santafesino, a pesar de que todos respetan el rol partidario de Corral, sus panegíricos hacia Macri y el gobierno se viven más como un posicionamiento personal que colectivo.

Unos pocos correligionarios ya tienen decidido de qué lado estarán cuando Corral y Barletta quieran partir aguas. El resto observa y espera el desarrollo de acontecimientos.

Desde el plano ideológico, no les apasiona abrazarse a un gobierno que ejecuta políticas incompatibles con el ideario radical y que en todo caso en lo mejor que los representa es en el sentimiento antikirchnerista.

Desde lo pragmático, tampoco pareciera gran negocio renunciar a ser parte de la comodidad de ser el oficialismo provincial para intentar volver al mismo lugar dos años después.

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