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Mercosur y UE, ahora sí

Los dos bloques anunciaron en España que retomarán negociaciones hacia el tratado de libre comercio estancadas desde 2004. El proteccionismo y los subsidios a la producción agrícola, al tope de la agenda.

En plena efervescencia por la renovada crisis económica en el viejo continente, y con la presencia de la presidenta Cristina Fernández, la Unión Europea (UE) y el Mercosur anunciaron ayer, tras celebrar una cumbre birregional en España, el lanzamiento de las negociaciones para un acuerdo de libre comercio entre ambos bloques, que se encontraban paralizadas desde 2004 por la reticencia europea a ceder en materia agrícola. La jefa del Estado consideró más tarde, durante una cena de honor en Madrid,  que “se han derrumbado estrepitosamente las verdades que no eran verdades y el reino del pensamiento único, lo que implica que hay nuevos desafíos por delante”, en alusión a la reiteración de las recetas de “ajuste” impuestas en varios países europeos de la llamada zona euro.

La Cumbre Unión Europea-Mercosur celebrada ayer fue el antecedente de la que mantendrá hoy la UE con la comunidad América latina y el Caribe. Y en ambas, Cristina participa como titular pro tempore de los respectivos bloques americanos.

“Tiene una especial trascendencia porque se ha decidido reanudar las negociaciones para lograr un acuerdo de asociación ambicioso y equilibrado”, aseguró ayer el presidente del gobierno español, el socialista José Luis Rodríguez Zapatero, en una conferencia de prensa conjunta con su par argentina tras la cumbre Mercosur-UE.

“La tarea que ahora reanudamos tiene una especial trascendencia económica, ya que concluiría en el acuerdo de libre comercio más importante que tiene suscrito la UE”, añadió el mandatario ibérico. El pacto, que comenzará a negociarse en la primera semana de julio, crearía “un mercado de 800 millones de ciudadanos y con un potencial estimado en 5.000 millones de euros” de beneficios en exportaciones para ambos bloques, apuntó Zapatero.

“Se trata de afirmar que frente a cualquier tentación proteccionista, la mejor respuesta para la crisis económica es la apertura comercial”, subrayó el jefe del Ejecutivo español. Y el tema estaba más que candente, por la histórica actitud europea respecto de sus producciones primarias pero también por las potenciales restricciones a la importación que el gobierno argentino nunca confirmó y que generaron protestas en el viejo continente. Sutilmente, Cristina Fernández afirmó a modo de respuesta que el acuerdo debe ser “una verdadera asociación, dejarse de ver como clientes para verse como socios”. Y abundó: “Debemos abordar el concepto de proteccionismo en toda su extensión y formas”. Y la estocada era precisa: “Algunos creen que se encuentra únicamente en el ingreso de los puertos y en las aduanas, pero también es subsidiar producciones, dar promociones fiscales, eximir de impuestos o dar beneficios a las exportaciones. Hay muchísimas formas de proteccionismos y todas tienen que ser examinadas con el mismo criterio”, indicó la mandataria argentina.

Es que las discusiones sobre un acuerdo de asociación Mercosur-UE se iniciaron en 1999, pero estaban paralizadas desde 2004 en el apartado sobre liberalización comercial. Al no llegar a un consenso en ese ámbito, ambas partes suspendieron las discusiones a la espera de lo que ocurría en el seno de la Organización Mundial de Comercio (OMC) con la Ronda de Doha, que también está estancada por la reticencia europea a ceder sobre los subsidios agrícolas. Pero el pasado 4 de mayo, la Comisión Europea dio luz verde a las negociaciones con el Mercosur a pesar del reparo de algunos países, encabezados por Francia.

Cristina explicó que ayer se repasaron todos los capítulos de la negociación, “desde los subsidios agrícolas europeos, que casi son un ícono en la discusión con Mercosur, el sector servicios, industrias, compras gubernamentales, y protecciones intelectuales y de origen geográfico”.

“El único en que vemos un problema desde la óptica del Mercosur es en el industrial, porque una reducción de aranceles en sectores que recién están surgiendo y no tienen competitividad para enfrentar la de la industria europea podría no ser beneficioso”, sostuvo.

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