Ciudad

Corazón de cuero

El fútbol, un horizonte también para mujeres en Puente Gallego

Juegan desde la infancia, algunas siguiendo a sus padres, y aseguran que sienten el deporte “como los hombres”. Tienen entre 15 y 35 años y aspiran a poder competir en alguna liga.


Son mujeres que tienen entre 15 y 35 años y a las que las une la misma pasión: el fútbol. Practican los martes, miércoles y viernes en el predio Los Ángeles, ubicado en Ovidio Lagos al 7600, en barrio Puente Gallego. Muchas de ellas son madres o cuidan a sus hermanos más pequeños. Juegan desde su más tierna edad en potreros, a la par de familiares y amigas, lo que las hace sentir este deporte de una manera especial. “Como los hombres”, afirman.

Daniel Almada es el director técnico desde hace ocho meses de este combinado de chicas y afirma que el espíritu del juego es divertirse y que aprendan a jugar. Hace más de treinta años que dirige fútbol y le enseña al grupo a preparar jugadas, ejecutar tiros libres, dibujar gambetas y sobre todo, a usar el cuerpo. Y hasta a veces le toca hacer de niñero con los hijos de alguna de ellas.

“El espíritu del equipo es divertirse y que aprendan; eso es lo que fomento. Siempre les digo a las chicas que no tienen techo. Patear la pelota lo hace cualquiera; el objetivo es aprender por etapas y que no utilicen la violencia”, destaca el director técnico.

Almada explica que a medida de que pasan los días se van sumando integrantes al equipo y que en un futuro no muy lejano tendrá que desdoblarlo. “La idea es recibir a todas. Si alguna no se adapta, se tiene que ir, como ya lo hicieron otras porque no se amoldaban al grupo. Vienen muchas familias a verlas jugar. Por ahora los torneos son amistosos pero más adelante queremos estar en la liga. Las chicas son fuertes y juegan muy bien”, subraya.

Daniel define al fútbol como “su vida”, y aclara que por ello relegó tiempo en su casa y con su familia. Tiene cinco hijos y nueve nietos y el más chico de ellos es un fanático de la “redonda”.

El sueño, seguir creciendo

El DT toca el silbato para que las chicas dejen de practicar y se acerquen para intervenir en la charla. Al trote, Leyla, Nayla, María, Mariana, Gabriela, Shadira, Abigail, Mayra, y Débora aceptan el convite.

“Años atrás al equipo lo conformaban nuestros padres. Mi papá se murió en la cancha haciendo lo que a él le gustaba, y adonde me venía a ver”, relata una de las jugadoras, recordando a su progenitor con una sonrisa.

Otra de las chicas rememora uno de los partidos de dientes apretados y de nervios por momentos exagerados y cuenta que terminaron todas embarradas, pero ganaron. “Salimos todas marrones pero logramos ganar”, evoca.

“Queremos progresar como equipo, seguir siendo compañeras y divertirnos. Nunca tuvimos una discusión, siempre hablamos como se debe”, añade.

Las chicas reconocen que las goleadoras del equipo son Layla, Mayra y Leyla, y en el transcurso de estos meses de compartir golpes y salir campeonas en un torneo a veces lo hacen sufrir al DT, pero en el último minuto siempre hacen un gol.

“Cuando estemos fuertes, vamos a buscar una liga. Arrancamos practicando, jugando triangulares, ahora torneos, y vamos sumando siempre un poco más hasta poder llegar a la liga. Sentimos que estamos mejor y falta menos”, describe otra de las integrantes del equipo.

Pasión compartida

De a poco estas deportistas fueron construyendo sus propios códigos con los requisitos necesarios para ser buenas jugadoras. La mayoría de ellas tiene hijos, y los domingos, mate de por medio, sus familias las alientan y las motivan.

Leyla es la cantante del equipo y se despide cantando Creo en ti, una canción de la banda pop-rock Reik, antes de volver al juego.

La pasión que tienen por el fútbol se ve plasmada en la cancha. Todo se vive con el corazón en la mano.

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