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Obama, de potencial aliado a mal menor para el gobierno

La presidenta la semana pasada se expresó a favor del actual presidente pese a que hace unas semanas había evitado pronunciarse sobre esos comicios.

“Nosotros pensamos más parecido al actual presidente (Barack Hussein Obama), (Mitt) Romney es más conservador”, sintetizó Cristina Kirchner la semana pasada durante una sorpresiva aparición en la Casa Rosada para anunciar la construcción de un gasoducto en Córdoba.

Fue en una particular conferencia de prensa tras una pregunta sobre las elecciones en Estados Unidos del próximo 6 de noviembre, ante la que la mandataria fijó postura a favor del presidente demócrata recordando lo dicho por su rival republicano respecto a que el 47 por ciento de los estadounidenses “creen que tienen derecho a la salud, a la comida y a la vivienda” y se consideran “víctimas”.

Hace unas semanas en el picante intercambio con estudiantes de Harvard, Cristina Kirchner había evitado pronunciarse sobre esos comicios porque “no correspondía” y pese a que también había deslizado su favoritismo por Obama, ahora su apoyo fue más claro.

Si bien la relación entre ambos gobiernos distó durante su coexistencia de ser la ideal, claramente la opción demócrata es más conveniente para la administración argentina ante un escenario internacional complejo y particularmente frente a la ofensiva judicial de los fondos buitre.

Se trata de una preferencia con menos entusiasmo que la que hizo hace cuatro años por el mismo candidato, ahora casi obligada.

De hecho, el vínculo entre Romney y el principal adversario de la Argentina, el fondo de inversión NML-Elliott Capital Management, es más que estrecha y su influencia crecería.

Ese fondo especulativo, que rechazó ingresar a los canje de deuda argentina, fue el que logró frenar a la Fragata Libertad en Ghana y acaba de conseguir un aval de una corte de apelaciones de Nueva York para obtener “trato igualitario” con el resto de los acreedores que sí aceptaron la reestructuración.

Según reveló la revista The Nation, la mujer del candidato republicano, Ann, invirtió al menos un millón de dólares en ese fondo, cuyo fundador y principal accionista, Paul Singer, es a su vez un gran contribuyente de la campaña de su marido.

La prensa estadounidense publicó que Singer invirtió casi cuatro millones de dólares en la campaña republicana, distribuidos entre Romney, Chris Christie, gobernador de New Jersey, y el candidato a vicepresidente, Paul Ryan, a quien incluso le permitió con ese financiamiento convertirse en gran figura del partido y ser nominado en la fórmula.

Relación difícil

En la anterior campaña presidencial estadounidense, la ya mandataria argentina había esbozado su favoritismo por los demócratas tras una tensa relación con la administración republicana de George Walker Bush, que hizo eclosión con el caso de la valija de Guido Alejandro Antonini Wilson.

Su primera opción había sido Hillary Clinton, con quien había tenido cordiales intercambios previos, aunque luego celebró la llegada de Obama a la Casa Blanca.

Sin embargo, la relación tuvo altibajos. Uno de los primeros cimbronazos sobrevino en 2009 a una declaración del entonces secretario de Estado adjunto para América Latina, Arturo Valenzuela, sobre la falta de seguridad jurídica en la Argentina, y en febrero de 2010 Cristina Kirchner dijo ante los micrófonos de la CNN que Obama no había cumplido las expectativas de la región, particularmente por su rol en la crisis de Honduras.

Pero claramente el momento de mayor tensión bilateral se dio a principios del año pasado con el “decomiso de material sensible” de un avión militar estadounidense. Pocos días antes, Obama había armado una gira por varios países de Sudamérica, pero dejó fuera a la Argentina en el año electoral.

Los vaivenes quedaron reflejados en los cables diplomáticos filtrados por WikiLeaks, donde se filtraron fuertes críticas a los gobiernos kirchneristas.

En el medio hubo tres encuentros presidenciales que buscaron relanzar el vínculo: en septiembre de 2009, en la Cumbre del G-20 en Washington; en Cannes en otra reunión del G-20 en noviembre de 2011, luego de la reelección de Cristina Kirchner; y en abril de este año en la Cumbre de las Américas en Cartagena de Indias.

En cuanto al espinoso tema de la deuda no regularizada, Obama le pidió a Cristina que “solucione sus compromisos con los acreedores –bonistas– y con el Club de París” y los representantes estadounidenses votaron en contra de créditos a la Argentina por parte del BID y el Banco Mundial, en parte gracias al poder de lobby que tienen esos fondos en el Congreso.

Pero al mismo tiempo ordenó presentaciones de “amicus curiae” en defensa de la Argentina ante tribunales estadounidenses frente a las pretensiones de los fondos buitre.

También suspendió el sistema de preferencias comerciales debido al reclamo de más de 300 millones dólares de dos compañías estadounidense tras fallos del Ciadi –tribunal de disputas comerciales del Banco Mundial– que la Casa Rosada sostiene que deben ser revalidados en la Justicia argentina.

Por su parte, la Argentina hizo fuertes reclamos por el déficit comercial con Washington estimado para este año en 4.700 millones de dólares.

Uno de los puntos que había acercado a ambos gobiernos en los últimos años fue el reclamo argentino ante Irán para que permita el juzgamiento de ex funcionarios y funcionarios por el atentado a la Amia, pero la reciente apertura del diálogo con Teherán generó objeciones de la diplomacia estadounidense.

A través de su máxima representante para América latina, Roberta Jacobson, el Departamento de Estado advirtió que “no es momento para acercarse a Irán”.

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