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De estreno

Inagotable fuente de riquezas

El músico Lucio Mantel presentará “Confín”, su cuarto álbum de estudio, que rebosa de un sonido y lirismo de alto voltaje con una prosa profunda repleta de figuras retóricas y metáforas poéticas, donde apuesta a la escucha múltiple y atenta.


Lucio Mantel llegará esta noche a Rosario para, a las 21.30 en el Gran Salón de Plataforma Lavardén (Sarmiento y Mendoza), dar a conocer Confín, un disco exquisito, de esos que aparecen muy de vez en cuando entre tantos y tiene el poder (y todas las cualidades) para convertirse en obra de culto. Y lo presentará con un formato de cuarteto que, según contó el músico a El Ciudadano, le permitirá mostrar “una versión muy particular y cruda del disco”.

Con su sonido y lirismo de alto voltaje pero también con una prosa profunda repleta de figuras retóricas sobre la vida, el tiempo y el mundo, en su cuarto disco de estudio, Mantel propone un viaje musical que, para disfrutar con todos los sentidos, vale la pena escuchar con atención porque, en sus múltiples escuchas, pone al descubierto nuevas metáforas poéticas que parecen emanciparse de tanta nebulosa comunicacional.

Es un disco para escuchar muchas veces porque, como contó el músico, “trabaja en varios planos”. Inagotable fuente de sorpresas, en él, la primera escucha es agradable pero son las siguientes las que ofrecen su mayor riqueza musical y conceptual.

“No hago discos para que sean escuchados de fondo; de hecho, en lo último que trabajamos –contó Mantel– es en la sonoridad superficial que va a tener. Es como un vestuario que le ponemos a una cosa más esencial que quiero que esté y que, por la profundidad que uno intenta que tenga, seguramente, no aparece en la primera escucha”.

“Cuando estoy haciendo un disco sé en qué dirección tengo que caminar, pero no con lo que me voy a encontrar al final”, dijo Mantel sobre su proceso de producción musical que, contó, fue bastante preproducido en cuanto a las intenciones.

“Como artista me siento en el deber de intentar muchas cosas pero, sobre todo, atreverme a fallar”, dijo alguna vez el cineasta estadounidense John Cassavetes. Lucio Mantel parece seguir esa línea metodológica a la hora de componer: “Cuando estoy haciendo un disco sé en qué dirección tengo que caminar pero no con lo que me voy a encontrar al final; trabajo con la prueba y el descarte sin tener prejuicio de tirar alguna idea en la que haya pasado mucho tiempo trabajando”.

El cine, las imágenes y postales de universos reales, ficticios o imaginarios –como en los sueños–, son también elementos que se pueden descubrir en el desgranamiento de las escuchas de Confín. Es natural y parece nacido –aunque no fue así– fronteras afuera de la ciudad. Y es que, parece difícil –o más meritorio– asomarse con tanta precisión a un tiempo actual sin la imperiosa perspectiva que brinda el mirar a la distancia.

No parece nacido en la urbe a pesar de que el protagonista, indudablemente, es el que vive en la ciudad, en un microclima en crisis donde la necesidad de encontrar un puente que no se caiga y un piso para sentirse real se convierte en urgencia o emergencia.

“Lo escribí en Buenos Aires”, cuenta Lucio Mantel y destaca que es, de sus discos, el “más urbano de todos; el que más está atravesado por ese tipo de energía. Esta vez, en la base, por primera vez hay una batería y eso a mí me remite a algo urbano”.

El necesario punto de partida

“Estrafalario” es el primer tema del disco, una canción que dice mucho en épocas en que las palabras fluyen ilusorias, casi ridículas. Él las llena de sentimiento para expresar, poéticamente, muchos estados de ánimo y un pulso que parece atravesar el mundo moderno.

Oraciones cortas y una musicalidad que remite a la famosa canción “Construção”, de Chico Buarque, pero también a los padres del rock y la música popular argentina, desde Spinetta y Fito Páez hasta Liliana Herrero, el tema cuenta lo que le va pasando a una persona con sus búsquedas, lo no logrado, su historia –que se repite todos los días, cíclicamente– y sus esperanzas, que nacen con cada nuevo sol, con cada nuevo amanecer.

“Después fue confundirse hasta desaparecer… Por dentro presentí que algo se muere”, canta casi queriendo expresar que el existencialismo moderno se mueve entre las crisis y las urgencias. Y que para vivir emancipado hay que dejar de no ser (real), dejar de perder el tiempo con distracciones y tratar de seguir con mirada panóptica-superadora para no distraerse de los objetivos de vida.

El primer tema configura y predispone todo lo que vendrá después. “Durante la grabación, «Estrafalario» fue pensada como una primera canción. Me costó bastante pensar un primer tema porque no había ninguno que sintetice lo que es el disco, y cada canción sale disparada para un lugar distinto”, contó Mantel.

La historia que se expande

“Pobres los hombres que no saben sus propios nombres”, entona el músico en “Morir de ruido”, quinto tema de Confín que comparte a dúo con Fito Páez, una canción que se interroga sobre lo que queda cuando las palabras se van.

En “Un astronauta”, décimo tema, el sonido y la prosa llegan a uno de los puntos más altos del disco. Una trompeta con sordina ayuda a configurar un cielo oscuro casi negro, que con reminiscencia al universo que ayudó a construir el compositor Ángelo Badalamenti en el cine de David Lynch, se mueve entre blues, jazz y funk para hablar de la soledad, las confusiones, el amor que queda, la inmensidad, la velocidad y el tiempo.

“El imaginario del astronauta es algo que tiene más que ver con la ciudad. Creo que mi ideal está lejos de las ciudades; de hecho: en una canción de un disco anterior cierro con ese remate. En los discos anteriores esto no pasó porque fueron saliendo de la música, no sé si decirle urbana, pero sí atravesada por el marco cultural predominante como la cultura pop”.

Confín atraviesa ciertas interrogaciones sobre la configuración del tiempo. “Estrafalario” es el comienzo ideal y “Ahora”, el desenlace inevitable con el que, si se quiere, la historia acaba pero vuelve –o puede volver– a comenzar. “«Ahora» es una canción que, desde que fue compuesta, supe que iba a ser el final del disco”, contó Mantel.

“No es un disco de quiebre pero sí es uno donde ninguna canción tiene un parecido con alguna que hice antes. Nunca había hecho una canción-celebración como «Luz de día», ni un tema que tenga una base rockera como «Otro sobre el tiempo», un blues como «Un astronauta» que tampoco tiene una sonoridad tradicional. Traté de trabajar un lenguaje que me fuera ajeno y, en esa sensación de enajenación, traté de encontrarme. Por eso creo que cada canción es una forma de confín”, concluyó el músico.

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