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México y una palabra: “fraude”

Por Paulo Menotti.- El politólogo de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla René Valdivieso Sandoval, consultado por El Ciudadano, analizó las presidenciales otra vez bajo sospecha, como en 2006, por las denuncias de irregularidades y compra de votos.


El pasado domingo 1º de julio se realizaron las elecciones presidenciales en México, uno de los principales países de Latinoamérica. El acto contó con la participación de cerca de 80 millones de votantes y se impuso, según el escrutinio provisiorio– el candidato del Partido Revolucionario Institucional (PRI) Enrique Peña Nieto. Como ocurrió en 2006, el candidato de centroizquierda Andrés Manuel López Obrador, del Partido de la Revolución Democrática (PRD) –que entonces perdió por 0,506 puntos, según el conteo oficial, con el actual presidente Felipe Calderón, del Partido Autonomista Nacional (PAN)– denunció graves irregularidades. Y a pesar de que en esta oportunidad se había realizado un acuerdo mediante el cual los candidatos presidenciales se comprometían a celebrar comicios limpios, un día después de la votación surgieron varias denuncias de votantes del PRI que supuestamente habían recibido tarjetas para comprar en la cadena Soriana a cambio de su voto. La palabra “fraude” volvió a sonar en México una vez más. En una entrevista con El Ciudadano, el catedrático-investigador de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla René Valdiviezo Sandoval analiza la situación y se atreve a plantear posibles conflictos en su país si es que se comprueba que hubo comicios fraudulentos.

—¿Qué tiene de cierto la versión del fraude esta vez en México?

—La palabra “fraude” implica una confirmación de que se hizo una trampa o sucedió algo ilegal en la elección. Hay muchas opiniones y denuncias que señalan que efectivamente eso sucedió, pero deberá ser probado. La autoridad electoral (Instituto Federal Electoral –IFE– y el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación) tienen en sus manos impugnaciones a diversos momentos de la elección, pero no los han desahogado. La autoridad judicial (Fiscalía Especializada para la Atención de Delitos Electorales –Fepade), tiene también muchas denuncias, pero no las ha desahogado. El problema de esta elección es que se presentaron muchas irregularidades que permiten presumir fraude y que están siendo denunciadas ante las autoridades. Además, se están presentando manifestaciones y expresiones públicas de quienes fueron presionados o convencidos con alguna promesa de pago, para votar por el PRI y no les han cumplido y/o han decidido denunciar.

—¿Estas denuncias han tenido una respuesta investigativa por parte de las autoridades, y cuál es la repercución en la sociedad mexicana?

—Desde las campañas se presentaron muchas denuncias, pero las autoridades electorales han sido morosas y no han dictaminado y sentenciado, por lo que la protesta crece. Hay un elemento importante en esta ocasión. Muchas de las demandas están organizadas e impulsadas por grupos no partidistas, ni ligados al movimiento del licenciado Andrés Manuel López Obrador. Esto es una novedad y le da un carácter más social a la protesta y a la movilización. La eventual convocatoria de López Obrador, a la resistencia civil y a la presión popular para que la autoridad concluya y sentencie, puede aumentar notablemente la protesta social contra el fraude.

—¿Qué puede pasar en su país si el fraude se confirma?

—México ha vivido elecciones fraudulentas durante buena parte del siglo XX y la elección del 2006 también se puede considerar como fraudulenta. El problema ha sido que nunca (1929, 1939, 1952, 1988 y 2006) se declararon como elecciones fraudulentas por las autoridades correspondientes. En consecuencia, si gracias a la presión popular se lograra que la autoridad declarara fraudulenta al menos alguna parte de la elección, estaríamos ante un escenario inédito en el país y sería un gran triunfo de la izquierda y las fuerzas democráticas, lo que llevaría a una nueva elección en donde sin duda triunfaría la izquierda. Por ello, y reconociendo la influencia y/o el control que sobre la justicia tienen los poderes fácticos en México, es muy improbable que se confirme el fraude. A ello hay que agregarle que diversos actores políticos insisten –lo cual es un mensaje– en que es muy difícil comprobar la compra y/o coacción del voto.

—¿Cómo afectaría a un futuro gobierno en México?

—Me atrevo a señalar que de confirmarse el fraude y de repetir la elección, el futuro gobierno de México estaría en manos de la izquierda, a menos que la derecha y la extrema derecha quisieran jugar la carta autoritaria, antes de que esa situación sucediera, lo cual, insisto, es muy improbable.

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