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Policía condenado por balear a un hombre en un patrullero

Recibió cuatro años de prisión efectiva y ocho de inhabilitación para ejercer cargos públicos.

Un policía que prestaba servicio en la Unidad Regional VIII fue condenado a la pena de cuatro años de prisión efectiva y a ocho sin poder ejercer ningún cargo público por herir de un disparo en la cara a una persona en estado de ebriedad que era trasladada en un móvil policial al hospital Alejandro Gutiérrez de Venado Tuerto, en septiembre de 2009. En tanto, el compañero del uniformado quedó desvinculado por falta de mérito ya que no se encontraron pruebas contundentes que lo señalaran como partícipe de la agresión.

Mediante un juicio abreviado, el suboficial Hugo Ezequiel Romano, de 23 años, fue condenado por lesiones graves doblemente calificadas, pena impuesta por el juez penal de Sentencia subrogante de Melincué, Daniel Curik. Por su parte, el abogado defensor del suboficial, Luis Tomasevich, solicitó una serie de medidas para poder cumplir con el fin de la pena que es la reinserción y la rehabilitación de Romano.

En su escrito, Tomasevich evaluó que sería beneficioso para su defendido que los cuatro años de prisión “se cumplan en la dependencia policial de Chovet (ubicada 120 kilómetros al sudoeste de Rosario, en el departamento General López), debido a que su familia está domiciliada en esa localidad”.

Además, el letrado resaltó que otro de los pedidos es que pueda continuar con la capacitación como Operador de PC tres veces por semana en un instituto privado y que pueda efectuar tareas laborales para ayudar a la manutención de su familia, dentro del ámbito de Chovet.

El hecho ocurrió alrededor de las 16.30 del 4 de septiembre de 2009, cuando un vecino de Venado Tuerto se comunicó al Comando Radioeléctrico de esa ciudad para advertir que había una persona tirada en medio de la avenida Marcos Ciani al 2400 (extensión de la ruta nacional 8) con la ropa ensangrentada y en estado de ebriedad.

En ese marco, la patrulla 3542 con dos policías a bordo fue al lugar para socorrer a la víctima, quien fue identificada como José Antonio Urteaga, de 64 años. Al llegar, los uniformados corroboraron que la persona estaba herida y como la ambulancia que solicitaron se demoraba, decidieron trasladarla al hospital Alejandro Gutiérrez de Venado Tuerto en la Ford Ranger, declararon en su momento fuentes policiales.

Sin embargo, cuando se subieron para dirigirse hasta el hospital, la camioneta sufrió un desperfecto mecánico y los policías tuvieron que pedir otro móvil para que asistiera al herido.

Fue en esa instancia en que los dos suboficiales, Hugo Ezequiel Romano, de 23 años, y Dante R., uno con 11 meses y otro con 7 meses en la fuerza, fueron como refuerzo del primer patrullero en el móvil 3825.

Cinco minutos después de partir con el herido en el asiento trasero, mediante una comunicación por radio, el agente Romano informó que durante el traslado se le había escapado un disparo, resultando herida la persona que transportaban, por lo que solicitaban la presencia de superiores en el hospital Gutiérrez, quienes detuvieron a los dos policías y secuestraron el arma.

En su declaración en la sede judicial, Dante R. aseguró que minutos antes, mientras estaban sentados en el auto custodiando una entidad bancaria de San Martín y Alvear, en el centro de Venado Tuerto, Romano jugaba con el arma. “Me ponía la pistola en la panza y me decía te voy a matar. También se jactaba de que ser experto en tiro y me confesó que su arma no andaba bien porque le fallaba el seguro”, remarcó el suboficial.

Una vez que estuvieron en el lugar, el hombre herido se puso agresivo y comenzó a insultar a los policías para que no lo llevaran. Los suboficiales hicieron caso omiso de las protestas de esa persona, quien es un conocido vagabundo de la zona, porque en varias oportunidades lo tuvieron que trasladar a la comisaría por desmanes o a algún centro asistencial, refirieron los voceros.

Ya en el asiento trasero de la patrulla, Urteaga continuaba con los insultos y las quejas, relataron en dicha oportunidad las fuentes del caso.

Romano discutía con él y lo amenazaba con pegarle un tiro sino se callaba. Tomó su pistola, la apoyó en la reja que separa el habitáculo trasero y efectuó un disparo, contó el compañero del acusado. “Miré hacia atrás y vi al hombre desfigurado que largaba sangre por la boca. Cuando vuelvo la mirada hacia Romano, se colocó el arma en la cabeza y me pidió que no diga nada o de lo contrario se mataba”, especificó en su momento Dante.

“En unos segundos cambió el discurso y propuso que se deshicieran del cuerpo”, agregó el policía, quien aseguró que después de la confesión le sacó el arma, le pegó unos cachetazos para que reaccionara y se fueron hasta el hospital Gutiérrez.

Cuando la víctima llegó al centro de salud, los médicos determinaron que tenía una herida de bala que entró por la nariz, recorrió el paladar y salió por el cuello debajo de su oído izquierdo. El hombre, de 64 años, quedó internado en estado reservado sin que su vida corriera peligro y, tras varios meses de rehabilitación, logró recuperarse.

Por su parte, Romano hizo una declaración similar a la de su compañero. Ante el magistrado reconoció que tomó el arma –que la llevaba debajo de la pierna izquierda al alcance de la mano derecha– para asustarlo, y cuando golpeó la reja el arma se disparó. Al mismo tiempo en que resaltó que ya había presentado una queja, primero en la delegación de la UR VIII, de Melincué, y luego en Santa Fe porque su pistola andaba mal.

Pero uno de los empleados de la oficina de logística de la capital provincial dijo que cuando Romano fue a hacer el reclamo revisó la pistola y  no tenía nada. “El arma es nueva”, sostuvo, y señaló tres errores gravísimos que cometió el suboficial: “No debió sentarse sobre el arma, tampoco golpear con ella la reja, ni tener un cartucho en la recámara. Eso está terminantemente prohibido”, sentenció el uniformado.

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