Newell’s recuperó su espíritu, aunque no tanto su juego. Volvió al triunfo ante San Martín de San Juan y se sacó de encima una mochila que pesaba un montón. Necesitaba esa victoria para volver a creer en sí mismo y salir de un momento plagado de sinsabores. Dio otro paso hacia delante en lo anímico y lo demostró con alta dosis de entrega y esfuerzo.
Por momentos se olvidó de aquel libreto al que se aferró por tanto tiempo en el que la pelota se jugaba siempre por el piso. Guardó por un ratito el 4-3-3 que parecía intocable pero que no lo estaba llevando a ningún lado. En realidad, lo estaba alejando de su gente y de su propia confianza.
Entendió entonces Bernardi que de esta situación había que salir con una estrategia más combativa que lírica. Que sostener esa idea con un equipo golpeado y por momentos entregado era un suicidio. Postura cercana al fundamentalismo. Cambió en el Clásico y logró sacar la cabeza fuera del agua para respirar un poco. Y ayer tomó fuerzas para volver a un triunfo que se le negaba desde el primer partido del semestre. Lo hizo con la entrega de Maxi, Mugni y Boyé.
Se mostró más suelto en el primer tiempo, en el que la Fiera pudo haber marcado de arranque si no fuera porque su remate se fue desviado luego de enganchar en el área. Y tuvo otra clara en los pies de Báez tras pase de Maxi, pero la definición se fue rozando el palo. El inquieto Figueroa casi pone en ventaja a San Martín en el final del primer tiempo cuando su definición dio en el palo.
El segundo le costó más. La temprana expulsión de Víctor López lo obligó a defender más cerca de Unsain, quien tuvo dos buenas intervenciones ante Figueroa. Hasta que Maxi le ganó en la carrera a los sanjuaninos y definió por arriba de Ardente. Bernardi no se puso colorado para sacar a la Fiera y poner a Mateo. Es parte de la enseñanza. Cambiar a veces significa aprender.
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