Ciudad

Mejoras hay, pero no tanto como marcan los números

Referentes barriales relativizaron la baja en la pobreza que registró el Ipec en los últimos seis años.

Luego de la apertura del año legislativo en el Congreso nacional, el lunes pasado Rosario quedó en el centro de la escena. En uno de los tramos de su discurso, la presidenta Cristina Fernández de Kirchner defendió su gestión y citó a la ciudad como ejemplo de las mejoras económicas y sociales. En concreto, con los datos del Instituto Provincial de Estadísticas y Censos de Santa Fe (Ipec) en mano sostuvo que a comienzos del año 2003 en el Gran Rosario el 54,6 por ciento de la población se encontraba sumergida en la pobreza, mientras que en el primer semestre de 2009 ese número había descendido al 14,6 por ciento. También aludió a la indigencia, mencionando que en el mismo período los guarismos de ese indicador bajaron de 29,3 a 5,7 por ciento.

Los datos aportados por la presidenta tienen como telón de fondo una fuerte disputa (sobre la cual giró casi todo el discurso) de intereses que desde hace rato el gobierno del Frente para la Victoria viene manteniendo con la oposición política y los grandes medios de comunicación del país, en donde lo que está en juego es el “control” y la imposición de los temas de la agenda pública y el enfoque que se le da a la misma. Varias veces Cristina Kirchner aludió el lunes pasado a la existencia de un país “real” (el cual ella dice describir) y la existencia de otro que es virtual o mediático (que sería el que quieren mostrar las otras fuerzas partidarias y las empresas periodísticas). Dicho esto, las preguntas surgen ¿Dónde está el país “real”? ¿Existe una “única realidad”? Y más en concreto, con respecto al ejemplo utilizado para graficar la abrupta baja en la pobreza y la indigencia en Rosario, ¿esa mejora es real o el dato aportado por Ipec sería “sólo virtual”?

“En estos últimos dos años la realidad ha desmejorado, pero obviamente que no estamos a niveles de pobreza de principios 2003”, sostiene como primera definición el secretario de Promoción Social del municipio, Raúl Capilla. A la hora de llevar a cabo una descripción en perspectiva de lo que ha sido la situación social en Rosario, divide los últimos diez años en tres períodos bien diferenciados. El funcionario sostuvo que los indicadores económicos tuvieron su mejor reflejo en la realidad en el período que va desde la asunción de Néstor Kirchner, en 2003, hasta principios de 2008. “En ese momento bajó sustancialmente la pobreza”, explicó Capilla.

También detalló que desde hace dos años en el municipio están percibiendo que, tras ese progreso, todo está volviendo a deteriorarse. “Hoy eso se vislumbra en la falta de trabajo, que no se pueda conservar en el tiempo, no hay empleos estables. Habrá que ver el impacto de la asignación universal y si llegan las cooperativas de trabajo que diagramó el gobierno nacional”, añadió Capilla.             

Por otro lado, quienes están en mejor posición de conocer las condiciones de vida de los más humildes son los trabajadores sociales que transitan los barrios más postergados de la ciudad. Para el padre Daniel Siñeriz, que desde cinco años está radicado en Nuevo Alberdi, el enérgico descenso de la pobreza es “más virtual que real”. “En cinco años se ha duplicado en el barrio la población de gente que ha llegado de zonas marginales. Sí es cierto que hubo un incremento de la ocupación laboral. Esto se ve fundamentalmente en la construcción, que ha sido el boom en los últimos años en Rosario, y también ha habido un repunte en el servicio doméstico. Pero eso no significa mucho a veces. La gente la sigue pasando mal aunque tenga un salario”, explicó el párroco.

Siñeriz dice “no ver una tendencia llamativa en la disminución de la pobreza. Y esto se da porque no hay una política profunda para erradicarla. Hay una disminución, pero no en los términos que lo plantea la presidenta. La pobreza ha seguido su camino”. “Es una afrenta hablar de una disminución tan importante y no me pareció apropiada la forma en que se refirió”, sostuvo con un tono fuertemente crítico, el referente social de la zona norte.         

Por su parte, para la hermana María Jordán, quien está a cargo desde hace quince años de la Estación Misionera Madre de la Esperanza, en Empalme Graneros, donde además funciona un comedor, el flagelo de la pobreza “ha disminuido” pero “mínimamente” en los últimos años. “Alguna mejora se ha visto. Hay gente que se ha capacitado en nuestros talleres, ha salido de la droga y hoy está trabajando, aunque son los menos”, explica la monja.   

“La calidad de vida de los pobres y en los barrios marginales es peor que hace siete años. Las condiciones de vida en sí no han mejorado. La violencia y la agresividad han crecido mucho. No atendemos más en los comedores en masa como antes. En 2003 venían en promedio alrededor de 800 personas diarias y ahora entregamos alimentos a menos personas”, sostuvo Jordán, para luego aclarar que igualmente, y a diferencia de aquél período, ahora hay “muchos más lugares en el barrio que brindan ayuda”. “La gente sigue cirujeando y los comedores siguen estando”, graficó a modo de conclusión la religiosa del barrio toba de Empalme.

Para el sacerdote Edgardo Montaldo, un histórico referente de más de cuatro décadas en la zona de Ludueña y quien también lleva adelante otro comedor, el Betania, el tema es bastante “complejo de analizar”. “No me animo a opinar sobre esos datos. El tema es muy difícil. A lo mejor alguna mejora hay. Hay casos de gente que está mejor, que consiguió trabajo. Pero la pobreza y el hambre siguen existiendo”, manifestó luego el salesiano.

“Yo creo que lo que falta es un apoyo más profundo del poder político a la gente y a las organizaciones que avanzan y luchan contra la droga, el alcohol y muchas otras cosas que suceden en los barrios y que están matando a un montón de pibes. Falta ese refuerzo, que podría acelerar un poco más las mejoras”, manifestó finalmente Montaldo.

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