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Durísima de domar

Por: David Narciso

El viernes a la mañana fue muy particular esa sensación de que, excepto unos pocos, nadie sabía bien qué estaba ocurriendo en el primer piso de la sede Rosario de Gobernación. Ni el gobierno provincial, ni algunos de los diputados del PJ que así como llegaron a la puerta del despacho del gobernador se retiraron en grupo.

Historia de un desencuentro

¿Qué fue lo que pasó? Las versiones son diferentes según quién las cuente. Para la Casa Gris, el justicialismo “dejó pasar la oportunidad de demostrar vocación para combatir el narcotráfico”. El diputado nacional Juan Carlos Zabalza, mano derecha de Hermes Binner, se refirió a una actitud de “desestabilización política” hacia el gobierno provincial.

La historia del desencuentro no se puede abarcar sin explicar que desde el lunes, cuando el gobierno hizo las primeras consultas, hasta el jueves a la noche el Partido Justicialista debatió fuerte qué hacer ante la iniciativa del gobernador.

Hubo quienes objetaron que sólo hayan sido invitados los legisladores nacionales y no los diputados y senadores provinciales. Otros opinaban que no convenía asistir porque el gobernador los iba a usar para poner en escena la falta de compromiso del gobierno nacional en la lucha contra el narcotráfico. Por último, estaban los que sostenían que no se podía no asistir, que el problema tiene una dimensión institucional y que había que mostrarse allí para influir en cómo superar la crisis.

Cualquiera de las opciones que se eligieran tenía a Agustín Rossi como cara visible. Ya comprometida la presencia, si no asistían el jefe de bancada nacional quedaba expuesto incapaz de reunir a los diputados de su provincia; si iban y eso era interpretado como un salvavidas para el gobierno también pagaba costos.

Los sectores enfrentados internamente a Rossi especularon con esos escenarios. La diputada Silvia Simoncini fue quien discutió y marcó la cancha todo el tiempo en nombre del bielsismo.

Paso en falso

El desenlace es conocido. Los diputados justicialistas hicieron una puesta en escena infantil que les sirvió para salir del paso pero con credibilidad cero. Dejar las sillas vacías ante la convocatoria del gobernador en un momento de crisis en un tema tan delicado como el narcotráfico no fue la mejor idea. Fue mostrar que tampoco el PJ parece estar a la altura de la circunstancias.

El yerro del justicialismo le permitió al gobierno provincial sacar por un momento  la cabeza del agua, desplazar un poco el eje, por primera vez tras una semana de crisis y golpes de críticas que lo azotaban a diestra y siniestra.

Durísima de domar

Fue una semana durísima para el gobierno del Frente Progresista. La decisión de reemplazar al secretario de Seguridad Marcos Escajadillo fue un acierto; la idea de cobijarlo en el Ministerio de Gobierno…, lo dirá el paso del tiempo. Nombrar a Cristian Sola como jefe de Policía, desde afuera parece una idea desacertada; adentro del frente gobernante generó opiniones encontradas. El gobierno tendrá sus razones para apostar tan arriesgado en tan complicada coyuntura. La elogiosa argumentación del ministro Raúl Lamberto, en relación a la formación y capacidad de mando de Sola, hacen pensar que no tenían plan B en la apretada hora de resolver la sucesión. Todo un dilema político: de un jefe preso a otro que está bajo investigación. Los funcionarios se atienen a lo formal para defender la medida: no se puede prejuzgar sin indicios concretos. Es una verdad incontestable que estos días periodistas y opositores olvidan todo el tiempo. Sin embargo esa formalidad no puede contemplarse fuera de su contexto y las circunstancias. Conclusión: el tiempo de Sola al frente de la Policía transcurrirá con un ojo en cómo evoluciona la investigación sobre su patrimonio, y el otro en los resultados de la gestión.

El gobierno le aclaró a Sola que no tiene todo el tiempo del mundo ni un cheque en blanco en sus manos. Y que su permanencia en el cargo dependerá de los resultados. Si no los obtiene, claro, Sola se irá a su casa y el gobierno tendrá más problemas.

Operaciones y déficits

Hermes Binner es el blanco de todos los misiles. Todos tienen como destino final confluir en el precandidato a diputado nacional por lejos con mejor intención de voto, al menos hasta que estalló el caso Tognoli, esto revisado por encuestas que manejan socialistas y justicialistas.

Tognoli, se sabe, es un punto débil para el ex gobernador porque fue su jefe de la sección Drogas en los cuatro años de su gobierno y ascendió a jefe policial al asumir su delfín Bonfatti.

Está claro que ahora Santa Fe y el socialismo gobernante, y en particular su referente a fuerza de ganar elecciones, entraron en el radar de la Casa Rosada, como antes pasó con Macri, Scioli o De la Sota. A menos de un año de las elecciones, no hay posibilidades de empezar a pensar en el sueño re-reeleccionista si la expectativa en una provincia como Santa Fe es alcanzar uno o dos diputados como gran elección. En las distintas casas políticas aseguran que esa es la foto de hoy, similar a la de las elecciones provinciales del año pasado.

Pero tan cierto como que fue una gran operación política de un sector del gobierno nacional lo que sacó a la luz el caso Tognoli, lo es que al gobierno provincial le urge darle un rumbo previsible y recuperar la credibilidad perdida en el área de seguridad.

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