Ciudad

Ventana al cosmos

Miles de cielos desde Rosario

Se cumplieron 30 años de la primera proyección en el Planetario del Complejo Astronómico Luis Cándido Carballo; el jefe de sala, Juan Giugni, repasa su historia, cuenta su actualidad e imagina el futuro del centro de divulgación.


Juan Giugni es jefe de sala del Planetario rosarino y la semana pasada, cuando se cumplieron treinta años de la primera proyección en el complejo del parque Urquiza, recuerda que ese año, 1984, se definió gran parte de su vida: volvía la democracia, él empezaba a dar clases en una escuela secundaria y ayudaba a montar la primera de miles de funciones sobre el espacio que vinieron ocurriendo desde entonces.

A partir de aquel momento el profesor de física, matemática y cosmografía con pasado como músico produjo cien proyecciones de divulgación científica para un total estimado de dos millones de visitantes. Con ellas el Planetario, según sostiene Giugni, brinda hipótesis de respuestas a las preguntas que han inquietado al hombre a través del tiempo: ¿Estamos solos en el universo? ¿Cuándo y cómo empezó todo? ¿Cuándo terminará?

“Es un trabajo donde se pueden conjugar la ciencia y el arte”, explica Giugni a El Ciudadano, añadiendo que durante el mes de octubre el centro de divulgación tendrá actividades para conmemorar su aniversario.

La historia

El Planetario es parte del Complejo Astronómico Educativo que empezó con el Observatorio Astronómico, inaugurado en 1970 y ligado a las tareas de docencia e investigación. Ese año la idea del ex intendente Cándido Carballo (cuyo mandato terminó en 1962) ya estaba en marcha. Según la leyenda, durante una reunión de intendentes en Montevideo, Uruguay, el mandatario se había enamorado del proyector analógico alemán y pidió uno para Rosario.

Por años el equipo permaneció junto a los paneles y bastidores de la empresa Karl Zeiss cerrado al vacío en cajas dentro de depósitos municipales. Recién en 1982, y con el aporte de ingenieros locales, quedó terminada la sala de proyección con capacidad para 250 personas. Contrataron ocho empleados para el lugar, en su mayoría para atender a los visitantes. Sólo uno de ellos se encarga desde entonces de la producción de las proyecciones: Juan Giugni.

Su estudio, donde pasó de la era analógica a la digital, está en la planta baja del edificio con forma de cometa. A su alrededor está desde 1987 el Museo Experimental de Ciencias, el primero de su tipo en Argentina por disponer de equipamiento y aparatos demostrativos de las leyes físicas y químicas, algo que hoy la museología ha incorporado bajo la idea de “interactivo”.

Distinta a la de los pueblos originarios que guiaban su vida por las estrellas, la actualidad deja al Planetario reflexiones científicas que en el fondo son existenciales. Por un lado, la búsqueda y demostración de la existencia de exoplanetas, lugares donde puede haber vida. En un universo con miles de galaxias y, según las teorías aceptadas, en expansión, los telescopios buscan cuerpos opacos ocultos y es tarea del planetario proyectar estos hallazgos.

“La búsqueda para saber si estamos solos sigue presente”, sintetiza Giugni, que agrega: “También queremos saber cómo empezó todo y cómo sigue. El año pasado tuvimos novedades respecto a la posibilidad de precisar cuándo fue el Big Bang. Es información que siempre nos ha llamado la atención”, menciona.

Viajar por el cielo

La estrella de la sala del planetario es su máquina de proyección: un aparato analógico y óptico ubicado en el centro que puede mostrar el cielo, no sólo desde el punto de vista de alguna persona que mire desde Rosario. Los dieciocho párpados que reflejan luces configuran una computadora analógica para cálculos astronómicos que puede devolver miles de cielos en tiempo y espacio, como cuando para la Navidad de 1987 se proyectó cómo lucía el firmamento el día que nació Jesús.

“La Tierra tiene dos movimientos más allá de la traslación y la rotación. Uno de ellos es la presesión, un movimiento de 25 mil años. Esta máquina nos puede llevar a cualquier momento y lugar para mostrarnos cómo era”, sostiene el especialista.

Más

El Planetario también ha servido para dar cursos a docentes y aportar a estudios sobre migración de aves. Cuando todavía no contaba con los proyectores de video la sala fue llenada con humo y láseres para recrear la mítica obra de ciencia ficción de H. G Wells La guerra de los mundos. Actores prestaron su voz y Giugni, una vez más, se encargó de la música con grabadoras de cuatro cintas. Hacía poco se había maravillado con la música de griego Vangelis que daba sonido a la película de Ridley Scott Blade Runner (1982), con su futuro sucio, superpoblado y húmedo. Hoy reconoce que en las decenas de bandas de sonido para proyecciones que ha creado se pueden escuchar influencias de esos sintetizadores. O las búsquedas estéticas de Pink Floyd o Tangerine Dream.

“Tenemos un promedio de más de tres producciones al año, algo que no tienen ni Buenos Aires ni Santiago (Chile), por mencionar algunas referencias próximas. Hoy, en plena era digital, uno tiende a pensar que se debería haber más pero la posibilidad de edición hace que puedas volver mucho más al material y tarda más”, explica el profesor.

El futuro

El 19 de junio de 1984 la presentación científica La Noche misteriosa  iluminó los veintidós metros de superficie semiesférica del Planetario para dar inicio a la vida del centro de divulgación. Si bien la construcción del Planetario había empezado en la dictadura fue bajo el signo de la democracia que inició su trayectoria, con el ex intendente Horacio Uzandizaga y el vicepresidente Víctor Martínez en la presentación inaugural. A cargo estuvo Juan Alberto Gutiérrez, a quien Giugni recuerda como su maestro a la hora de operar el equipo alemán.

“De los históricos quedamos tres. Y en pocos años tendrá que entrar nueva gente con conocimiento no sólo de astronomía de posición sino de medios audiovisuales de reproducción y procesamiento”, señala. Entiende que como él, que encontró armonía entre su impulso artístico y su amor por la ciencia, otros le seguirán, porque lo importante es que el Planetario, al que en una función hasta lo “hicieron” hablar en primera persona –a través de una grabación–, siga regalando estrellas a sus visitantes.

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