Habrá que acostumbrarse a este Newell’s. Que cuando no puede ganarlo, tampoco quiere perderlo. Que deja de asumir riesgos en cierto momento y se refugia en la precaución. Así lo evidenciaron los cambios de Torrente. Elección debatible con el diario del lunes, pero válida en un fútbol de resultadismo extremo. Y Newell’s, se sabe, necesita duplicar la cosecha de puntos con relación al último torneo. Y aquellos que lamentan la chance malograda por el paraguayo Aquino en el descuento, también deben agradecer que Boselli no haya estado en su tarde más precisa. El Apertura recién arranca y el empate le quedó bien al partido. Y a ambos equipos, en definitiva.
Aún con la dificultad que presentó el desarrollo de jugarlo por abajo, en buena medida por la propuesta rústica de Estudiantes, lo mejor de Newell’s se produjo en el primer tiempo. Cuando Bernardi logró poner la pelota al piso y distribuir juego, se desprendió Kichu Díaz por derecha, apareció Figueroa y se mostró inquietante Noir. No tan así Sperduti, incómodo con la marca a presión que le ejerció Ré y jugando casi siempre de espaldas al arco.
Paradójicamente, las llegadas de Newell’s no se originaron a través del juego asociado, sino por pelotas paradas: Fideleff le ganó tres veces en ataque a Desábato. En dos de ellas, el primer intento pasó muy cerca y el segundo lo contuvo Albil.
Los cambios dejaron en evidencia que a Torrente le cerraba el puntito. Boselli dilapidó un cabezazo propicio. Estudiantes se le fue encima a Newell’s. Y Peratta se anticipó un segundo a la definición del propio Boselli. Agradeció Newell’s la falta de eficacia del goleador pincharrata. Y asimismo lamentó la mala puntería de Aquino en el minuto final.
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