Ciudad

Pichincha mereció otro libro

Por: Luciana Sosa. Una investigación de Cintia Barenboim indaga la recuperación urbanística de un barrio estigmatizado por su pasado prostibulario. Analiza las políticas públicas en la zona y sus particularidades geográficas.

Rosario sigue creciendo y el barrio de Pichincha es una muestra clara del progreso de toda una ciudad, el recupero de su historia y la renovación de su gente. En una investigación publicada en su libro “Políticas Públicas Urbanas y Transformaciones Edilicias: el caso del barrio Pichincha en la ciudad de Rosario (Período 1998 – 2009)”, la arquitecta Cintia Barenboim reveló el progreso que experimentó el mítico barrio, su revalorización edilicia, los proyectos y por dónde puede seguir avanzando el territorio rosarino y qué ofrece cada sector de la ciudad.

—¿Cómo surgió esta investigación?

—Este trabajo surgió a partir de una tesis del Máster en Planificación Urbana–Regional de la Universidad de Buenos Aires (de 2006 a 2008), y elegí Pichincha por ser un barrio que había estado paralizado mucho tiempo. Tuvo su gran momento de gloria entre burdeles y espacios clandestinos relacionados con la prostitución hasta 1930, pero luego, en los 70, tuvo una reforma importante en la demolición de viviendas antiguas. Con el tiempo, en medio del olvido, este barrio fue tomando protagonismo nuevamente en el mapa de la ciudad y, al estar cercano al centro rosarino, se revalorizó también por su cercanía al puerto, la estación de trenes y el valor patrimonial de muchas de sus edificaciones.

—¿A qué se debe este progreso? ¿Cómo es acompañado por el marco arquitectónico?

—En Rosario hay una política de rehabilitación, de consolidación de la parte histórica, y otra de renovación de los frentes. Esto lleva a que se estudie la zona y se busque sacar el mejor provecho para revivirla. Por ejemplo, el trabajo sobre los frentes se realizó con mayor ímpetu sobre calle Wheelwright. Conozco la realidad de barrios que han sufrido esta renovación pero no hay ningún otro en Rosario, sí en Capital Federal, como San Telmo y Palermo, pero allí no hay políticas de protección de la zona como en Rosario.

—¿Cómo se vivió esa recuperación cultural y social que hoy respira Pichincha?

— Todo eso empezó de forma inédita o propia de la misma gente, con la intención de reapropiarse del barrio. Hoy podemos ver que se busca rescatar ese valor histórico con los negocios de antigüedades, las casas de tango, los cuatro circuitos de casas de valor patrimonial y la belleza que se mantiene en la zona. Claro que aún falta mucho por hacer, sobre todo en materia informativa para el ámbito turístico. Considero que hace falta un buen circuito histórico que abra las puertas de los que fueron burdeles para meterse en esas historias, más allá del señalamiento que hoy marca las zonas más legendarias del barrio. Por otro lado, rescato que se haya pedido que no se construyan torres en el centro de Pichincha, como método de cuidar la fachada general del barrio.

—¿Quiénes han dado testimonio de la historia de Pichincha?

—Hay muchos relevamientos de permisos, entrevistas a personas que viven en el lugar, a arquitectos, a profesionales de la Universidad Nacional de Rosario, a concejales, por los proyectos presentados sobre el barrio. Todas las partes que dan vida o han trabajado por protegerlo están en esta investigación. En cuanto a las historias, hay de todo tipo. Porque los que vivieron desde hace años relataban cómo eran los conventillos. Allí habitaban personas de todas las edades, varias familias en conjunto, hacinadas, muy humildes, provenientes de lugares recónditos de la Argentina o de países limítrofes. En tanto, hoy el barrio está mayormente habitado por jóvenes universitarios o parejas jóvenes.

—¿Se puede prever una explotación similar en otro barrio de Rosario?

—Dudo que sea de este tipo, pero sí hay un boom de la construcción y desplazamiento en otro sector de la ciudad, como en la zona noroeste. Hoy el primer anillo de la ciudad está comprendido por Oroño, Pellegrini y las arterias de los barrios principales hacia el río. Ese anillo queda chico y se abrió el segundo que abarca la zona hasta Avenida Francia y 27 de Febrero, hacia Avellaneda y bulevar Seguí.

—¿Qué pasa con los sectores fuera de la ciudad?

—Es una tendencia de los años 90 irse a vivir en las afueras de la ciudad, junto a los barrios abiertos, cerrados o los barrios clubes. Se despertó una alternativa de vivir al aire libre, y despegarse del caos de tránsito en pleno centro, estar más seguros. Pero luego se supo que muchos se han cansado de viajar todo el tiempo, de no tener la mayoría de los servicios a su alcance. Sin embargo, hoy se construye por otro lado, se pone en marcha otro prototipo de estilo de vida como en Puerto Norte, con una clase media alta, con las torres jardín, donde hasta se tienen locales comerciales, guardería infantil, gimnasio, restorán. Queda todo en la torre, y a sólo metros del centro de la ciudad. Rosario se distingue de Buenos Aires por tener un gobierno socialista preocupado por el espacio público.

—¿Qué ofrece el norte y el sur para este crecimiento?

La ciudad tiene un gran crecimiento hacia el noroeste, inclusive se conoció la polémica que se desató por los terrenos en Nuevo Alberdi y sobre la cual el grupo Giros estuvo al pie de la lucha. Hoy el Concejo está trabajando sobre el terreno, por su utilización, pero mientras tanto la ciudad se expande por el noroeste. La gente invierte en la construcción, que es un modo financiero confiable. Hoy vemos a muchas personas de clase media que no pueden acceder a un crédito inmobiliario y pagar su vivienda en cuotas por la inflación y porque desconfían del sistema financiero. La gente hasta de clase media con un ahorro entra entonces en un fideicomiso inmobiliario. Volviendo al noroeste, se urbanizará desde el aeropuerto internacional hacia el arroyo Ludueña, y desde calle Tucumán hacia el norte y las vías del Ferrocarril. Es una zona de 15 por 15 cuadras. De todas maneras, ya se están viendo los cambios, hay todo un trabajo de saneamiento del arroyo Ludueña y se trabajará con una tipología de viviendas con edificios que no superen los seis pisos. Por otro lado, el sur puede formar parte de un gran plan de viviendas, a pesar de que está relegado. Sólo se hizo el casino y esto ya reactivó el sector, con lo cual se logró el arreglo de varias calles, pero no hubo grandes obras. En el extremo de la zona sur hay barrios muy humildes, pero al suroeste hay una zona rural que puede ser perfectamente explotada para la expansión de la ciudad.

Sector por sector, el rescate y su valoración

El libro “Políticas Públicas Urbanas y Transformaciones Edilicias: el caso del barrio Pichincha en la ciudad de Rosario (Período 1998 – 2009)” analiza las “políticas de conservación” que se implementaron en el área central del barrio. Según detalló su autora, Cintia Barenboim, éstas incluyen la declaración de cuatro “Áreas de Protección Histórica” (APH), espacios que deben mantenerse tal cual están, sin existir posibilidad de transformación alguna. La normativa también intentó igualar la edificación en altura, permitiendo la construcción de edificios de 3 pisos, con un límite de hasta 13 metros. No obstante, la arquitecta apuntó que en las dos arterias principales de Pichincha, las calles Ovidio Lagos y Salta, se permitió la construcción de hasta 19 metros de alto. También se definieron tres “Áreas de Reserva”, que constan de un sector que lindan con Puerto Norte, destinados al desarrollo inmobiliario a futuro.

En tanto, la “transformación”, como enunció Barenboim, fue sobre la zona del barrio más cercana al río Paraná, denominada como “Frente de Renovación Urbana”. Este lugar está habilitado para las demoliciones y la construcción de edificios de hasta 36 metros, o torres de hasta 66 metros de altura.

“Con respecto a las Áreas de Protección Históricas (APH), solamente lo que se hizo fue nombrarlas. Yo propongo realizar obras que valoren los edificios patrimoniales tanto públicos como privados, que haya más iluminación y carteles. Es decir, me parece importante no solamente nombrar esas áreas, sino también que exista más infraestructura relacionada”, manifestó la arquitecta.

El valor de cada área

En el informe, la investigadora también publicó recuadros donde discrimina y analiza el valor económico de cada sector del barrio de Pichincha.

A saber, el sector delimitado por las calles Rivadavia entre Rodríguez y Oroño es el más caro a nivel inmobiliario. Le siguen los espacios entre Lagos, Salta, Oroño hasta Rivadavia; además de Salta, Lagos y Francia.

En tanto, la zona comprendida por Avenida del Valle, Ovidio Lagos, Salta y avenida Francia fue la más reactivada por la apertura de bares, boliches y pubs, que también encareció las edificaciones linderas.

Por su parte, la zona de Salta, Oroño, Tucumán y Ovidio Lagos posee “costos céntricos” dada su cercanía, mientras que las manzanas comprendidas entre las calles Urquiza, Vera Mújica, Francia y avenida del Valle comprenden el espacio más económico de todo Pichincha.

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