Ciudad

Rendirse jamás

Paso a paso, la quebrada Allocco recupera actividad

A un año de la caída, la firma sigue en funcionamiento bajo administración judicial y sostenida por 75 empleados. Una sindicatura está a cargo de la empresa, que podría pasar a manos de un inversor el mes que viene.


La vuelta a la actividad de Allocco –la principal proveedora de máquinas y servicios para la industria aceitera radicada en Villa Gobernador Gálvez– ocurrió después de que una propuesta judicial fuera aceptada por los 75 trabajadores de la firma. Luego de un año de lucha, reclamos, de sueldos adeudados, de la eliminación del privilegio por antigüedad y de reiteradas denuncias por vaciamiento financiero y retiro de maquinarias a la patronal anterior, se fueron abriendo puertas y en pocos días, se espera, plantará bandera un nuevo grupo inversor que se hará cargo de la firma y de los empleados, que vienen sosteniendo la lucha.

“Lo primordial es haber podido recuperar la fábrica y tener trabajo. El objetivo es mantenerla, pero costó. No es fácil. Todavía nos queda recuperar nuestro sueldo al ciento por ciento”, resaltó Leo, uno de los trabajadores, quien de esta manera se refiere a que tuvieron que aceptar una disminución muy importante de su salario, a la pérdida de los años de antigüedad y de tener que trabajar siete horas en lugar de nueve. Todas estas decisiones fueron tomadas por la sindicatura que se conformó tras la quiebra dictada por el juez Marcelo Bergia, en febrero del año pasado. Fue una salida de emergencia ante la apremiante situación (ver aparte).

“Antes era una empresa que se dividía en tres partes: la planta, la parte de producción y la de ingeniería. Después empezamos a crear nuestra gestión, nos está yendo bien y la sacamos adelante. Ahora hay un contador y un coadministrador. En poco tiempo se nos abrieron muchas puertas, no pensamos que iba a ser a corto plazo. El próximo mes vendrá un grupo inversor que se hará cargo de la empresa. En principio, por un contrato de alquiler por cuatro años y medio, con posibilidad de compra para el año 2020”, explicó Mariano, otro de los empleados.

Actualmente, los sueldos de los operarios oscilan entre los 5 mil y los 6.500 pesos mensuales, y manejan un promedio de ingresos de 2,5 millones de pesos por mes que se reparte entre sueldos, ART, jubilación y materia prima, entre otros gastos de operatividad.

“El cliente volvió a confiar en nosotros. Todavía hay que seguir presentando el estado de la empresa a algunos clientes, nadie se va a arriesgar a traer una máquina a reparar y que Allocco cierre. Cada pieza que está en la fábrica es millonaria”, dijo Mariano.

Algunos de los clientes como Dreyfus, Molinos, Santa Clara, Cargill y Terminal 6 siguen confiando en Allocco como la principal proveedora de máquinas y servicios para la industria aceitera.

“Allocco rinde, por eso la defendimos tanto tiempo y seguimos en lucha. No es ni una cooperativa ni una empresa privada. Es una empresa en quiebra intervenida por un juez. Y la coadministración, a través de la sindicatura, es la que decide cómo se paga, de qué manera, a quién se paga, a quién no, y cómo se divide el dinero de los ingresos”, detalló Leo.

La metalúrgica viene produciendo lo suyo y ya se entregaron equipos nuevos a las provincias de La Pampa y Entre Ríos. También se exportaron repuestos a España, Bolivia y Paraguay, entre otros países. Además, la semana pasada viajó un representante de la firma a Dubai para presentar relevamientos de cotizaciones de la fábrica.

“Estamos en el mercado mundial. Cualquier empresario que venga se llena los bolsillos de plata, estamos haciendo las cosas bien. Podemos hacer más, pero por ahí tropezamos”, se desahogó Leo.

Un largo peregrinar

Mariano confiesa que después de tanto esfuerzo llegó la recompensa. “Cuando estuvimos encadenados en el Ministerio de Trabajo, mis hijos me preguntaban si estaba preso y lloraban. Eso te parte al medio y pensás ‘¿qué carajo estás haciendo?’. Pero entre compañeros nos apoyamos. De a poco se fueron sumando pequeños logros y eso nos daba fuerza para seguir adelante”, admitió el trabajador.

Leo contó que estaban todo el día fuera de sus casas para que el pan no faltara sobre la mesa de cada trabajador, pero eso no alcanzaba.

“No teníamos para comer, buscábamos algo para todos pero no nos alcanzaba. Fue muy duro. Algunos no aguantaron e irremediablemente buscaron otro destino. Allocco se levantó gracias a los trabajadores. Seguimos manteniendo este monstruo que muchos lo daban por perdido y que había cumplido un ciclo. No fue en vano todo lo que hicimos. Hoy tenemos la posibilidad de que venga un inversor, que no es poco”, reveló Leo, exteriorizando su sonrisa, con mezcla de orgullo y coraje.

Septiembre de 2012, el inicio del derrumbe

Los empleados de Allocco apuntan a septiembre de 2012 como el momento de quiebre, cuatro años después de que Desmet-Balestra, una firma de origen belga y una de las principales competidoras, comprara la empresa y comenzara a transferir el grueso de sus ganancias a la casa matriz. A partir de 2009 se hicieron ventas por centenares de millones de dólares y ese dinero fue enviado a Desmet de Bélgica. A Desmet de Argentina le quedaron migajas y comenzó a crearse una cuantiosa deuda con proveedores.

Hasta diciembre 2012, los sueldos se pagaron regularmente y no hubo despidos ni se redujeron horas de trabajo. Paralelamente a esa situación se produjo un proceso de endeudamiento, con lo cual Allocco Desmet contrajo importantes deudas con sus proveedores, allí figuran deudas que contrajo Allocco con el dueño del 100 por ciento de las acciones.

Así, en un tiempo muy breve, Desmet dejó de producir, se endeudó y se volvió insolvente. La empresa belga eliminó a una de sus pocas competidoras a nivel mundial.

En septiembre de 2012, Desmet se deshizo de la metalúrgica y les vendió las acciones de la empresa a un empresario nacional, Marcelo Markous, y a su esposa Amparo Corral.

Este nuevo traspaso tuvo repercusiones para los trabajadores: en diciembre de ese mismo año los empleados de Allocco no cobraron el aguinaldo correspondiente y empezó a retrasarse el pago de salarios, hasta que en abril de 2013 los trabajadores dejaron de percibir sus ingresos. En este lapso se produjeron los primeros despidos sin indemnizaciones. A principios de 2012 la firma contaba con 220 empleados, al finalizar el mismo año el personal quedó reducido a 114.

Unos meses después de haber adquirido la metalúrgica, Corral y Markous se presentaron en convocatoria de acreedores. En el expediente de la causa hubo verificaciones de créditos por más de 100 millones de pesos. Al respecto, más de la mitad de esos créditos figuran en los registros otorgados por la firma Desmet en concepto de pago anticipado de producciones, las cuales nunca se llevaron a cabo.

El 12 de febrero de 2014, el juez en lo Civil y Comercial Marcelo Bergia decretó la quiebra de la industria metalúrgica. Y al poco tiempo presentó un plan para que Allocco siguiera operando bajo la administración de una sindicatura. Sin muchas opciones, los trabajadores aceptaron la propuesta aun resignando la antigüedad laboral y una reducción del salario, a la espera de que apareciera un inversor capaz de hacerse cargo de la empresa.

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