Ciudad

Pan, Paz y Trabajo

Miles de fieles veneraron ayer a San Cayetano, el noble del pueblo

Durante toda la jornada peregrinaron para pedir o agradecer al santo de la espiga. Mollaghan ofició la misa central.


Se realizó ayer en la ciudad la tradicional festividad de San Cayetano, el santo a quien los fieles visitan todos los 7 de agosto con espigas de trigo para pedir o para agradecer por paz, pan y trabajo. Históricamente considerada como un termómetro de la situación social, la jornada comenzó de madrugada, cuando se abrieron las puertas de la iglesia de Buenos Aires y Riobamba para que los feligreses dejaran sus ofrendas, sus pedidos o sus agradecimientos. Pasadas las 15, se celebró en la plaza Libertad, de Mitre y Pasco, una misa en honor al también llamado “Padre de la providencia”, encabezada por el arzobispo saliente de Rosario, José Luis Mollaghan.

Durante la homilía, el religioso instó a los creyentes a “aumentar la fe”, a “rescatar la misericordia” y a “vivir en alegría”.

“Pero con una fe que nazca de lo profundo del corazón, como tenía San Cayetano, alimentada por la palabra de Dios”, explicó luego del oficio Mollaghan a El Ciudadano.

Además, enfatizó sobre la misericordia que caracterizó al noble bizantino canonizado por la Iglesia en el siglo XV, como también en la alegría como símbolo de fortaleza.

“Tal como dice el libro de Nehemías: «No estén tristes, porque la alegría en el Señor es la fortaleza de ustedes»”, subrayó.

La festividad de San Cayetano es tradicionalmente una de las muestras de fe más populares y concurridas en la Argentina. Ayer el tránsito de personas fue contante durante todo el día, aunque varios comerciantes de la zona marcaron que “hubo mucha menos gente que el año pasado”. No obstante, cuando la procesión regresó desde la plaza Libertad a la iglesia, una vez terminado el oficio religioso, el santo fue recibido en un templo colmado de fieles.

La postal se repite cada 7 de agosto en las inmediaciones de Buenos Aires y Riobamba: numerosos puestos de feria que tienen de todo, desde velas, estatuas, estampitas y almanaques hasta juguetes y plantas, pasando por choripanes, hamburguesas y gaseosas.

Así, por cada una de las cinco cuadras ubicadas dentro del radio en que las calles se vuelven peatonales el día del patrono del trabajo, había tres o cuatro vendedores ambulantes que ofrecían la tradicional espiga de trigo con la imagen del santo. El valor inicial por la compra era de tres por 10 pesos, aunque hubo quienes consiguieron un mejor precio, sobre todo al final de la jornada. “También se la pueden llevar a cinco por diez, es como a voluntad, ¿vio? Todo depende del bolsillo de cada uno”, comentó uno de los pregoneros, quien también coincidió con que “este año hubo mucha menos gente” que el anterior.

El peregrinar de hombres y mujeres de todas las edades siguió hasta cerca de la medianoche, después de que se celebró, a las 22, la última misa del día.

El país espiga

La festividad de San Cayetano convocó a miles de fieles en la parroquia ubicada en el barrio porteño de de Liniers, bajo el lema: “Con San Cayetano celebramos la misericordia de Dios con los más necesitados”.

Como todos los años, el templo abrió sus puertas a medianoche y hubo 13 misas a lo largo de la jornada. En tanto, la celebración central se realizó a las 11 encabezada por el arzobispo porteño y cardenal primado de la Argentina, Mario Aurelio Poli.

Como es tradición, cientos de fieles hicieron vigilia en las inmediaciones de la iglesia.

Algunos acamparon junto a sus familias por días para poder entrar a venerar, pedir o agradecer al patrono del trabajo. Hubo también cerca de mil voluntarios laicos, 200 sacerdotes y 800 boy scouts que se encargaron de asistir a los fieles repartiendon mate cocido, sopa y otros alimentos.

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