Un espectáculo estremecedor mantuvo en vilo ayer a cientos de vecinos del centro de la ciudad y a gran parte de las fuerzas de seguridad, cuando un hombre de 55 años se paró en la cornisa de un edificio de diez pisos con su hija de tres años en brazos y amenazó con arrojarse al vacío. La escena, que ocurrió en la azotea de Italia 924, se podía observar con claridad desde calle Dorrego a la misma altura –ya que allí está una playa de estacionamiento al aire libre–, desde donde también se escuchaban el llanto de la niña y los gritos de César Alberto F., quien pedía mediante insultos la presencia de su ex mujer, una psicóloga de 45 años. Luego de casi tres horas de extrema tensión, cuando faltaban pocos minutos para las cinco de la tarde, policías y bomberos lograron que el hombre se alejara del vacío y realizaron un exitoso rescate.
“La nena llora por culpa de ustedes. Por culpa de la madre. Traiganlá, hijos de puta”, se escuchaba gritar a César desde la azotea, descalzo, parado al borde del vacío con un llamativo buzo rojo y a su pequeña en brazos. El momento más crítico se vivió a las 16.40, cuando el hombre, que estuvo más de dos horas parado, amenazó con arrojar a la nena al vacío, tomándola de sus extremidades. A su lado, efectivos policiales y bomberos intentaban que desistiera de la amenaza, por medio de distintas estrategias discursivas. Cinco minutos después ambos fueron rescatados.
“En ese momento pensé que la tiraba. Me puse de rodillas. Le dije que por favor no lo haga, que era médico y defiendo la vida”, recordó el jefe de las Tropa de Operaciones Especiales, Adrián Forni, quien se disfrazó de pediatra en el marco de la estrategia montada para ganar tiempo. “Había entrado en fase de choque. Es un fenómeno psicológico en que la persona pone en color negro su mente y empieza a hablar sola. Decía: «Perdoname Dios. Perdoname hijita. Te amo». Se me heló la sangre”, reconoció Forni luego de asumir que tuvo que tomar una decisión muy difícil al permitir que la mujer apareciera en escena.
La sórdida saga había comenzado cerca de las 14 de ayer, cuando Aurora A., una psicóloga de 45 años, se presentó en la seccional 2ª porque temía que su ex marido “cometa una locura”. Voceros del caso dijeron que la mujer denunció que su ex pareja la había llamado por teléfono para decirle que junto a su hija se iban a vivir con la abuela, una mujer ya fallecida. En pocos minutos, el comisario Carlos Rodríguez se presentó con la denunciante en Italia 924, donde se encontraba el hombre con la pequeña y comenzó una tensa negociación.
“El hombre vivía en la terraza del edificio. En una piecita con baño tipo monoambiente”, dijo el comisario, quien fue el primero en dialogar con César. “Estuve mediando junto con un personal de la comisaría hasta que llegaron los bomberos. Después seguimos hablando hasta las 16, que llegó personal de mediación de la TOE”, recordó Rodríguez.
Según el comisario, dos bomberos se apostaron detrás de una pared en desnivel a la espera de que el hombre se alejara del borde. Para ello, primero le alcanzaron una campera para la niña, que su padre le puso, y luego le arrojaron un osito de peluche, que fue pateado por el hombre inmerso en una crisis nerviosa que gritaba insultos exigiendo la presencia de su ex mujer.
Pero la madre de la niña, que tiene otros dos hijos con su ex pareja, estuvo la mayor parte del tiempo en la planta baja del edificio, ya que los policías temían que si subía a la azotea incentivara el salto al vacío del hombre con su niña en brazos.
Finalmente, en lo que al parecer doblegó al hombre, los mediadores de la TOE permitieron que viera a su ex mujer y entablara un breve diálogo, en el que ella hablaba muy bajito obligándolo a acercarse, siempre con la finalidad de alejarlo de la cornisa. Apenas se alejó unos centímetros, Forni dio la orden a un bombero que saltó ubicándose al lado del borde y tomó al hombre, en tanto que el comisario agarró a la niña.
“La criatura estaba muy nerviosa, lloraba continuamente y el padre no la dejaba hablar con nosotros. Accedimos a que la escuchara y con eso pudimos hacer que se alejara de la cornisa y aprovechamos el momento de distracción para rescatarla”, dijo el sargento primero Ramírez, de la agrupación de Bomberos Zapadores de la UR II, quien refirió que el hombre “estaba alcoholizado y en su departamento había muchas botellas de alcohol abiertas”.
Inmediatamente realizado el rescate, todos los vecinos que siguieron la escena desde calle Dorrego se congregaron en la puerta del edificio de calle Italia, donde hubo empujones, insultos y aplausos. La niña, junto a su madre, fue trasladada en una ambulancia al Hospital de Niños Víctor J. Vilela, en tanto su padre, quien le dijo a la Policía ser “embarcado”, quedó internado en el neuropsiquiátrico Agudo Ávila, por orden de la fiscalía en turno.
Comentarios