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Mitos, fantasmas y misterios de la América nuestra

“El Quemadito es el primer santo popular argentino y sólo una cruz de madera con un tarrito de hojalata le hace homenaje en Catamarca”, asegura Luciano Saracino en su libro Guía de la América misteriosa, que desgrana creencias populares del imaginario colectivo del continente americano. “No hay nada más antiguo que la fascinación por lo que no podemos entender. Y no hay nada más moderno tampoco”, indica el autor en la presentación de su obra.

Saracino es un amante de los viajes y la escritura y es por eso que combinó sus dos pasiones en una veintena de libros traducidos a varios idiomas en los que cuenta lo que fue viviendo en distintos lugares.

“Antes viajaba para escribir y ahora escribo para viajar”, asegura el escritor. “Cuando era más joven me calzaba la mochila y las botas cada vez que tenía alguna excusa y viajaba por América latina porque es un territorio muy interesante”, explica, y precisa: “En esta obra el viajero puede encontrar, al igual que las clásicas guías de turismo, qué historias relata la gente en cada uno de los rincones que recorrí, entre otras rarezas”.

“En la Argentina nos encontramos con santitos populares (que en vida fueron anarquistas o esposas de presidentes, cantantes de cumbia o víctimas inocentes), la mayoría alcanzados por una muerte trágica y venerados por los más diversos estratos sociales, mezclados de una manera armoniosa con un batallón de fantasmas ciudadanos y rurales, aparecidas y hasta platos volares”, detalla.

En Buenos Aires y sus alrededores también hay historias por contar. La de Felicitas Guerrero que tiene su iglesia en el barrio de Barracas, el Golem de Once que hace las veces de justiciero, los objetos malditos del Museo de Arte Hispanoamericano Isaac Fernández Blanco y los fantasmas que habitan la isla Martín García son algunos de los mitos por los que transita el autor en su libro.

Historias inquietantes, de distintos puntos del país, también son descritas por Saracino en esta obra editada por Kier. Sus páginas cuentan sobre la hamaca que se mueve en la localidad santafesina de Firmat, los platos voladores de Córdoba o el alma de los caudillos fusilados del Litoral.

Cruzando el charco, ya en tierras orientales, aparecen leyendas como las sirenas del río Uruguay o la “La casa de la degollada”, donde vivieron una historia de amor un potentado y una bella mujer veinte años menor que él. Un día la dama desapareció y se dijo que había viajado a Europa, a donde la siguió su esposo. Pero en la casa se empezaron a escuchar gritos escalofriantes y los empleados que quedaron en ella murieron uno tras otro. Años después el cuerpo de la mujer se encontró lapidado tras una falsa pared, ahondando el misterio.

Pero éstos no son los únicos fantasmas de nuestra América. En el museo de Lora, en Chile, está el hombre alto que espanta a los visitantes hasta tirándoles del pelo, hay duendes que pellizcan a quienes caminan por la calle en Bolivia y hasta un centro energético denominado “Un altar con sangres frescas” en México, entre otros ejemplos incluidos en este libro lleno de misterios de nuestro continente.

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