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Panorama Político

Máxima tensión en el Frente

Un proyecto para crear una Oficina Anticorrupción ingresado en el Concejo Municipal por el bloque del PRO, dos concejales radicales y el peronista Diego Giuliano es el nuevo síntoma de las dificultades que enfrenta el Frente Progresista desde el acercamiento de una parte de la UCR al partido de Mauricio Macri.

Un proyecto para crear una Oficina Anticorrupción ingresado en el Concejo Municipal por el bloque del PRO, dos concejales radicales y el peronista Diego Giuliano es el nuevo síntoma de las dificultades que enfrenta el Frente Progresista desde el acercamiento de una parte de la UCR al partido de Mauricio Macri.

¿Se fractura el Frente Progresista? Es la pregunta que corre de aquí para allá en las últimas semanas. “Esto es día a día –razona un dirigente radical–. Vio cómo son estas cosas, uno empezó tirando una miga en la mesa y ahora estamos todos pintándonos la cara para ir a la guerra en una escalada que ninguno sabe dónde termina”.

La miga que desató el revuelo fue el anuncio de la conformación de la mesa de Cambiemos en Santa Fe, integrada por radicales y el PRO. La jugada (tan a la medida de éstos últimos que fue anunciada con la presencia del jefe de Gabinete nacional y el ministro de Interior y Obras Públicas en la capital provincial y militada en medios porteños por funcionarios nacionales) desató el incendio en la UCR santafesina.

Los sectores más reactivos a la alianza con Cambiemos y afines al Frente, la mayoría aglutinados en el grupo NEO, les cortaron el paso. El vicegobernador actual Carlos Fascendini, el anterior Jorge Henn y el ministro de Seguridad Maximiliano Pullaro, en ese orden, salieron públicamente a rechazar que Cambiemos sea una alternativa para la UCR. Dijeron que el posicionamiento que oficializó el presidente del partido Julián Galdeano debe ser considerado como la expresión de apenas una parcialidad del partido.

Henn fue un poco más lejos: intimó al MAE y al grupo Universidad a definir de qué lado están y que renuncien a los cargos que ocupan en el gobierno provincial si quieren ser parte de Cambiemos. Así las cosas.

Gobernabilidad plan B

Nadie sabe dónde termina la fisura. Si queda ahí o adquiere la dimensión de la Falla de San Francisco. Esto último no se puede aventurar, pero lo primero no pareciera que vaya a ocurrir.

De hecho, el proyecto de Oficina Anticorrupción en Rosario es una vuelta de tuerca en ese sentido, una mojada de oreja al socialismo y una nueva luz de alerta para la intendenta Fein, quien desde el primer día de gobierno, hace ya cuatro años y medio, lidia con problemas de gobernabilidad muchas veces originados en el propio interbloque oficialista.

Como en toda situación que hay dos partes, cabe preguntarse hasta dónde están dispuestos a llegar los radicales que se abrazan al PRO por un lado; y qué están dispuestos a tolerar los gobiernos de la provincia y la municipalidad por el otro. Hasta cuándo será posible la convivencia con sectores que son parte de la gestión pero juegan con dos camisetas. En ese sentido, Fein la tiene más difícil, ya que en la Legislatura provincial por el momento los diputados del MAR y el grupo Universidad no han dejado de acompañar las iniciativas de Miguel Lifschitz.

En el caso de la intendenta, cada proyecto a sacar requiere contar poroto a poroto. Y ahí es cuando tiene que olvidar los malos tragos y seguir adelante con todos.

A pesar de que las opiniones de radicales y socialistas están repartidas en cuanto a las probabilidades de una fractura, el potencial daño a la gobernabilidad de los gobiernos municipal y provincial hace tiempo figura en los radares de la Casa Gris y el Palacio de los Leones.

¿Hay plan B? Sí, lo hay. En eso trabajan hace tiempo con total sigilo las principales espadas del socialismo, explorando coincidencias más allá de las fronteras del Frente Progresista. El peronismo puede entonces cobrar protagonismo si prosperasen dificultades en el oficialismo. Si bien esta semana asumió la conducción partidaria de unidad, el crisol de sectores que aún gobierna la práctica cotidiana se expresa en la Cámara de Diputados como en ningún otro ámbito.

El acompañamiento de concejales peronistas a iniciativas oficiales en las últimas votaciones del Palacio Vasallo puede leerse en ese contexto. El concejal Carlos Cossia destrabó las subas en tarifas de transportes públicos y la camporista Marina Magnani se sumó en el de prórroga de estacionamiento medido. Es tema por tema.

En la Legislatura provincial, el MAR tiene cuatro diputados y el grupo Universidad uno. Además, hay dos socialistas que actúan prácticamente desconectados de la mayoría y está el santotomecino Palo Oliver, que reparte su corazón entre los resabios del radicalismo K y sus acuerdos, río Salado de por medio, con el grupo Universidad. Ese puñado de situaciones en la Cámara de Diputados podría hacer que la mayoría oficialista se redujera a primera minoría en cualquier momento.

Juego de roles

El escenario oficialista es asombrosamente cambiante. Hace unos meses la radical María Eugenia Schmuck aparecía como la amenaza a la unidad del Frente Progresista cuando desafió a Fein con su postulación a presidenta del Concejo y Daniela León era la candidata oficial.

Ahora, León, que actúa como radical independiente, y Rosúa, que pertenece al MAR, son quienes tensionan la vida interna del oficialismo montándose a un proyecto envenenado para el socialismo como el de la Oficina Anticorrupción (de más está decir que con lo que hizo el PRO con la Oficina Anticorrupción nacional parece surrealista que se anime a promover ese debate); mientras que María Eugenia Schmuck y Sebastián Chale se aferran a la continuidad del Frente Progresista.

Ambos posicionamientos tienen proyección electoral para 2017. Schmuck y Chale apuestan a un prolijo segundo mandato de Mónica Fein y un cambio de posta en 2017 que deposite a un radical o a Pablo Javkin en la Intendencia. Al contrario, León y el MAR atisban un tercer espacio con una pata en cada lado. Es decir ni una lista de Cambiemos (donde deberían disputar primarias con el PRO) ni del Frente Progresista. Es de manual que un armado así partiría votos del oficialismo y aumentaría las chances de PRO.

El socio de Macri

Menos ambiguo es lo del intendente de Santa Fe José Corral. Su ambición por pelear la Gobernación de Santa Fe en 2019 lo llevó a explorar caminos distintos a los de su antecesor Mario Barletta, quien en 2011 y 2015 desafió a los socialistas en las elecciones primarias y en ambas perdió. ¿Si ya está probado que ese camino lleva al fracaso, por qué insistir habiendo un sendero paralelo?, debe repetirse cada día el también el presidente de la UCR nacional.

Eso, y nada más que eso explica por qué Corral y ese sector radical de la ciudad de Santa Fe se abraza con tanto fervor a Cambiemos en momentos en que todos prefieren esperar a ver los resultados del gobierno que por ahora no aparecen.

Corral no quiere ser uno más en el Frente Progresista si puede hacer el número uno en Cambiemos. Confía en que el gobierno nacional le irá mejor y que el ciclo de Miguel del Sel como candidato está agotado.

En ese camino está dispuesto a ser confluir sus intereses con los planes del gobierno nacional para Santa Fe. Hay quienes lo empujan a ser candidato a diputado en 2017, lo que le valdría ser candidato testigo o dejar anticipadamente la intendencia. No hará ni una cosa ni la otra, pero militará la lista de diputados de Cambiemos. Distinto es si se habilitase una reforma constitucional. En ese caso tendría la oportunidad de foguearse en las urnas sin abandonar la intendencia, pero difícilmente ocurra.

Corral no puede descuidar la retaguardia. Santa Fe es una ciudad con enormes déficits pendientes de solución y el intendente aparece día a día mezclado en el cotilleo político provincial y nacional en detrimento del tiempo que le dedica a su ciudad.

Además allí se le instaló una figura política vinculada con el socialismo con potencial proyección para pelear la sucesión. Emilio Jatón rompió el molde en las elecciones de 2015, no sólo porque derrotó a Hugo Marcucci y ganó la banca de La Capital para el socialismo, sino por algo mucho más valioso en términos de construcción política. Fue inmune al discurso antirrosarino de Corral y Barletta (recreado estos días a propósito de la inversión de la provincia en el aeropuerto Islas Malvinas), que les resultó eficaz para contener la penetración del entonces candidato Miguel Lifschitz en el electorado de la ciudad capital, pero ni siquiera despeinó al ex periodista de Canal 13.

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