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“Nos recibieron con aplausos”

El Ciudadano habló con vecinos y patrulló las calles rosarinas con Gendarmería. “Sentimos la satisfacción del deber cumplido”, remarcaron los comandantes a cargo de los operativos. Vecinos coincidieron en que se sienten más seguros.


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El Destacamento Móvil Nº 2 de la Gendarmería Nacional está ubicado a pocos metros de la avenida San Martín, a la altura del 2800. Ocupa una manzana entera y sus puertas están custodiadas por gendarmes, con armas y handies. Sólo pueden pasar los autorizados. Las edificaciones están dispuestas sobre un gran parque. En esta época, se mezcla el verde del césped con el marrón y amarillo de las hojas caídas, paisaje al que se le suma un silencio natural que sólo se rompe con el trinar de algunos pájaros. Esa postal bucólica se transformó por completo el 9 de abril pasado: unos tres mil efectivos federales desembarcaron en la ciudad al unísono en un megaoperativo que tuvo una puesta en escena digna de Hollywood. Siete helicópteros y decenas de vehículos que habían estado acantonados en San Nicolás desembarcaron en la Rosario que durante el último año estuvo en boca de todo el país por sus niveles de violencia y los atentados narco. El ruido de las botas entrando y saliendo de este lugar, pero también de la ex Rural y el ex Batallón 121 actuaron con improvisadas tiendas de campaña. El paisaje de ese sector de la zona sur, pero también en el resto de la ciudad, ya no fue el mismo.

La entrada al predio de barrio Tablada comienza y termina en una enorme galería que oficia de ingreso a distintas habitaciones. La última es la de los jefes. Allí esperan el comandante principal Ricardo Heredia, segundo jefe del destaca-mento local; el comandante Ricardo Cuella, del Destacamento Móvil Nº 4 (La Pampa), y el comandante Manuel Chavarría, también del Destacamento Móvil Nº 2. Los tres reciben a El Ciudadano y aclaran que representan a una institución de perfil bajo, que hablan con la prensa sólo porque recibieron órdenes de hacerlo. Y se ponen a disposición. Los uniformados son invitados, entonces, a dejar estadísticas, datos duros y formalidad de lado, y a que hablen sobre qué es Gendarmería y quiénes son ellos.

El comandante Heredia toma el mando de la charla. Elige hablar del país. “El gendarme conoce todas las regiones, todas las costumbres. Sabe bailar cumbia villera y cumbia santafesina, entiende qué dicen las zambas, las chacareras, sabe que en San Juan lo invitarán a comer sopaipilla y en Rosario a comer torta frita”. El comandante Heredia es sanjuanino pero parece que él, como todos los miembros de la fuerza, son más argentinos que de alguna provincia.

Gendarmería es una fuerza de seguridad intermedia; es decir: puede tener funciones tanto militares como policiales. Depende del Ministerio de Seguridad de la Nación y puede anexarse tanto a las policías como al ejército. Sólo hay cuatro fuerzas de este tipo en el mundo: los carabineros italianos, la gendarmería francesa, la guardia civil española y la gendarmería argentina. En Rosario, donde llevan adelante un operativo de seguridad ciudadana, ejercen funciones de policía. Acciones de este tipo son las más estos años: la mayoría se replica en el conurbano bonaerense. En otras épocas, el lugar de Gendarmería estuvo en las fronteras, anexándose al ejército. Pero ahora, explicó Heredia, ya no los necesitan tanto. Menciona al Mercosur. También habla de la Patria Grande, de América latina y de unas fronteras donde ya no sirve tanta custodia. La charla se corta por unos minutos. Suenan los primeros acordes de “Californication”, de los Red Hot Chili Peppers. Es el celular del comandante principal.

El Operativo de Seguridad Ciudadana que desembarcó en Rosario hace un mes está con-formado por cuatro fuerzas: Policía Federal, Prefectura Naval y Gendarmería Nacional, además del aporte de la Policía provincial. En total hay 2.151 efectivos, la gran mayoría federales, y 209 vehículos. Las cuatro fuerzas tienen un Comando Unificado, donde trabajan juntos las 24 horas. Se trata de una habitación ubicada en el propio destacamento, desde donde se mantiene el contacto con cada patrulla, además de un seguimiento en tiempo real por GPS de los móviles en la calle y a través de las cámaras de seguridad de la Municipalidad. En una de las paredes hay una foto impresa en papel. Muestra a un grupo de vecinos sosteniendo una pancarta: “Gracias Gendarmes por darnos paz”.

Un mapa gigante de Rosario señala los 28 sectores que tiene asignado el operativo. Están distribuidos en toda la ciudad y se incluye a Villa Gobernador Gálvez. El comandante Cuella cuenta que sólo conoce la ciudad por los sectores que le co-rresponde supervisar, que ni siquiera llegan a ser barrios. Son zonas elegidas por el poder político. A ellos les toca cubrir el perímetro y actuar. Cuella todavía no pudo escapar de su rutina. Hace un mes que está en Rosario y aún no pudo sacarse una foto en el Monumento.

Cuella explicó que los operativos de seguridad ciudadana como el que desembarcó en Rosario nacieron en la Organización de las Naciones Unidas. Él mismo formó parte de esas experiencias internacionales en Kosovo y Bosnia, donde tenían que trabajar en conjunto fuerzas de seguridad y militares de más de cincuenta países. La primera noche que estuvo en Rosario, al comandante le tocó estar en barrio Las Flores. “Pensábamos que veníamos a Vietnam. Pero nos recibieron con aplausos. En Rosario sentimos satisfacción por el deber cumplido. Un gendarme cumple órdenes, y cuando hace bien algo que le ordenan siente esa satisfacción”.

La entrevista con Gendarmería incluye un recorrido al sector uno –barrio Cristalería– , dirigido por el comandante Heredia. En el trayecto continúa hablando del país y su vida nómade. Cuenta que la mayo-ría de los gendarmes son formoseños, y los menos son del sur y las grandes ciudades; relata que es verdad que les avisan una hora antes de salir, sin saber a dónde parten ni cuándo volverán. Dice que a veces se cansan de esa vida, pero que también se cansaría de estar mucho tiempo en un lugar. Mientras habla, la camioneta Ford Ranger da vueltas por el barrio de zona norte. No hay mucha gente en la calle. Heredia dice que el operativo se trata de eso. Dar vueltas y mostrar que están. A veces circulan cuadrillas de a pie, conformadas por dos gendarmes y un policía.

El recorrido termina en la ruta 34. Allí se desarrolla un operativo de control de vehículos entre Gendarmería y la Policía provincial, que se replica, en ese mismo momento, en Tucumán y Francia, y en Batlle y Ordóñez y San Martín. Hay au-tos parados en cada mano, oficiales revisando baúles y bolsos. Un colectivo está a punto de ser requisado por Camaro, un perro labrador negro que fue entrenado para detectar marihuana y cocaína. Su adistrador le da dos golpes en el pecho y le ordena: “Busque, busque”. Camaro desaparece entre los bolsos. Vuelve más tarde, con las patas vacías.

Estos operativos están destinados a detectar la violación de tres normativas: ley de tránsito, de armas y de estupefacientes. Son operativos sorpresa que se hacen todos los días, tanto en la ruta como en los barrios y duran entre 40 minutos y 3 horas. En un mes ya tuvieron procedimientos en los que se detectó estupefacientes, con-trabando de hoja de coca, secuestro de pollos y pescados, y armas. Casi todo aparece en autos particulares.

La vuelta al centro está a cargo del comandante Cheverría. Hace un año que está en Rosario y le recomienda al chofer, un misionero, que cuando pueda conozca la costanera. Los dos aprovechan para preguntar cuál es la diferencia entre un carlito y un tostado, y no entienden que se trate sólo de un toque de Ketchup. Mientras manejan por calle Mendoza, cuentan que en los operativos desarrollados en el centro se actuó sobre todo sobre arrebatadores y personas que tenían en su poder pequeñas dosis de droga. Es fuera de los barrios donde la gente se muestra más extrañada por su presencia. Desde la ventanilla se ve a muchos que voltean para ver la patrulla.

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