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Más estrategia que beneficios

El presidente ruso Vladimir Putin emprenderá su primera gira por América latina y el Caribe, que lo traerá también a la Argentina. Dos expertos analizan el viaje e imaginan que cruzará el Atlántico para pedir respaldo internacional.


La que comienza hoy es la primera gira de Vladimir Putin por América latina y el Caribe como presidente de la Federación Rusa. Cuba será la primera estación de su periplo, Argentina lo recibirá mañana y Brasil lo mantendrá muy ocupado el domingo y el 16. En Río de Janeiro asistirá al partido final del campeonato mundial de fútbol, cuya próxima edición tendrá lugar en Rusia. Luego volará a Fortaleza y a Brasilia, donde las “economías emergentes” –Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica (Brics)– celebrarán su sexta cumbre y sostendrán su primer encuentro político con la Unión de Naciones Sudamericanas (Unasur).

Considerando los desafíos económicos, geopolíticos y militares que Moscú tiene por delante debido a la crisis ucraniana, a las sanciones con que lo amenazan Washington y Bruselas, y a la virtual expansión del bloque comunitario y la Otan hacia el este de Europa, es inevitable pensar que Putin cruzará el Atlántico personalmente para pedir respaldo internacional, intercambiando favores o cobrando cuentas abiertas. Su agenda latinoamericana incluye la negociación de cooperaciones en materia comercial, económica, financiera, espacial, de política global, de energía atómica con fines pacíficos y de transporte marítimo.

Nexos e intereses

“En lo que respecta a las presiones impuestas sobre Moscú en el marco de la crisis ucraniana, sus relaciones con América latina no le aportan muchos beneficios. El valor de estos nexos –que no son nuevos– es de índole simbólica; ellos sólo le sirven a Rusia para demostrar que no está tan aislada del mundo como Washington y Bruselas quieren hacer creer. De hecho, los rusos también están empeñados en hacer sentir su presencia en Egipto, Arabia Saudita y Asia oriental”, explica Margarete Klein, investigadora del Departamento para Europa Oriental y Eurasia de la Fundación Ciencia y Política (SWP) de Berlín.

“Sin embargo, no debemos minimizar el interés que tiene Rusia en profundizar sus vínculos con el gigante sudamericano, Brasil”, agrega la especialista. El politólogo Víctor M. Mijares, del Instituto Alemán de Estudios Globales y Regionales (GIGA) de Hamburgo, coincide con Klein; pero, a sus ojos, el carácter simbólico de las relaciones ruso-latinoamericanas se manifiesta a través de mociones muy concretas. “Putin viaja a Cuba tras haber aprobado la condonación del 90 por ciento de una deuda que ese país tiene con Rusia desde los tiempos de la Unión Soviética: 35.000 millones de dólares (26.000 millones de euros)”, comenta el analista.

Estrategia e ideología

“Putin aprovechará su visita para refrescar la antigua alianza que une a ambos países, pero menos por razones político-ideológicas que por motivos estratégicos”, acota Mijares, aludiendo a la ampliación del Canal de Panamá, los avances en el plan de construir otro canal marítimo en Nicaragua, la expansión del puerto cubano de Mariel y la apertura económica que se está dando en la isla. “Estos factores hacen que muchas potencias –no sólo Rusia– busquen acercarse a la Antilla Mayor antes de que Estados Unidos acapare las ventajas que la ubicación geográfica de Cuba ofrece”, señala el investigador de Hamburgo.

“Por otro lado está el interés común de Rusia y algunos países sudamericanos en consolidar un orden mundial multipolar. Moscú siente que Occidente invade su esfera de influencia y ahora intenta devolver la afrenta. Rusia está consciente de que no tiene aliados de peso fuera de Eurasia y ahora procura encontrar puertos amigos que le permitan proyectar su poder marítimo. Algunos de sus interlocutores sudamericanos –sobre todo Argentina y Brasil– quieren desarrollar tecnología militar propia y, al contrario de Estados Unidos, Rusia está dispuesta a ayudarlos como exportador de armamento y know-how”, sostiene Mijares.

“Rusia sabe que, en este momento, le es difícil exhibir músculo en el Hemisferio Occidental. Pero no por eso va a dejar de intentarlo en este viaje de Putin a América latina y el Caribe. Las circunstancias son propicias porque la resistencia a la hegemonía estadounidense es fuerte en buena parte de la región”, concluye Mijares.

¿Rusia establece un nuevo orden mundial? Uta Thofern / Deutsche Welle

Para comenzar, una visita a Cuba; luego una estadía en Argentina. Entremedio, la final del Mundial Brasil 2014 en Río de Janeiro y finalmente la cumbre del Brics, en Fortaleza. Las buenas fotos están garantizadas: ya sea en Cuba, con Fidel Castro, que hace tiempo no se ve en público, o junto a Cristina Fernández de Kirchner, en Argentina, país en peligro de una nueva cesación de pagos y al que Putin desearía ver como nuevo miembro del Brics: ¡Argentina al mismo nivel que Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica! Y finalmente Brasil: primero en una tribuna del Maracaná, luego en una reunión con Dilma Rousseff, que lucha por ser reelegida… y quizás por el papel central en la cumbre en su propio país, que le gustaría desempeñar a Putin con aires de estrella en la reunión del Brics.

El viaje a América latina del rey sol ruso está bien escenificado. Putin disfrutará de las visitas a países que lo necesitan. Una condonación de deuda a Cuba, junto con la promesa de nuevos créditos y un proyecto conjunto para la construcción de un puerto.

Apoyo a Cristina Fernández de Kirchner en su lucha contra los fondos buitre y proyectos energéticos comunes. Una amable ayuda a Rousseff para mejorar la balanza comercial bilateral y simultáneamente la oportunidad de aparecer juntos como representantes de un orden mundial multipolar. Allí donde hay un problema, aparece Putin para solucionarlo.

Rusia cultiva viejas alianzas y nuevas dependencias: América latina desempeña un importante papel en los proyectos de Putin para un nuevo orden mundial y, como adversario de Estados Unidos, posee un discreto encanto. Gran importancia le dio a la región Medvédev, el jefe de Gobierno ruso, a comienzos de año, diciendo sin ambages: “Rusia ha venido para quedarse”. De asociación estratégica no se habló, pero sí de bases navales rusas en América latina.

El amable oso ruso tiene garras y dientes. Las zarpas del puma latinoamericano se ven sólo cuando las saca. América latina no se entregará a los brazos de Rusia. Mujeres como Rousseff y Michelle Bachelet no deben ser subestimadas. También el apoyo argentino a la anexión de Crimea por parte de Rusia fue una jugada calculada. Países como México y Perú no dejarán que Rusia se inmiscuya en su política interna. Y el socio antes más poderoso en la región, Venezuela, se ha transformado en un paciente que hay que atender. La propia Rusia necesita ayuda, por las sanciones que la amenazan.

El romance ruso con América latina es un juego en el que también hay serios rivales.

China realiza desde hace tiempo grandes inversiones en la región y es uno de los principales compradores de materias brutas. Narendra Modi, el nuevo primer ministro de la India, representará a su país en el Brics con renovados bríos.

Queda una pregunta: ¿por qué Europa, y Alemania no escapa a ello, permanece tan en segundo plano en ese escenario? La importancia económica de América latina es indiscutible, los elementos culturales compartidos son muchos, pero el estatus político parece haberse quedado atrás. Europa no debería dar por sobreentendidas las tradicionalmente buenas relaciones con “su” antiguo “nuevo mundo”.

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